Luis Onofa*, colaborador de Prensa Latina
Deben sumar millones y millones esos dardos, destellos de luz que los lanza día y noche, sin descanso, desde que comenzó a funcionar el 16 de junio de 1959, pocos meses después de que triunfara la Revolución. Y la cifra seguirá creciendo en el futuro porque su destino histórico es contrarrestar las toneladas de bombas de desinformación que disparan los conglomerados mediáticos del capitalismo, en su intento por destruir la Revolución y frenar los procesos progresistas y de liberación de los pueblos del planeta. Los resultados fructíferos de ese esfuerzo, han sido reconocidos como tales, inclusive por la inteligencia estadounidense, que han admitido que PL es “el arma más eficaz” de la estrategia comunicacional del proceso de la isla caribeña.
La batalla ha sido desigual. En el arsenal de la trinchera de PL escasean los recursos materiales, que en cambio sobran al otro lado de la línea del frente. Pero abunda la convicción de justeza de la causa por la que combate y la voluntad para resistir. Esta ventaja ha alimentado el gigantesco esfuerzo y sacrificio de sus trabajadores dentro y fuera de Cuba para sostener la agencia.
La historiadora estadounidense Renata Keller, que investiga los procesos latinoamericanos, dice que Prensa Latina ha triunfado. “Así como la capacidad de Fidel Castro para permanecer en el poder frente a la implacable hostilidad de Estados Unidos podría ser interpretada como un triunfo, la capacidad de Prensa Latina para resistir numerosos ataques es impresionante y sin precedentes. Sin embargo, Prensa Latina sobrevivió, se expandió e incluso floreció”, sostiene. Tiene razón: otros proyectos parecidos, lamentablemente, naufragaron en la región y en el resto del mundo o se redujeron a su mínima expresión, como ocurrió con el Pool de Agencias de los Países No Alineados, por ejemplo, que aspiraba a convertirse en una red mundial de noticias desde la óptica del llamado Tercer Mundo.
Para PL, resistir, como apunta Keller, ha sido un denuedo cargado de inteligencia y creatividad, no solo en la cobertura y difusión de noticias, sino también en el manejo de su economía y sus finanzas, cualidades que le son necesarias para perforar el bloqueo económico estadounidense del que Cuba es víctima.
Le ha llevado a PL a crear productos y proyectos originales, y a desarrollar, detrás de sus salas de redacción, una logística silenciosa para proveer de recursos financieros a sus corresponsalías. Hurgar por laberintos bancarios en el mundo para soslayar el ilegítimo bloqueo estadounidense contra la isla en tiempos de globalización financiera, ha sido una gesta logística frecuente de Prensa Latina, parecida solo al también ilógico itinerario aéreo de dar vuelta por Europa para llegar a La Habana, periplo al que forzó el bloqueo estadounidense a los sudamericanos que querían visitar la Cuba revolucionaria.
Prensa Latina, nació hace 65 años, de la mano de la Revolución, y junto con esta, como parte de la Operación Verdad lanzada por el comandante Fidel Castro, líder del proceso. Su misión era desvirtuar las mentiras que, como un huracán, comenzaron azotar a la Revolución, apenas esta iniciaba su camino, cuando sus adversarios advirtieron que ella venía cargada de justicia social y soberanía. Esa tarea sigue en pie.
“La nueva agencia latinoamericana de noticias fue un arma poderosa en el arsenal revolucionario de Fidel Castro porque proporcionó una nueva forma para que el gobierno cubano reuniera y diera forma a la información y construyera solidaridad internacional al compartir su versión de la historia con el resto del mundo”, reconoce Keller, profesora asociada de Historia Latinoamericana de la Universidad de Nevada, Estados Unidos, al evaluar al papel cumplido por PL en el proceso cubano.
Prensa Latina fue una adelantada de la corriente crítica a la hegemonía de los grandes conglomerados mediáticos de la información en el mundo que comenzaría a activarse años después en América Latina y en otras regiones del mundo. Se fundó y ha vivido para contrarrestar la desinformación y el silencio mediático sobre los pueblos del Sur Global.
Prensa Latina ha sentado escuela en el periodismo. Es un referente de objetividad en la relación de los hechos y rigor en el manejo del lenguaje a la hora de componer sus textos y producir imágenes. “Aquí no cabe el lenguaje panfletario ni las adjetivaciones” por cuenta de los redactores, advertía alguna vez uno de sus corresponsables al referirse al estilo de la agencia frente a la tentación de proselitismo que podría afectar a sus redactores en las corresponsalías. Que se sepa, PL nunca ha sido desmentida a lo largo de su historia.
Sin embargo, la objetividad no ha sido óbice para que sea un ejemplo de militancia informativa en las causas de los “condenados de la tierra”, en palabras de Franz Fanon. En silencio, en su trabajo diario ha puesto en práctica la frase célebre de su fundador, Jorge Ricardo Masetti: ser “objetivo, pero no imparcial, porque no se puede ser imparcial entre el bien y el mal”. Se atiene con rigor a los hechos y a los datos a la hora de narrarlos. Y al hacerlo se alinea en el lado de los intereses de los pueblos, en un escenario en el que éstos siempre están en disputa con los intereses transnacionales. De paso, sin pretensiones, Masetti y Prensa Latina, han puesto en la mesa de debate una respuesta a la ecuación objetividad, imparcialidad, equilibrio informativo, sobre la que tratadistas y especialistas liberales han escrito miles de páginas en un fallido afán por solventarla.
PL es parte de la estrategia de comunicación de la Revolución junto con otros medios impresos, radiales, audiovisuales y digitales, de alcance nacional e internacional, cuya operación evidencia un uso óptimo de estos, precisamente por la escasez de recursos materiales. Uno de ellos es, por ejemplo, Radio Habana Cuba, creada después del triunfo de la Revolución, cuyo papel, al igual que PL, ha sido gravitante en momentos políticos dramáticos de los pueblos de América Latina, África y Asia.
PL echa raíces en la tradición de comunicación política de los grandes momentos históricos de Cuba. En la Sierra Maestra operó Radio Rebelde, que sigue funcionando como tal. Más atrás en la historia, José Martí, fundó el periódico “Patria” para luchar por la independencia de Cuba del colonialismo español. El prócer cubano proponía un periódico que cumpliera el papel de unir a todos los sectores independentistas de la isla. “Nace este periódico… para contribuir, sin premura y sin descanso… para mantener la amistad entrañable que une, y debe unir… a los hombres… de todas las procedencias, que persistan en el sacrificio de la emancipación”, escribía en el primer número de ese periódico.
Más de medio siglo después, el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, según sus propias palabras, contaba con la colaboración de la prensa revolucionaria para luchar contra los enemigos de la Revolución, que buscaban desprestigiar el socialismo de su país.
Martí también había delineado la función ética de un medio de comunicación. “Patria”, debía servir para vivir en “la pasión de la verdad”. Fidel Castro puso sobre los hombros de medios de comunicación de su país la responsabilidad de ejecutar la Operación Verdad. Frente al interés de los adversarios de la Revolución de “desprestigiar el socialismo”, la tarea de prestigiarla corresponde a la prensa revolucionaria, sostenía. En esa tarea tiene su parte Prensa Latina.
rmh/lo
* Periodista. Magister en Comunicación Social. Universidad Andina Simón Bolívar, Ecuador. Licenciado en Ciencias de la Información. Universidad Central del Ecuador. Productor y conductor del programa de opinión La Oreja Libertaria, del Colectivo Espejo Libertario, en Radio Pichincha, Quito (LO)