Su prestigio se inscribe en los anales de la biotecnología moderna, o sea, el uso de la ingeniería genética y las técnicas de ADN recombinante para obtener medicamentos, vacunas y pruebas diagnóstico.
Cuba, con mucha visión de futuro y necesitada de salir adelante a pesar del bloqueo económico impuesto por Estados Unidos, emprendió en los años 80 del pasado siglo el camino para apoderarse de esas tecnologías, casi patrimonio exclusivo de países desarrollados.
Con desvelos, anhelos, perseverancia y muchas esperanzas un pequeño equipo de médicos y biólogos cubanos, con la ayuda de investigadores estadounidenses y finlandeses, logró por primera vez en mayo de 1981 el interferón Alfa2b leucocitario.
“Ello resultó ser un excelente ejemplo de cooperación internacional, eficiente y sin fines de lucro, guiado por la voluntad de aportar nuevas soluciones a la terapia de las enfermedades humanas, además de la prevención de estas, por los descubrimientos alentadores de Carlos J. Finlay”.
Tales palabras del miembro emérito de la Academia Hassan II de Ciencia y Tecnología de Marruecos, Albert Sasson, elogiaron ese momento en el prólogo del libro Fidel, interferón y biotecnología cubana, del doctor Manuel Limonta Vidal, líder de ese grupo protagonista de aquella aventura científica.
En ese momento se consideró al interferón Alfa2b leucocitario la cura mágica del cáncer. No ha sido así pero sigue siendo una pieza terapéutica importante para el tratamiento de enfermedades virales y de origen tumoral.
Así lo expresó a Prensa Latina para su espacio Escáner la directora general del CIGB, Marta Ayala Ávila, quien calificó ese logro de punto de partida para la creación de un conjunto de instituciones destinadas a la investigación, producción y comercialización de los productos biotecnológicos.
De ello surgió en 1982 el Centro de Investigaciones Biológicas (CIB) como primer exponente del proceso inversionista del que nacieron más de 50 instituciones dentro de las cuales se destacó el CIGB, como insignia de un complejo que en 2012, junto con la industria farmacéutica, conformó el Grupo Biocubafarma.
Con la creación del CIGB y la paulatina integración de todos los centros científicos dedicados a la biotecnología, Cuba creó las capacidades necesarias para la aplicación de las más avanzadas técnicas biotecnológicas en la obtención de productos como el factor de crecimiento epidérmico para el tratamiento de quemaduras.
También comenzó la generación de distintos tipos de interferones, gammaglobulinas específicas, entre las cuales se resalta la empleada contra la epidemia de meningoencefalitis meningocóccica, y derivados de la sangre como el Intacglobín, de elevada eficacia en el tratamiento de infecciones severas, en especial para niños inmunodeprimidos.
Más tarde se sumaron la Estreptoquinasa recombinante, el trombolítico de mayor uso en la reperfusión coronaria (restablecimiento del flujo coronario normal) y el policosanol o PPG, de gran utilidad en el tratamiento de la hipercolesterolemia, productos todos generados por la creciente industria biofarmacéutica cubana con relevantes resultados, tanto para la medicina como el sector agropecuario e industrial.
La doctora Ayala destacó que el CIB domina diferentes plataformas tecnológicas con la posibilidad de obtener proteínas recombinantes, anticuerpos monoclonales, moléculas por síntesis peptídicas, vacunas preventivas y fármacos para el cuadro básico de medicamentos.
En tal sentido mencionó a la Heberbiovac HB, vacuna recombinante contra el virus de la hepatitis B, aplicada desde 1992 en el programa ampliado de inmunización a la población de riesgo y la infantil, lo que ha permitido que desde el 2000 no se reporte un menor de 15 años positivo a esa enfermedad.
“También disminuyó la tasa de incidencia en adultos, lo que quiere decir que estamos a la puerta de eliminar la circulación del virus en Cuba, al tiempo que se protege a las personas de desarrollar determinados tipos de cáncer como el de hígado”, significó Ayala, quien es licenciada en Bioquímica.
El CIGB tiene la responsabilidad del proceso final de la vacuna contra la Haemophilus Influenzae tipo B, la primera a nivel mundial creada por antígeno sintético que reduce la incidencia de neumonías por ese patógeno, creada entre el Centro de Antígenos Sintéticos, el Instituto Finlay de Vacunas y la Universidad de Ottawa.
“Contar con las vías para generar inmunógenos por ingeniería genética y síntesis química, nos permitió crear la vacuna pentavalente Heberpenta-L contra la difteria, tétanos, tos ferina, hepatitis B y Haemophilus influenzae tipo b, que incrementa la cobertura de vacunación y disminuye los riesgos de inyecciones no seguras”.
Al CIGB le pertenece el mérito de haber creado el Heberprot P, única terapia para la cicatrización de las úlceras del pie diabético, que por más de 10 años está incluido en el programa de atención integral a los diabéticos cubanos y el del Buen Vivir Diabético de Venezuela.
Está posicionado en Colombia, Turquía, Rusia, tiene registros sanitarios en países árabes y se trabaja para que accedan a él pacientes de otras latitudes teniendo en cuenta que la diabetes es una enfermedad crónica presente en todo el mundo. En general unas 400 mil personas han sido beneficiadas con este medicamento en Cuba y otras naciones.
Investigaciones con otras formulaciones, como la nanotecnología, permitirán aplicar al Heberprot P en otras úlceras complejas como las escaras, y las venosas generadas por trastornos vasculares.
La directora general del CIGB destacó que sin los recursos humanos debidamente formados y comprometidos hubiera sido muy difícil para Cuba apropiarse de estas tecnologías y alcanzar el desarrollo biotecnológico actual en función de la salud humana, vegetal y animal, y generar productos innovadores y patentables en diferentes países.
“Nuestro mayor aporte a la ciencia y biotecnología es demostrarle al mundo que un pequeño país con la unión de investigadores, científicos, médicos, técnicos, ingenieros y economistas puede obtener los resultados que hoy mostramos”.
De ello fue prueba el enfrentamiento a la Covid-19, que nos permitió probar nuevos productos como el Nasalferon (lnterferón alfa 2b de aplicación nasal para la profilaxis ante la infección por SARS-CoV-2) y el Jusvinza para controlar la hiperinflamación, regular la respuesta inmunitaria y reducir el riesgo de mortalidad.
“Para el CIGB, la vacuna Abdala fue su mayor reto frente a la Covid-19, había que vacunar a todos los cubanos con un producto muy eficaz, probado en estudios y ensayos clínicos de altísimo rigor científico. Mientras con Mambisa, otro candidato vacunal, continúan los estudios para demostrar su poder de inmunización por vía nasal”, señaló Ayala.
“La pandemia nos sobrevaloró de cara a la población cubana, lo cual fue hermoso y le hizo justicia a toda la inversión realizada en el campo de la biotecnología, lo cual preparó al país para enfrentar cualquier contingencia en la salud y la seguridad alimentaria bajo el principio de Una Sola Salud”, puntualizó la también licenciada en Ciencias Biológicas.
CUBA, UNA REVOLUCIÓN EN AGROBIOTECNOLOGÍA
“Cuba cuenta hoy con la única vacuna registrada y comercializada en todo el mundo para el control de las garrapatas del ganado bovino, el principal vector de transmisión de enfermedades en esos animales”, dijo a Prensa Latina en entrevista exclusiva Mario Pablo Estrada García, director de Investigaciones agropecuarias del CIGB.
El país dispone de más de 100 instituciones científicas dedicadas a la biotecnología agropecuaria, por cuya labor la isla se erige actualmente como un ejemplo a nivel mundial en cuanto al uso de bioproductos y la sustitución de los químicos dedicados a la producción agrícola.
Estrada García, de formación físico nuclear, biólogo molecular e ingeniero genético destacó la obtención de Gavac, inmunógeno contra la garrapata del ganado bovino.
Dicho fármaco es capaz de disminuir en más del 80 por ciento el uso de químicos sobre el ganado para controlar las garrapatas, que son el principal vector de transmisión de enfermedades, fundamentalmente las hemoparasitarias, que causan la muerte de los animales.
Actualmente la vacuna está registrada en ocho países: México, Panamá, Nicaragua, Colombia, Brasil, Venezuela, Bolivia y Ecuador, y hay solicitudes de registro en más naciones, apuntó.
Estrada resaltó que ese inmunizante cubano no tiene competencia en el mundo, y que en 2012 el Centro de Control de Parásitos en el bovino de Texas publicó un artículo donde se acreditó que este producto controla el 99 por ciento de las garrapatas en el ganado, y sugirieron su uso en la frontera entre México y Estados Unidos.
“Es un resultado fehaciente de lo que son capaces de hacer la ciencia y los científicos cubanos a pesar del bloqueo económico de Estados Unidos contra la isla”, apostilló Estrada.
También, Cuba desarrolló una vacuna contra el cólera porcino, la principal amenaza zoonótica que tiene el cerdo es la peste porcina clásica, un virus muy letal. Es que los proyectos científicos dirigidos a la salud animal desarrollan vacunas veterinarias para evitar la muerte y la transmisión de enfermedades en los animales.
Igualmente, está en curso el desarrollo de una nueva vacuna contra la enfermedad hemorrágica del conejo, un germen que afecta a estos animales con una mortalidad muy alta.
Para 2024, están previstos los estudios de Fase I, II y III para el registro de este producto biotecnológico. También se trabaja en vacunas para combatir la brucelosis bovina e infecciones que afectan a los animales de compañía.
Actualmente los proyectos de nueva generación que se llevan a cabo en Cuba buscan insertar en las líneas de investigación la edición de genoma de las plantas, una nueva forma de modificación genética.
Es un nuevo proceso de la biotecnología y la ingeniería genética que hace innecesaria la transgénesis para mejorar las variedades de plantas.
En el caso de la biotecnología referida a la agricultura, se investiga en el mejoramiento genético de las semillas. Por ejemplo, hay semillas capaces de lograr un maíz hibrido simple transgénico, con un aumento potencial de la productividad equivalente a más de 10 toneladas por hectárea.
Se ha probado en varias provincias cubanas, desde Ciego de Ávila hasta Pinar del Río, y en diferentes tipos de suelos con resultados sobresalientes, mayores de seis toneladas por hectárea en todos los casos.
Los especialistas trabajan igualmente en el mejoramiento genético de la caña de azúcar, el frijol, el control de enfermedades en los cítricos y el desarrollo de diagnósticos de las principales alteraciones que presentan los cultivos fundamentales del país.
En el caso de la biotecnología aplicada a la industria, se labora fundamentalmente en dos líneas: la obtención de enzimas industriales que puedan favorecer el desarrollo de la producción azucarera y aumentar el valor del azúcar.
Ejemplo de ello es la búsqueda de enzimas capaces de transformar la sacarosa y lograr un azúcar cuya composición la hace hipocalórica y más saludable, pues no provoca el aumento de peso, además de prebiótica, o sea, beneficia el desarrollo de microorganismos favorables para el cuerpo humano y no permite el crecimiento de Escherichia coli y estreptococos.
Otras investigaciones incluyen enzimas para favorecer la digestibilidad de los alimentos en los animales, la calidad del azúcar y del proceso para su obtención.
Entre tanto, el CIGB de Camagüey, al este de La Habana, produce las vacunas veterinarias, y el de Sancti Spíritus, en el centro del país, fabrica todos los sistemas de diagnóstico para las embarazadas, así como para tratar otras enfermedades que afectan a los humanos y también a los animales.
arb/abm/crc