Para la filóloga Ruth Lelyen, la autora aún cautiva a los lectores contemporáneos -Orgullo y prejuicio, su texto más popular, ha sido traducido a 35 idiomas- por el abordaje de temáticas universales y las resonancias humanas de los personajes.
A su juicio, el amor, las relaciones familiares, la amistad, las parejas, el matrimonio y las clases sociales, “son realidades relevantes en el cotidiano actual”, en este sentido, “los protagonistas de Austen se enfrentan a los mismos dilemas que afrontamos día a día”.
En declaraciones para Escáner, la especialista significó que “muchos de nuestros anhelos y búsquedas están en ellos, lo cual nos hace quererlos de manera entrañable”, no obstante, “tras toda esa imagen de aparente ligereza se realiza una aguda y singular crítica social”.
La filóloga Yailemis García, por su parte, señaló que la seducción de las obras de Austen radica también en “la franqueza, sencillez y maestría con las que es capaz de explorar su ambiente y, sobre todo, de transmitirlo y hacerlo vivir/sentir en cada línea”.
“Cuando lees una de sus novelas parece como si uno se teletransportara sin escala y sin máscaras a esa sociedad inglesa de principios del siglo XIX. Creo que su encanto parte muchísimo de este aspecto: su capacidad para hacernos sentir allí, cuando en realidad estamos aquí y ahora”, aseguró.
VIGENCIA DE SUS NOVELAS
Austen, nacida el 16 de diciembre de 1775, trasciende como una de las fundadoras de la novela moderna y, si bien solo publicó cuatro textos de ese tipo, los dos primeros tuvieron un gran éxito, incidieron en otras de ese género y tienen además versiones cinematográficas.
Es oriunda de una pequeña localidad de Steventon, en el sur de Inglaterra, escenario de inspiración de sus textos y, aunque su prosa refiere historias de amor trascendentales, nunca estuvo oficialmente casada en una época donde era imposible ascender sin el matrimonio.
Bajo su firma apareció la novela Sensatez y sentimientos, en la cual transmite, con cierta sutileza e ironía, las opciones de la mujer en una sociedad rigurosa, donde el éxito o el fracaso dependían de la elección del hombre.
Tras su difusión en 1811, Austen escribió -inicialmente de forma anónima- Orgullo y prejuicio (1813); en esta, su obra más popular, visibiliza la vida de la burguesía inglesa del siglo XIX, desde la perspectiva de dos familias muy diferentes.
Luego vieron la luz Mansfield Park -valorada como su novela más densa y compleja-, en 1814, y Emma, en 1815, a las cuales siguieron otras dos, publicadas después de la muerte de la escritora británica, el 18 de julio de 1817, Persuasión y La abadía de Northanger.
De acuerdo con Ruth Lelyen, en su crítica -especialmente a las restricciones impuestas a las mujeres-, Austen emplea “diálogos ingeniosos, situaciones cómicas y descripciones muy precisas que trasladan al lector a sus contextos”.
Por tanto, “no es exagerado decir que el humor trasciende la época a partir de la modernidad de sus planteamientos y la vigencia de las estructuras sarcásticas”, ello “resulta muy atractivo para el público, que logra reflexionar de una manera entretenida, sin caer en moralismos evidentes”.
¿QUÉ NOS DICE AUSTEN?
Lelyen distingue, asimismo, el tratamiento de los personajes femeninos en las novelas de Austen. Además de registrar con detalles y perspicacia las costumbres y valores de su época, la autora refleja a una mujer que intenta “imponer su autenticidad en un mundo dominado por hombres”.
En este sentido, resulta perceptible la exploración de tópicos como la independencia, libertad para amar y elegir pareja, y roles igualitarios a lo interno del matrimonio; también, durante la trama acontece una evolución psicológica desde los distintos conflictos y las experiencias de vida.
Destacan la elegancia y precisión de su prosa y el uso magistral del recurso de la sutileza; de igual manera, resalta como una de las escritoras más célebres de la literatura occidental, entre otras razones, porque revolucionó la novela al dejar atrás las grandes historias heroicas.
Como consecuencia, en consideración de la entrevistada, podemos hablar de un antes y un después en la narrativa, en cuanto al desarrollo psicológico de sus personajes. Sumado a ello, “estamos en presencia de protagonistas femeninas inteligentes, fuertes y que sirven como modelo a seguir”.
Emerge “una voz nueva y distintiva, que combina sensibilidad y romanticismo con humor e ironía en sus variantes más exquisitas. De ahí que sus historias logren, simultáneamente, hacer pensar y entretener a los lectores, lo que le granjeó un lugar relevante en el canon literario”.
Sobre este asunto, Yailemis García recordó que ser mujer y escritora “no era posible imaginarlo en aquel entonces”, de hecho, ella “no firmó en un primer momento sus obras por los inconvenientes que podría acarrearle; tampoco usaba un seudónimo masculino, como era común”.
Según opinó, sus obras constituyen un desafío directo a los clásicos valores tradicionales.
“El ejemplo más evidente de ello es que las protagonistas leen; no existe un acto de liberación más trascendental que este para una mujer que vive en una sociedad de arraigados principios morales y en donde su papel se veía restringido solo a casarse bien y atender a la familia”, puntualizó.
UNA ESCRITORA ¿REVOLUCIONARIA?
Ruth Lelyen consideró que, en el contexto de una sociedad determinada por patrones patriarcales, la obra de Austen puede, sin dudas, considerarse como revolucionaria.
“En primer lugar, da voz a las mujeres de su época, y lo hace de la manera más valiente: las eleva como protagonistas y muestra todos sus sentimientos, ideas, análisis sobre la realidad que les rodea y elecciones”, agregó.
Unido a ello, no solo libera a las féminas del lugar secundario al que estaban relegadas, sino que “las muestra complejas, fuertes, decididas, auténticas, sagaces y capaces de cuestionar su entorno y a los propios hombres mediante la ironía”.
En consideración de Lelyen, esta es una ruptura importante con las convenciones sociales y artísticas que le preceden, incluso, las del propio período decimonónico, durante las cuales se priorizaron las perspectivas masculinas.
Como conclusión, la filóloga destacó que la constante en sus historias es el desafío femenino a las expectativas sociales, “moldeando un tipo de mujer inteligente, librepensadora y autónoma que puede servir como pauta a seguir”.
Suma el cuestionamiento agudo respecto a la falta de oportunidades de las mujeres y la desigualdad de género, así como plantea “la importancia de que estas tengan independencia para tomar decisiones y luchen por sus derechos”.
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