Por Mariela Pérez Valenzuela
Corresponsal jefe en República Dominicana
Aunque la campaña sigue calentando el ambiente a pocos días que inicie la veda electoral el 16 de mayo y de los comicios previstos el 19, los números de este año preocupan a las autoridades de los nueve partidos políticos representados en el próximo ejercicio para elegir presidente y congresistas.
En 2020, el presidente saliente Luis Abinader y su compañera de boleta, Raquel Peña, ganaron con el 52,52 por ciento de los votos válidos, pero la abstención se situó en 45 puntos porcentuales, la más alta en los últimos 25 años, hasta cierto punto lógica debido a la Covid-19.
La interrogante hoy es si en situaciones normales pudiese ocurrir otro tanto.
El argumento de especialistas es que la ciudadanía desconfía de los aspirantes, quienes prometen una transformación política y significativa durante sus campañas, pero que son incumplidas en el transcurrir de sus gobiernos.
Una reciente investigación de Encuesta Barómetro de las Américas arrojó que un 62 por ciento de la población dominicana expresó desconfianza en la clase política.
El que parece menos preocupado por las cifras es el jefe de Estado, quien aspira a reelegirse por el oficialista Partido Revolucionario Moderno (PRM).
En su opinión, el abstencionismo no es tan alto como planean alarmados algunos sectores, pues hay un dato muy significativo obviado, dijo poco después de conocerse el resultado de las municipales, en las cuales fueron electos alcaldes, vicealcaldes, regidores, directores, subdirectores, y vocales.
Para el mandatario, a la hora de sacar el porcentaje no fueron tomados en cuenta los inscriptos en el exterior, los cuales, solo pueden elegir al presidente, su vice y los legisladores.
En tono optimista, Abinader explicó que el padrón es de 8.1 millones de personas, de los cuales 870 mil residen en el extranjero.
Ello significa, dijo, que no es el 53 por ciento de ausentismo que planteó la Junta Central Electoral (JCE), sino un 48,2 por ciento (de por sí elevado)
Para el diario El Día, el meollo del abstencionismo está en la formulación actual de los procesos electorales, ya que los tres niveles de gobernabilidades fueron separados en 1996.
A partir de esa fecha, las municipales coincidieron con las congresuales cada cuatro años desde 1998 hasta 2010 cuando los funcionarios de ambos niveles tenían períodos de seis años.
El 15 de mayo de 2016, hubo comicios para los tres cargos (presidenciales, congresuales y municipales) y de manera inesperada la abstención fue de 31 por ciento, más alta que en las presidenciales de 2012 (28 por ciento).
Entonces se tomaba en cuenta la asistencia, aunque se votara por uno solo de los propuestos en la boleta.
El Día recordó que hace cuatro años, se determinó que las municipales, por primera vez, se celebraron en fechas diferentes a las presidenciales y legislativas.
Lo que sí indicó el rotativo es que el alto ausentismo no puede ser atribuido a un hecho natural, de fuerza o técnico que impidiera el ejercicio libre de un derecho. Quien no votó, precisó en un editorial, no quiso hacerlo o no pudo por una razón personal.
Para explicar la baja participación ciudadana, la socióloga y profesora Elsa Alcántara, afirmó que “En general, hay un desencanto de la política… un sector importante de la población no ve que haya diferencias importantes entre la dirigencia de un partido u otro que repercuta en el bienestar de la sociedad”.
En su opinión, “se espera que cualquiera que llegue al poder podrá provocarnos la misma decepción que sufrimos en el periodo anterior originado en la falta de confianza en lograr una transformación política y social significativa a partir de las elecciones”.
La psicóloga Maffel Santana, del Instituto Tecnológico de Santo Domingo, refirió que en los municipios con grandes cantidades de votantes la comunicación es mucho más compleja, por lo que los candidatos no llegan a todo el territorio de manera efectiva y son en ocasiones unos desconocidos.
Santana aseguró que la falta de formación en temas cívicos en el nivel preuniversitario en especial sobre el ejercicio de ciudadanía y valores democráticos también impactan, argumentó, en las decisiones políticas de la sociedad.
Analistas consideran que las autoridades municipales carecen de dinero propio para el bienestar colectivo, ya que, aunque tienen un presupuesto asignado este resulta muy limitado para el desarrollo de sus funciones.
La centralización de las acciones del gobierno nacional en temas presupuestarios y en la ejecución de políticas públicas mantiene a los líderes de municipios sin un accionar concreto en los problemas de sus demarcaciones.
Lo que podría hacer la diferencia el domingo 19 es que tanto los partidos mayoritarios opositores y el oficialista PRM encantaran a sus electores que antes votaban y ahora no lo están haciendo, e integrar al proceso a quienes no lo han hecho.
Una tarea que quizás tenga pocos frutos si se considera que faltan pocos días (el 16 cierra la campaña) para que suene el campanazo de apertura de los colegios donde la presencia de los votantes es aún una incógnita.
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