Víctor Ego Ducrot*, colaborador de Prensa Latina
Se transformó en pieza magnífica de la magnífica narrativa estadounidense. Durante toda su vida le apasionaron las profundidades a veces trágicas del amor y los seres de su Sur natal. Sigue siendo de culto.
El título y el párrafo anterior son simplemente porque sí. Por esas cuestiones de las resonancias con que nos marcan las lenguas, las escrituras, las lecturas. Cuando decidí escribir este texto claro que sabía su porqué, pero no supe ni sabré por qué recordé aquella obra magnífica de una escritora excepcional.
Entonces me dije, ese título merece un artículo, y aquí está…
Ocurrió durante la madrugada de 12 de este mes. Después de ver desde la TV de Buenos Aires, la pelea por la clasificación para la disputa del título mundial AMB de los súper cruceros, es decir los que se pasaron de libras o kilos para ser cruceros y les falta para ser semipesados. Se fajaron Julio Cesar La Cruz, el cubano con todos los oros del boxeo olímpico, y el montenegrino Dilan Prasovic.
Aunque Prasovic tumbó a La Cruz al inicio del combate, el cubano se recuperó para derribar al montenegrino por cuatro veces con su contundente pegada y en el tercer episodio se alzó con la fase final eliminatoria hacia el título del orbe de la AMB, decían, escuetas, sin temple ni pasión, las primeras crónicas a minutos de finalizado el combate.
Se comprende. Son textos de agencias de noticias, breves, desangelados como decían los manuales del siglo pasado, los del telégrafo y el télex. El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos.
Soy periodista y lector una y otra vez del libro Combate, la obra maestra de la escritura sobre boxeo del genial Norman Mailer (1923-2007). Sin embargo cuando las peleas son como las que promete una cartelera que presenta al camagüeyano La Cruz, me es imposible no verlas y escribirlas como un fanático de las tribunas. ¿Acaso no somos todos un poco hijos de esa pasión que fue y es solaz gracias a Mohammed Alí y Teófilo Stevenson?
Ya sigo. Pero antes, recordar que en su texto, publicado en 1975, Mailer narra aquella pelea histórica, gigante, entre Mohammed Alí y George Foreman, en Kinshasa, Zaire, en 1974…
Para que no crean que escribo después de haberme comido un aperca limpito en el mentón, ahora comento algo sobre el título y la novela de McCullers.
Y si suponen que semejante ocurrencia para esta crónica de trasnoche es cuestión de trasnochados, se equivocan, al menos si recuerdan a mis compatriotas de la escritura en serio, Roberto Arlt (1900-1942) y Julio Cortázar (1914-1984), entre tantos.
Arlt nos decía que hay que escribir como si lanzásemos un cross a la mandíbula, y en su relato El noble arte, Cortázar narra aquella pelea inolvidable en la que el argentino Miguel Ángel Firpo sacó del ring a un incrédulo Jack Dempsey: Una noche me tocó involuntariamente dejar estupefacta a una señora que me preguntaba cuáles eran los grandes momentos del siglo XX que me había tocado vivir. Sin pensar, como siempre que voy a decir algo que está realmente muy bien, contesté: Señora, a mí me tocó asistir al nacimiento de la radio y a la muerte del box”. La señora, que usaba sombrero, pasó inmediatamente a hablar de Hólderlin…
Y cuando el confiado La Cruz cayó por un cross a la mandíbula, mi corazón y el de muchos quedaron como cazadores solitarios, abandonados.
Por un instante se lo vio perdido. Jamás podrá él explicar de dónde sacó alma no sólo para aguantar más de un minuto, que debieron parecer horas, sino para devolverle la gentileza al mastodonte montenegrino y sentarlo de culo, antes de que sonase la campana que hasta ese momento era su (nuestra) única salvación.
La Cruz se levantó para acompañar a los corazones solitarios que en ese momento inesperado habitaban el rinsai del Meliá Internacional de Varadero, Cuba, y de los miles que siempre lo queremos ver ganar y de los tantos que aunque no sean sus fanáticos, lo admiran, cada uno frente a las pantallas de su televisor, en este mundo global que nos ilusiona y engaña con eso de que todos estamos tan cerca.
Tras el rincón, los banquitos y la campana, volvieron al centro del ring. Y La Cruz no perdonó el atrevimiento de Prasovic, ni su destrucción. Tres mandobles del cubano. El de los Balcanes tres veces a la lona. Y final.
Ahora a esperar y prepararse para la pelea por el título mundial de la AMB, y me imagino que antes, unos días de solaz en Camagüey. Es lo que yo haría, pero claro, sobre boxeo sólo escribo.
Fue una velada histórica. La Cruz rescató nuestros corazones en la primera cartelera profesional realizada en la Isla desde que, en sus primeros tiempos, la Revolución decidiera que la práctica de ese deporte sólo sería amateur, u olímpica, como es más preciso designar a esa modalidad.
En 2022, Cuba ya volvía a los circuitos rentados. Su equipo Domadores participaría en un programa disputado en la ciudad mexicana de Aguascalientes.
Durante más de 60 años la legendaria escuela cubana no sólo sobrevivió sino que se perfeccionó, cosechando oros en cuanta justa participara. Entre otros, nos dio al gran Stevenson, admirado por el mismísimo Alí.
Entre la media noche del viernes 11 y las primeras horas de sábado 12 de abril pasados, el ring montado en el Meliá Internacional de Varadero, vivió cinco triunfos cubanos en seis combates.
Interesante por ejemplo cuando el dos veces campeón olímpico Arlen López le ganó por puntos a mi compatriota Ezequiel Bulacio, en los 79 kilos.
Y podríamos ampliar, pero prefiero algunos recordatorios.
Por ejemplo, el de la última pelea profesional en territorio cubano tras el triunfo de la Revolución. El promotor Cuco Conde contrató al argentino Alejandro Lavorante con el objetivo de presentarlo en un programa en la Ciudad Deportiva de La Habana. Su rival sería el prometedor peso completo Rey López.
El sudamericano noqueó al caribeño y la habanera revista Bohemia, escribía: Desde la época del pampeño Luis Angel Firpo, en el pugilismo profesional no se había presentado un peso completo argentino del colorido, de la personalidad, del punch, de las facultades y de las posibilidades de Lavorante…
El púgil argentino, como tantos otros en Estados Unidos, país en que el negocio del boxeo siempre tuvo lazos estrechos con la mafia, padeció un final trágico.
Un tiempo después, el todavía llamado Cassius Clay, el futuro Mohammed Alí, lo lesionó de gravedad. Pero el argentino, controlado por los mafiosos, debió seguir con su carrera hasta que John Riggins lo puso en estado casi vegetal: ciego, mudo e inconsciente.
Volvió a su país, donde, a los 28 años, el 1 de abril de 1964, falleció. Había nacido el 28 de octubre de 1936. Su récord fue de 24 peleas, 19 ganadas, 15 por KO’s y 5 pérdidas, cuatro de ellas por anestesia general.
En 1976, Muhammad Alí tenía 34 años. A su promotor Don King se le ocurrió programar una pelea con Stevenson.
La apuesta de Don King -y luego la de otro promotor fuerte, Bob Arum- chocó contra los ideales irrompibles de Teófilo Stevenson: “No dejaré mi país por un millón de dólares ni por mucho más. ¿Qué significa un millón de dólares comparado con el amor de ocho millones de cubanos?”, dijo el campeón olímpico. La revista norteamericana Sports Illustrated le dedicó una portada a Stevenson con el título Antes rojo que rico. Así decían algunas crónicas de la época, recogidas de los archivos.
Finalmente, Mohammed Alí y Teófilo Stevenson se encontraron en La Habana, pero muchos años después. Fue en 1996, cuando el vencedor de Joe Frazier y George Foreman, entre otros, visitó la isla con una delegación humanitaria conformada por la Cruz Roja Internacional.
Golpéame aquí, dale, le dijo Fidel Castro a Alí señalándose la cara, en tono de broma, un gesto que fue inmortalizado por la fotógrafa estadounidense Hazel Hankin…
Y esta nota pactada en 12 asaltos, sin cinturones ni medallas en juego, dios me libre y guarde de semejante situación, finaliza así…
Había sido un viernes de espanto para los argentinos, aunque millones narcotizados por una droga llamada derecha no lo vean…
El ministro de economía que es fugador serial de divisa y el presidente psicopático y fascista celebraron un capítulo más del descalabro económico nacional: Anunciaron un nuevo crédito del FMI. Más ajuste y más pobreza, como es de público conocimiento entre la especie humana, cada vez que el Fondo y Washington cierran sus garras…
Entonces…
Gracias Cuba por tu portentosa escuela de boxeo. Gracias Teófilo Stevenson por tu grandeza. Gracias Mohammed Alí, por tu absoluta genialidad. Gracias La Cruz, se habían quedado solos nuestros corazones, pero en el tercer round y con dos puños, fuiste una alegría ante tanta tristeza. rmh/ved
*Periodista, escritor y docente universitario argentino. Doctor en Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Argentina; profesor titular de Historia del Siglo XX (Cátedra II) en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, Columnista en medios argentinos y latinoamericanos.