Designados conjuntamente como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1990, su historia abarca desde la Edad Media y la fundación del Estado ruso hasta nuestros días. Han sido el símbolo del imperio zarista, de la iglesia ortodoxa, del poder de los soviets de campesinos y obreros, y de la Rusia moderna.

EL KREMLIN
La palabra kremlin proviene del ruso antiguo y significa ciudad fortificada, y el de Moscú es el más conocido universalmente entre los más de 20 que existen en el extenso país euroasiático.
La historia del Kremlin de Moscú se remonta al siglo XII, cuando el príncipe Yuri Dolgoruki ordenó la construcción de una fortaleza de madera en la colina Borovitski, a orillas del río Moscú. Esa fortificación se convirtió en el núcleo de la creciente ciudad.
Según las crónicas, tanto la construcción de la ciudad como del Kremlin se iniciaron en 1156, y en un principio la fortaleza estaba hecha a base de roble. Entre 1366 y 1368 Dmitri Donskói remplazó los muros de madera por piedra caliza blanca.
Los muros y las torres del fuerte que existen actualmente se construyeron entre 1485 y 1495; para ello el gran príncipe, Iván III, invitó a una serie de diestros arquitectos italianos a fin de que hicieran el trabajo.
Construido como una ciudad medieval que en su interior tenía instalaciones de madera como arsenales y catedrales, el Kremlin fue creciendo hasta convertirse en un recinto majestuoso, sede del Principado de Moscú.
Hasta el reinado de Pedro el Grande (Pedro I), el Kremlin siempre fue la residencia del zar. El mandatario quiso fundar una ciudad para sí mismo, y así fue como se creó San Petersburgo, que de paso se convirtió en la capital del imperio ruso.
Cuando los bolcheviques tomaron el poder en 1917, la ciudad del estuario del río Neva perdió su condición de capital en favor de Moscú, que lo sigue siendo hasta el día de hoy, y los recintos del Kremlin son la residencia oficial del presidente de la Federación de Rusia.
Durante el periodo soviético se destruyeron 28 de los 54 edificios dentro del complejo amurallado. En 1947, los muros se pintaron de rojo, 11 años después volvió a abrir sus puertas al público, y en 1961 por decreto del Soviet Supremo de la URSS se establecieron los museos del Kremlin.

RECINTO AMURALLADO CON MUCHA HISTORIA
Como todo en Rusia, el complejo del Kremlin es igualmente grande y fastuoso. Por solo citar algunas cifras, su superficie total es de 27,7 hectáreas, está completamente rodeado por dos mil 500 metros de murallas con una altura que oscila desde los cinco hasta los 19 metros y que están enlazadas por 20 torres, muchas de las cuales llegan a los 80 metros.
Además de sus icónicas murallas y torres, el complejo del Kremlin incluye la Plaza de las Catedrales, que alberga templos como la Catedral de la Asunción (donde se coronaban los zares), la Catedral del Arcángel San Miguel y la Catedral de la Anunciación. En su interior también se destaca el Gran Palacio del Kremlin, erigido entre 1839 y 1849 como residencia imperial.
La citada Catedral de la Asunción, construida entre los siglos XIV y XVIII, fue diseñada y decorada al gusto de los zares que se fueron sucediendo; es un imponente templo construido en piedra blanca, coronado por cúpulas doradas, cuyo interior está decorado con coloridos murales y valiosos iconos
Por esa época, pero sólo en cuatro años (de 1505 a 1508) fue edificada la Catedral del Arcángel, que cuenta con una intensa decoración formada por bellos frescos de los siglos XVI y XVII, además de llamativos iconos y hermosas lámparas.

Un lugar destacado lo tiene la Armería del Kremlin, que guarda una rica colección compuesta por todo tipo de tesoros reales, siendo uno de los mejores museos del mundo en su estilo. A lo largo de las exposiciones podemos ver joyas, ropa, armas y armaduras, o algunos de los valiosos Huevos Fabergé.
Cerca de esta última instalación, y levantándose como un gigante de 80 metros sobre la Plaza de las Catedrales del Kremlin, se encuentra el Campanario de Iván el Grande, que fue la construcción más elevada de Moscú durante más de 400 años. En su interior se puede visitar un museo y contemplar la ciudad a vista de pájaro desde el mirador.
En la propia plaza hay tres monumentos históricos que identifican al Kremlin y que por muchos años se venden en forma de diminutos suvenires a los turistas: el cañón del Zar, que es el más grande del mundo; la campaña del Zar, compañera real del cañón, que al igual que este se trata de la más grande del mundo; y el monumento al Gran duque Serguéi Alexándrovich de Rusia, hijo del emperador Alejandro II, muerto en 1905.
Otro elemento definitorio del Kremlin y de Moscú es el reloj en la Torre Spásskaya (el Carrillón). Para los moscovitas resulta un símbolo vinculado al Año Nuevo. El tañido a media noche da la bienvenida oficial al año que comienza y, según la tradición, los deseos que se pidan entre el primer tono y el último se cumplirán.
En los años de la Unión Soviética, el reloj marcaba cada hora el cambio de la guardia número uno del país, que custodiaba el Mausoleo de Lenin, toda una ceremonia admirada por turistas de todo el mundo que acudían al lugar.

LA PLAZA ROJA
Conocida a nivel mundial por su grandiosidad y la belleza de las construcciones, la Plaza Roja de Moscú es el corazón y el alma no solo de la ciudad, sino de toda Rusia.
La Plaza Roja es la más famosa de Moscú en el barrio comercial conocido como Kitay-górod. Posee 330 metros de longitud y 70 de ancho, alcanzando una superficie de 23 mil 100 metros cuadrados.
La traducción más precisa de su nombre sería “plaza hermosa”, pues en ruso antiguo krásnaya además de rojo significa hermoso. Separa el Kremlin, la fortaleza real donde actualmente reside el presideente de Rusia, del barrio histórico comercial de Kitay-górod.
De ella parten las principales calles de Moscú en todas direcciones, prolongadas en autopistas hasta fuera de la ciudad. Por ello es considerada como el centro de la ciudad y de toda Rsia. En la entrada sur de la plaza se encuentra el punto que marca el kilómetro cero de las carreteras de Rusia.

A lo largo de los años, la Plaza Roja de Moscú ha mantenido su atenta mirada como testigo de numerosos eventos históricos que marcarían el destino del país. Símbolo del poder imperial y de la extinta Unión Soviética, fue el centro de uno de los conflictos que enfrentarían a dos de las principales potencias mundiales, lo cual marcaría la historia de la humanidad.
Durante el periodo de la Unión Soviética, la Plaza Roja de Moscú se convirtió en el escenario ideal para los desfiles militares, por lo que se eliminaron los obstáculos que aparecieron al paso de los tanques.

Desde entonces la plaza ha visto desfilar a las tropas del ejército soviético primero y ruso después; dos de los más icónicos desfiles fueron el del 7 de noviembre de 1941, cuando las tropas marcharon a defender a Moscú de los invasores nazis, y el de la victoria sobre la Alemania fascista el 6 de junio de 1945.

Uno de los laterales de la Plaza Roja está enmarcado por la muralla del Kremlin, y justo enfrente de este se encuentran las impresionantes Galerías GUM, lujosos y grandes almacenes construidos a finales del periodo imperial.
La Plaza Roja está delimitada además por la Catedral de San Basilio. Este hermoso templo de peculiar aspecto y colores inimaginables es el tesoro más preciado del país y su imagen más representativa.
El interesante panorama de la Plaza Roja de Moscú se completa con otras dos construcciones de menor tamaño, pero repletas de interés. Se trata de la acogedora Catedral de Kazán y el peculiar Mausoleo de Lenin, donde se puede ver el cuerpo del líder del proletariado mundial embalsamado.

HISTORIA, IDENTIDAD Y ACTUALIDAD
El recinto del Kremlin y la Plaza Roja, junto al entorno que los rodean, más allá de historia e identidad nacional brindan la posibilidad de que las actuales generaciones de rusos y personas que visitan el país se interrelacionen activamente con ellos, manifestó a Escáner la especialista del Museo de Arte Contemporáneo de Moscú, Irina Kravchenko.
Justo por estos días, nos refirió, todo el complejo ha sido parte viva de conmemoraciones importantes de la historia, como el 4 de noviembre, Día de la Unidad Nacional, hecho que está plasmado en el monumento a Minino y Pozharski, ubicado al frente de la Catedral de San Basilio.
También el 7 de noviembre, miles de personas se sumaron a las largas filas de personas de todas las edades que acuden al mausoleo de Lenin, para colocar flores y rendir tributo, y recordar la Revolución de Octubre.
Igualmente, toda la Plaza Roja y las murallas del Kremlin que dan a la misma, por espacio de varias jornadas escenifican los preparativos y la atmósfera que rodearon al icónico desfile del 7 de noviembre de 1941. Y son incontables las personas que pueden interactuar libremente con la realidad de ese momento, acotó Kravchenko.
Y significó que en el enorme museo al aire libre que son el Kremlin y la Plaza Roja, los guías que lo recorren les recuerdan a los visitantes que la historia, la modernidad, la identidad cultural y el patriotismo del pueblo ruso siempre están presentes.
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