Desde muy temprano se interesó en la política, la lucha por la igualdad y el derecho al voto, e impulsó el movimiento femenino en la socialdemocracia alemana.

Por esa época se mudó a la ciudad de Leipzig para cursar estudios de profesorado; allí se relacionó con los emigrados rusos, entre ellos, su futuro esposo Ossip Zetkin.

Tras finalizar sus estudios, entró en 1874 en contacto con el movimiento obrero y femenino en Alemania, para luego ingresar al Partido Socialista de los Trabajadores (SAP) en 1878.

En 1881 se afilió al Partido Socialdemócrata, poco después prohibido por el canciller alemán Otto von Bismarck, hecho que la obligó a autoexiliarse en Suiza y París, donde tuvo acercamiento con múltiples líderes socialistas.

Su activismo en favor de los derechos humanos la llevó a prisión poco menos de un año, tiempo en el cual no pudo intervenir activamente en su movimiento social, pero que sirvió para arraigar su ideología feminista y socialista, al decir del máster en Ciencias Carlos Javier Peguero, profesor de la Facultad de Historia de la Universidad de La Habana (UH).

Fue promotora del derecho al voto entre las féminas, defendió la lucha por el mantenimiento de la paz, contra la carestía de vida y por los seguros sociales para los niños y las mujeres.

Desde su trinchera de periodista, oradora y política combatió las leyes antisocialistas de Bismarck y participó activamente en política desde la temprana edad de 20 años.

Fue delegada de las mujeres socialistas de la “BerlinerWolk-Tribune”, en la II Internacional, y en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague, 1910.

En ese foro propuso establecer el Día Internacional de las Mujeres, aprobado por más de 100 delegadas de 17 países y que hasta hoy trasciende como una forma de homenajear las constantes luchas de ese sector poblacional, primero para ganarse un espacio en la sociedad y luego para mostrar eficiencia en aquellos frentes hasta entonces reservados a los hombres.

Zetkin es acogida por su amigo Lenin en Rusia en 1920 y en ese primer viaje a tierra eslava trabaja junto a él en la preparación de la III Internacional Comunista, comentó a Escáner de Prensa Latina el profesor Peguero.

Aún cuando residía en Moscú gran parte del tiempo por su mal estado de salud, ejerció como Diputada en el Reichstag entre 1922 a 1933 en un entorno marcado por el ascenso de las fuerzas más reaccionarias en Alemania, que les permite dominar las posiciones más importantes de la política y el Estado.

En ese contexto surge la figura de Adolfo Hitler, con sus ideas fascistas, racistas y hegemónicas, recordó el catedrático de la UH.

Documentos de la época reseñan que, con los nazis como primera fuerza política, el 30 de agosto de 1932 el Reichstag abría sus sesiones en solemne ceremonia y le correspondía al diputado de más edad pronunciar el discurso de apertura, en este caso a Clara Zetkin.

Los nazis utilizaron varias artimañas para que ya mayor, con 75 años, no asistiera, incluso la amenazaron de muerte, pero ella fue.

Con lentos pasos y sostenida por dos compañeros avanzó hacia el estrado, donde enferma, casi ciega, con voz rasgada, pronunció su último discurso.
Sus lapidarias palabras resultaron una contundente denuncia contra el nazismo en pleno auge, de acuerdo con la prensa de la época.

El 20 de junio de 1933, a la edad de 76 años, murió en un sanatorio de Archangelskoje, cerca de Moscú. Su cuerpo fue sepultado en las murallas del Kremlin.

Su pensamiento trascendió la época y permitió, en sociedades con basamentos socialistas, que las mujeres ocupen, por derecho, lugares cimeros en la estructura social.

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