domingo 20 de abril de 2025

Francia y Argelia, vínculos marcados por las tensiones

París (Prensa Latina) El pasado colonial, la guerra de independencia, el tablero geopolítico y las complejidades de la diáspora colocan desde hace mucho tiempo nubarrones en los vínculos entre Francia y Argelia, relación que pasa por un momento tenso.

Por Waldo Mendiluza

Corresponsal jefe en Francia

A finales de agosto del 2022 el presidente Emmanuel Macron viajó a Argelia, donde con su par anfitrión, Abdelmadjid Tebboune, acordaron una hoja de ruta para relanzar unos nexos contaminados por las dolorosas huellas de la colonización gala (1830-1962) y de una guerra sangrienta que condujo al reconocimiento de la independencia del país norafricano.

Entonces, los mandatarios sellaron el pretendido camino hacia la reconciliación con un apretón de manos y la firma de un acuerdo de “asociación renovada”, que abarcó temas tan diversos como la migración, la seguridad, la energía, la investigación, el intercambio deportivo y la búsqueda de la verdad, entendiendo por esto la indagación sobre los crímenes de la época de la dominación.

Sin embargo, recientes acontecimientos han desviado el rumbo de aquel proceso, pese a que Macron y Tebboune conversaron por teléfono el 31 de marzo para tratar de volver a encarrilarlo.

Los jefes de Estado reiteraron la voluntad de renovar el diálogo fructífero que habían consagrado con la declaración de Argel, en 2022, resaltaron los fuertes lazos bilaterales, en particular los humanos, y apostaron por hablar de igual a igual desde sus intereses estratégicos y de seguridad, posturas recogidas en un comunicado conjunto.

EL DETERIORO

Fijar un punto de origen de la escalada podría resultar difícil, pero no pocos entendidos lo consideran el 30 de julio del año pasado, cuando Macron reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental, cuya independencia Argelia respalda.

La nación norafricana retiró a su embajador de París en respuesta y lamentó un paso “que ningún otro gobierno francés había dado” y denunció el reconocimiento a un hecho colonial.

Después el panorama no ha parado de degradarse y en octubre del 2024, Tebboune anunció la suspensión de su visita a Francia y abordó con dureza las relaciones, al evocar el crimen de genocidio cometido durante la colonia, que diezmó a la población argelina, y renovar el reclamo a la potencia europea de que limpie el daño causado por sus ensayos nucleares en el desierto en los años 60.

Unas semanas después, Argel acusó a París de utilizar sus servicios de inteligencia para sembrar inestabilidad, criterio negado por la otrora metrópoli.

Entre las situaciones que más marcaron los vínculos a finales del año pasado está una que aún sigue en la palestra, el arresto en noviembre en Argel del escritor franco-argelino Boualem Sansal, condenado el 27 de marzo a cinco años de prisión por delitos contra la seguridad del Estado, en particular contra la unidad y la economía.

A raíz de la conversación telefónica unos días después, Macron solicitó un gesto de clemencia a Tebboune, pero con la escalada de las tensiones el mismo parece alejarse, aunque algunos estiman que la liberación de Sansal podría llegar como un paso hacia el nuevo deshielo.

UN 2025 MUY COMPLICADO

En el año en curso las relaciones siguieron en picada, atizadas por la cuestión migratoria, un asunto bien sensible, al considerar que en Francia la diáspora argelina alcanza las dos millones 600 mil personas, de acuerdo con datos del tanque pensante Observatorio de la Inmigración y la Demografía.

La polémica en este ámbito alcanzó su nivel más álgido con el intento de París de expulsar a “influencers” argelinos señalados por diseminar en las redes sociales mensajes de odio y violencia.

El país norafricano no aceptó a esos individuos, con el caso de Doualemn como el más mediático, un “influencer” arrestado varias veces, la más reciente de ellas el 20 de marzo en la sureña ciudad de Montpellier.

La crisis llegó a incluir amenazas de la parte gala de denunciar la vigencia de los acuerdos migratorios de 1968, si Argelia insistía en no aceptar las expulsiones.

En este contexto de confrontación resaltó la figura del ministro del Interior Bruno Retailleau, un conservador que abogó por la mano dura y propició la elaboración de una lista de centenares de deportables, etiquetados como peligrosos.

La nación norafricana acusó a la derecha francesa de enturbiar la relación, que sufrió un nuevo golpe mediático con el ataque terrorista cometido por un argelino con orden de dejar Francia en la oriental ciudad de Mulhouse, acción que causó un fallecido y varios heridos.

A raíz del atentado, la líder de la extrema derecha Marine Le Pen demandó medidas radicales contra los islamistas, incluida la expulsión de imanes promotores de ideas extremistas y la ruptura de lazos con los países que apoyan a los fundamentalistas.

Cuando la crisis parecía indetenible, con la decisión de Francia de no permitir la entrada de determinados funcionarios argelinos, se produjo la conversación telefónica Macron-Tebboune y la calma retornó, pero por poco tiempo.

Después del diálogo de los mandatarios, el canciller Jean-Noël Barrot viajó a principios de abril al otro lado del Mediterráneo para trazar con su par argelino, Ahmed Attaf, el camino dirigido a retomar la cooperación.

TODO SE DERRUMBÓ

El fin de semana del 12 y 13 de abril la noticia avanzó como la pólvora, la Fiscalía Nacional Antiterrorista de Francia ordenó la detención de tres personas sospechosas por el secuestro en abril del año pasado del asilado opositor argelino Amir Boukhors, conocido como AmirDZ, entre ellas de un funcionario de uno de los consulados de Argelia.

Barrot y otras autoridades esgrimieron que el arresto no guarda relación con una decisión gubernamental y se enmarcaba en la independencia de poderes, explicaciones que no convencieron a la otra parte.

Argelia respondió con la expulsión de 12 diplomáticos galos adscritos al Ministerio del Interior y París replicó con idéntica medida y llamó a consulta a su Embajador.

En un comunicado, el Elíseo atribuyó a las autoridades de la nación norafricana “la responsabilidad por el deterioro brutal de nuestras relaciones bilaterales”.

Por su parte, el canciller Barrot consideró en la red social X injustificada e incomprensible la postura de Argel.

Sin embargo, el jefe de la diplomacia gala se mostró conciliador durante un foro en Marsella el 16 de abril, al afirmar que ambos países tienen un destino inevitablemente común como dos grandes naciones mediterráneas, con desafíos que solo podrán enfrentar juntas.

“En un momento u otro el diálogo deberá renovarse entre nuestras autoridades, más allá de un período de dificultades y tensiones (…), subrayó.

Desde Argelia, el secretario de Estado ante el Ministerio de Relaciones Exteriores, Sofiane Chaib, insistió en que la crisis en curso es el resultado de un complot de la extrema derecha francesa.

Chaib manifestó además a la prensa local que la respuesta al arresto de un agente consular fue soberana y proporcionada.

arc/wmr

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