Por Enrique González
Colaborador de Prensa Latina
El 13 de marzo de 2013 se presentaba ante el mundo el primer Pontífice latinoamericano. Bergoglio había roto varias reglas, según criterios de expertos: no era el momento para un Papa latinoamericano, nadie esperaba que un jesuita podría ser electo y, además, el entonces cardenal Bergoglio, como figura que se había “desgastado” en el cónclave anterior donde había sido electo Benedicto XVI, no estaba considerado como uno de los sucesores favoritos o “papables”.
Cuando en la Plaza de San Pedro fue presentado aquella noche por el cardenal Jean Louis Taurán, comenzó un poco bromeando al afirmar que sus queridos hermanos cardenales habían ido a buscarlo casi al “fin del mundo”.
Su clara opción por los pobres comenzó desde el momento en que eligió llamarse “Francisco”, el nombre del Santo de Asís. Lo que no puede negarse es que sus sucesivas acciones estuvieron y están dedicadas a los “olvidados, marginados y excluidos”.
El papa Francisco se ha convertido hoy en una presencia estrechamente ligada a la conciencia de la humanidad, católica y no solo. Se trata de un Papa que viene enfocando y narrando la historia a partir de valores fundamentales.
Francisco viene enfrentando la actual crisis mundial, materializada en guerras, cambio climático, fin de las reservas de energía, epidemias, el uso de la tecnología y el fenómeno migratorio, entre otros temas.
Pero, y esto es lo sobresaliente, enfocando esta lucha desde la esperanza y la fe en la capacidad humana de evitar lo “malvado”, es decir, “el diablo”, como él lo llama a veces y de abrazar la vía del bien. Estos valores están presentes en varias de sus encíclicas, tales como: “La alegría del Evangelio”, “Casa Común “o “Hermanos todos”.
Estos documentos han potenciado las dimensiones de la enseñanza y de la doctrina, haciendo comprender cómo la religión y el destino humano no son realidades que se excluyen. Para Francisco “la espera por la salvación” no excluye la responsabilidad de empeñarse ahora y aquí en el proceso de construcción de una humanidad más justa, incluyente y acogedora.
En estos doce años, son varios los hechos curiosos e interesantes que ligan de una u otra manera este Pontificado a Cuba:
El arzobispo de La Habana, en aquel momento cardenal Jaime Ortega, fue quien dio a conocer un discurso que el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio ofreció durante las congregaciones generales antes del Cónclave en el año 2013. Horas antes de ser elegido Papa, el cardenal Bergoglio regaló al cardenal Ortega el manuscrito del citado discurso.
Francisco visitó Cuba en septiembre de 2015, como parte de sus viajes internacionales por más de 50 países, entrevistándose con el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, y el entonces presidente Raúl Castro. Este año se conmemora el décimo aniversario de su visita.
Asimismo, el 12 de febrero de 2016 realizó una breve visita a La Habana en una escala de su viaje a México, reuniéndose con el patriarca de Moscú, Kirill, cabeza de la Iglesia Ortodoxa Rusa, ocasión en que firmaron una histórica declaración conjunta.
En enero de 2017 el pueblo de Lampedusa recibió como donativo del papa Francisco la “Cruz del Milagro”, del artista cubano Alexis Leyva (Kcho), que representa a Cristo en una cruz de remos, siendo de cierta manera “rebautizada” como el “Cristo del Mediterráneo”.
Pero ya en el año 2014 había sido importante la contribución del papa Francisco en el proceso de restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos. En octubre de 2014, el Vaticano acogió las delegaciones de Cuba y Estados Unidos, ofreciendo sus “buenos oficios” para favorecer un diálogo constructivo sobre temas delicados para ambas partes.
Como es conocido, el 17 de diciembre del propio año se anunciaba al mundo la intención del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambas naciones. Para más de un vaticanista, tal vez el proceso diplomático desarrollado por Francisco en esta línea pueda pasar a la historia como uno de los legados más trascendentales del Pontificado en este orden.
Existen varios criterios que apuntan a que la referencia de este Papa a Cuba y su Revolución posee un componente histórico, marcado por su propia formación intelectual. Es notable su entrevista a Univisión en julio de 2022 cuando dijo: “Yo quiero mucho al pueblo cubano. Tuve buenas relaciones humanas con gente cubana y también lo confieso: con Raúl Castro tengo una relación humana”.
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