Por Waldo Mendiluza
Corresponsal jefe en Francia
En la capital y en otras ciudades la fiesta bajo los cinco aros generó durante el verano emociones y un ambiente alejado de las tensiones y la polarización, sin que pueda asumirse que todos en suelo galo vivieron el magno evento con la misma intensidad.
Sin embargo, los éxitos de les Bleus en casa hicieron vibrar a millones, con las hazañas del nadador Léon Marchand y sus cuatro medallas de oro, las dos del judoca leyenda Teddy Riner, las victorias del rugby 7 y del voleibol para hombres, entre otras actuaciones.
París 2024 dejó 64 podios para los locales, 16 de ellos dorados, lo cual permitió un quinto lugar en el medallero general, en unos juegos con el protagonismo deportivo de Estados Unidos y China, ambos con una cosecha de 40 títulos.
Estadios llenos, inauguraciones y clausuras espectaculares, celebraciones populares, turistas de todas las partes del planeta y un despliegue de seguridad gigantesco caracterizaron también a las citas olímpica y paralímpica.
Los juegos fueron los primeros que cumplieron completamente con las reformas de nuestra agenda; más jóvenes, más urbanos, más inclusivos, más sostenibles y con plena paridad de género, afirmó el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, el 11 de agosto en la ceremonia de clausura.
El fin de la fiesta deportiva devolvió de inmediato al país a una realidad política tempestuosa, con un vacío de poder por la renuncia del primer ministro Gabriel Attal y su gabinete, aceptadas por el presidente Emmanuel Macron el 16 de julio, solo 10 días antes del comienzo de París 2024.
Francia fue escenario de dos elecciones importantes, la primera de ellas las europeas del 9 de junio, en las que el triunfo del partido de extrema derecha Agrupación Nacional (RN) y la derrota del oficialismo condujeron al mandatario a disolver la Asamblea Nacional y a convocar a comicios legislativos anticipados, el 30 de junio y el 7 de julio.
Un frente republicano formado a última hora entre la coalición gobernante, la izquierda y los conservadores impidió lo que parecía otro éxito en las urnas de RN que, de cualquier manera, alcanzó resultados históricos, con 11 millones de votos y 126 diputados, cifras que llevaron a su líder, Marine Le Pen, a cantar igualmente victoria.
Por su parte, el bloque de la izquierda Nuevo Frente Popular, integrado por insumisos, socialistas, ecologistas y comunistas, se declaró vencedor, al sumar más de 190 escaños en un hemiciclo fragmentado, ya que todas las listas quedaron lejos de la mayoría absoluta en la cámara baja, fijada en 289 parlamentarios.
Macron no salió tan mal parado en las legislativas como lo sugerían las encuestas, al sacar la coalición presidencial 166 diputados, aunque sin poder borrar la etiqueta de derrotado ni evitar las consecuencias del proceso.
¿INGOBERNABILIDAD?
Las legislativas de julio desencadenaron un seísmo político, y desde entonces el panorama no ha dejado de complicarse, hasta una crisis política que roza la ingobernabilidad con invitaciones a alianzas inéditas, por las distancias ideológicas entre los actores principales: el oficialismo, la extrema derecha, la izquierda y los conservadores.
El Nuevo Frente Popular reclamó el derecho a proponer al primer ministro sustituto del dimitente Attal, con el nombre de la economista Lucie Castets sobre la mesa, pero Macron optó por designar al político de 73 años Michel Barnier, otrora jefe negociador de la Comisión Europea con el Reino Unido por el Brexit.
Barnier formó un gobierno bien inclinado hacia la derecha, con figuras del partido conservador Los Republicanos, su familia política, gabinete sin representantes de la izquierda y de RN.
Con la fragilidad como rasgo, el gobierno no sobrevivió a los avatares de las discusiones del Proyecto de Ley de Presupuesto del Estado para el 2025, una iniciativa marcada por medidas de austeridad y la meta de ahorrar 60 mil millones de euros, con el alegado propósito de hacer frente a unas finanzas públicas diezmadas por la deuda, que debe rondar o superar seis por ciento al culminar el año.
Tanto la izquierda como la extrema derecha fustigaron el texto en nombre de la defensa de los bolsillos de los sectores más vulnerables y de la clase media.
Consciente de la falta de apoyo al proyecto, el primer ministro apeló el 2 de diciembre al artículo 49.3 de la Constitución, que permite adoptar normas sin el voto parlamentario, para aprobar el Presupuesto de la Seguridad Social, paso que precipitó su caída.
Solo dos días después, 331 diputados apoyaron en la Asamblea Nacional una moción de censura presentada por el Nuevo Frente Popular y acompañada por RN, la cual consideró insuficientes las concesiones realizadas a la extrema derecha por el jefe de Matignon.
Macron aceptó la renuncia de Barnier el 5 de diciembre y prometió en una alocución televisada no demorar en la designación de su sustituto, el reemplazo de Attal tardó 51 días, y encargarle la formación “de un gobierno de interés general”.
Así transita Francia por los días finales del 2024, entre consultas, advertencias y la no participación de La Francia Insumisa y la extrema derecha en unas negociaciones que más que un gabinete de consenso, parecen dirigidas a construir uno que escape de la latente amenaza de la censura.
En medio de este torbellino y de tanta incertidumbre, una buena noticia se hizo sentir con fuerza, la reapertura el 7 y el 8 de diciembre de la catedral Notre-Dame de París, rescatada por las llamas del voraz incendio que el 15 de abril del 2019 estuvo a escasos minutos de destruirla.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1991, el templo gótico testigo de 860 años de historia regresó rejuvenecido más de un lustro después del trágico suceso, con una estructura reluciente, los frescos, las esculturas y los vitrales retocados y la aguja reconstruida, tras colapsar ante el fuego la diseñada en 1844 por el arquitecto autodidacta Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc.
Varios otros acontecimientos externos e internos incidieron de manera significativa en Francia durante el año que termina, desde su papel en el conflicto entre Rusia y Ucrania hasta las reacciones a los ataques de Israel contra la Franja de Gaza y El Líbano y las movilizaciones sindicales en reclamo de mejores condiciones de trabajo y salario.
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