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domingo 24 de noviembre de 2024
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La democracia herida por el odio (+Fotos)

Por Glenda Arcia*
Buenos Aires (Prensa Latina) El primer día de septiembre, la imagen de un hombre apuntando con una pistola a la vicepresidenta Cristina Fernández impactó a Argentina, que vio resurgir el odio y las amenazas a una democracia recuperada hace 39 años.

De inmediato, fotografías y videos del hecho inundaron los medios de comunicación de esta nación y el mundo, todavía pendientes de cada detalle o avance en las investigaciones sobre el caso.

Presidentes de diversos países, diputados, funcionarios y organizaciones sociales condenaron de inmediato lo ocurrido y expresaron su solidaridad con la ex jefa de Estado.

Miles de personas inundaron las principales avenidas de Buenos Aires y otras ciudades argentinas para denunciar el atentado y demandaron el cese inmediato de la violencia.

Sin embargo, unos pocos cuestionaron que realmente hubiese ocurrido un ataque y la dirigente de la opositora Propuesta Republicana (PRO), Patricia Bullrich, se negó a repudiarlo.

De repente, Argentina ya no fue la misma y crecieron las alarmas sobre el fortalecimiento de una tendencia extremista, alimentada por discursos de odio desde espacios políticos, judiciales y mediáticos.

Muchas veces en la historia, los magnicidios fueron prólogos de grandes tragedias. Quienes perpetraron semejantes acciones quebrantaron la paz y abrieron las puertas a enormes disputas sociales. Pueblos enteros sucumbieron detrás de esos profetas del odio, alertó el presidente Alberto Fernández durante su reciente intervención ante la Asamblea General de las Naciones Unidas.

La agresión contra la vicepresidenta no solo afectó la tranquilidad, sino que también buscó alterar una virtuosa construcción colectiva que el año entrante cumplirá cuatro décadas de vida, añadió.

El mandatario recordó que en 1983 el país recuperó la democracia e inició “un largo ciclo en el cual se alternaron en el Gobierno distintas fuerzas políticas”.

Construimos el acuerdo de Nunca Más al terrorismo de Estado y a la violencia política. Valoramos la democracia como un modelo de desarrollo social que exige respetar al otro. Estoy seguro de que la violencia fascista que se disfraza de republicanismo no conseguirá cambiar ese amplio consenso al que se adhiere la inmensa mayoría de los argentinos, aseveró.

LOS HECHOS

Alrededor de las 21:00, hora local, del jueves 1 de septiembre Fernando Sabag, de 35 años y nacionalidad brasileña, apuntó con una pistola a la cabeza de la también titular del Senado cuando ella saludaba a personas reunidas en las afueras de su domicilio en el capitalino barrio de Recoleta.

Aunque apretó el gatillo, el arma- que contaba con cinco balas- no se disparó y el individuo fue detenido por ciudadanos que lo entregaron a la Policía Federal (PFA).

Según el diario Página 12, el sujeto figura como chofer de servicio de transporte automotor urbano y suburbano, no regular, de pasajeros de oferta libre.

Su madre es argentina, fue detenido en 2021 por tenencia de arma impropia (un cuchillo de gran tamaño) y hay denuncias en su contra por violencia de género y maltrato animal.

Durante registros en su casa en la zona de San Martín, la PFA halló 100 balas y una laptop, la cual fue analizada junto a su teléfono móvil, cuya información se borró en manos de los peritos por una razón aún desconocida.

El individuo posee tatuajes con símbolos nazis como el sol negro y sus perfiles en redes sociales fueron eliminados después del hecho.

Reportes iniciales indican que la pistola Bersa que llevaba estaba apta para el disparo y fue usada poco antes del ataque, pero se investiga si un mal empleo por parte del agresor evitó que el proyectil entrara en la recámara y saliera.

Para algunos, fue un milagro.

 

El domingo 4 en la noche, oficiales de la Unidad de Investigación Antiterrorista arrestaron a su novia, Brenda Uliarte, luego de que fuera identificada en imágenes de cámaras de vigilancia ubicadas en las proximidades del apartamento de la ex jefa de Estado. Ambos fueron considerados por la jueza María Eugenia Capuchetti como coautores penalmente responsables del delito de homicidio calificado, agravado por el empleo de armas de fuego, alevosía y el concurso premeditado de dos o más personas, en grado de tentativa.

Además, enfrentan cargos por portación de arma de guerra sin la debida autorización legal, acopio de municiones, tenencia de documento nacional de identidad ajeno y falsificación.

Tras el análisis de un celular perteneciente a Uliarte, se supo que tuvo contacto con la ciudadana Agustina Díaz antes y después del ataque, por lo cual también fue detenida.

El día 14 los oficiales arrestaron a Gabriel Carrizo, posible líder de un grupo cuyo papel en la organización y ejecución de los hechos es investigado.

Como parte de las indagaciones, se conoció que después del atentado Carrizo publicó en su estado de Whastapp: ¡Seguro el próximo eres tú, Alberto (Fernández)! ¡Ten cuidado!”.

Por otra parte, fueron divulgados mensajes de Uliarte a Díaz donde la primera reconoce intentos anteriores de asesinar a la vicemandataria y su papel en la agresión del día 1.

“Hoy me convierto en San Martín, voy a mandar a matar a Cristina”, señala uno de sus textos publicados por Página 12.

Asimismo, habla de la preparación de acciones contra la Casa Rosada.

“¿Por qué falló el tiro? ¿Cómo mandaste a este tarado? Y después ¿se puso nervioso?”, respondió Díaz a su amiga.

También se analizan los vínculos entre los detenidos y las organizaciones Revolución Federal y Nación de Despojados, cuyos integrantes amenazaron a funcionarios y colocaron guillotinas y ataúdes cerca de la sede del Gobierno.

Capuchetti señaló que el plan para asesinar a la expresidenta se puso en marcha el 22 de abril de este año, cuando Uliarte compró la pistola empleada por Sabag.

Además, detalló que hubo un primer intento de ataque el 27 de agosto y “que el modo en que se ejecutó la maniobra investigada refleja la existencia de una cogobernabilidad del hecho por parte de ambos imputados”.

La determinación del modo, tiempo y lugar de su ejecución estaba previamente establecida por ellos. Si bien fue Sabag quien utilizó el arma contra la víctima, lo cierto es que Uliarte también tuvo activa participación, apuntó la jueza.

Indicó además que, a partir de numerosos informes, se constató la idoneidad del medio empleado para intentar matar a Cristina Fernández, acto “cuya concreción no ocurrió por razones ajenas a la voluntad de sus autores”.

La jueza determinó que hubo premeditación debido a la planificación previa y a las operaciones de inteligencia realizadas en los días anteriores al ataque.

Los implicados se hacían pasar por vendedores de algodones de azúcar para infiltrarse en manifestaciones de apoyo a la vicemandataria y recorrer las proximidades de su domicilio.

Además, hubo alevosía porque Fernández estaba indefensa en el medio de los militantes reunidos en las proximidades de su departamento y ante una persona que le quería disparar a 35 centímetros de distancia.

Por otra parte, concluyó que la pistola usada fue robada.

DEMOCRACIA EN RIESGO

Dos semanas después del atentado, en su primera comparecencia pública tras el suceso, la vicepresidenta agradeció el apoyo recibido e instó a reconstruir el pacto social establecido tras la última dictadura militar en este país (1976-1983).

Durante un encuentro con movimientos como Curas Villeros, Opción por los Pobres y Hermanas religiosas y laicas, la exmandataria aseguró que lo más grave no fue lo que le pudo pasar, sino la violación del acuerdo establecido por la sociedad desde hace casi 40 años.

Siento que estoy viva por Dios y por la Virgen, aseveró.

El retorno de la democracia significó recuperar la vida y la racionalidad de poder discutir de política y erradicar la violencia. Lo sucedido fue una ruptura y tenemos que volver a reconstruir urgentemente, afirmó.

Siempre hubo grupos de poder que quisieron eliminar a quien piensa diferente. Seis meses después del intento de asesinato al expresidente Hipólito Yrigoyen (1852-1933), se produjo el primer golpe militar en nuestro país (1930). Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla, alertó.

Los argentinos, opinó, tienen la obligación de retomar un camino que costó mucho.

Pocos días antes, una estatua del expresidente Néstor Kirchner (1950-2010) ubicada en la Ruta 7, en la provincia de Buenos Aires, había amanecido con varios orificios en el rostro aparentemente causados por balas y varios golpes en la cabeza.

Según el periodista, abogado y escritor Mario Wainfeld, “el magnicidio de Cristina pudo ocurrir a la vista de millones de ciudadanos. De no ser por algún detalle o milagro, Fernández habría sido asesinada y la patria se asomaría a un abismo sin precedentes y sin fondo”.

Cuesta sacudirse el horror. El hecho atroz aconteció en el momento menos pensado, pero se venía amasando desde hace tiempo, aseveró.

Durante los últimos meses, la presidenta del Senado recibió múltiples agresiones de grupos opositores que la tildaron de asesina, la amenazaron con la horca e incluso colocaron bolsas mortuorias con fotos suyas en los alrededores de la Casa Rosada.

El abogado Gregorio Dalbón precisó que presentaron el caso ante el juez Manuel De Campos, pero la causa fue demorada y éste se declaró incompetente.

Para Wainfeld, el odio se viene gestando desde hace años y tomó mayores proporciones luego de que el 22 de agosto el fiscal Diego Luciani solicitara 12 años en prisión para Fernández y su inhabilitación para cargos públicos por supuestas irregularidades en la licitación de obras en la provincia de Santa Cruz.

Tras ese suceso, el diputado del PRO Francisco Sánchez y el excandidato a concejal Román Gutiérrez pidieron que se le aplicara la pena de muerte.

Poco después, la Policía de la Ciudad colocó vallas en los alrededores de la casa de la exmandataria y reprimió con bastones, gases lacrimógenos y camiones hidrantes a quienes acudían a brindarle su apoyo.

De acuerdo con el politólogo Atilio Borón, nada fue casual: la mesa estaba servida para la aparición del magnicida y quienes cargaron las balas en la pistola de Sabag fueron los profetas del odio.

Borón indicó que el atentado fue el previsible corolario de años de ataques de todo tipo, durante los cuales la figura de Fernández fue escarnecida y difamada sin tregua por políticos, jueces, fiscales y medios de comunicación.

A su vez, el analista Alejandro Grisom aseguró que “resulta devastador imaginar lo sucedido si la bala hubiera sido disparada. Junto a la vida de Cristina se hubiera herido de muerte a la democracia y a la nación. Argentina existe hoy por un milagro”.

El atentado cambió el país. Lamentablemente. Vivimos hoy en uno que aún no conocemos. La seguridad de los líderes políticos ya no será igual, pero la dinámica del odio y de la violencia tampoco. El miedo y la contracción del espacio público son una inmensa amenaza para una democracia viva, advirtió.

Asimismo, consideró que solo un acuerdo amplio entre dirigentes sociales y políticos, que establezca garantías sólidas de respeto y libertad de expresión, sin proscripciones, podrá –junto a la movilización ciudadana y popular- evitar que un clima de violencia se perpetúe.

rmh/gas

*Corresponsal de Prensa Latina en Argentina

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