jueves 24 de abril de 2025

Culturas japonesa y cubana confluyen en proyecto de Camagüey

Camagüey, Cuba (Prensa Latina) La idea de MangaQba nunca ha sido renunciar a la cultura cubana sino conectarla con la cultura japonesa, declaró en exclusiva con Prensa Latina el presidente del proyecto, Carlos Oliva.

Por Verónica Núñez Lastres*

Colaboradora de Prensa Latina

MangaQba (se pronuncia Manga Cuba) es un proyecto sociocultural creado en la provincia de Camagüey en 2011, cuyo objetivo es la promoción de la cultura japonesa desde el anime y manga hasta aspectos más tradicionales.

Uno de sus eventos principales es el Festival Hanami, que reúne cada año a cientos de personas para contemplar la caída de las flores de roble blanco, similares a las flores de cerezo en Japón, tradición que recrean desde hace 13 años.

Para su decimotercera edición, la temática elegida fue el cine japonés, con un variado programa de actividades.

Del 16 al 20 de abril, los amantes y curiosos de esta cultura disfrutaron de proyecciones de películas, degustación de dorayakis (platillo), intercambio con cosplayers y descendientes japoneses, prueba de yukatas (trajes tradicionales) y un concurso con exposición de carteles sobre la película Rashomon (1950), del director Akira Kurosawa.

Carlos Oliva, de 24 años, explicó en entrevista con Prensa Latina que MangaQba se enfoca también en lograr un vínculo con la cultura cubana y en nutrir a la juventud de los valores japoneses que ellos mismos admiran.

-¿Por qué crear MangaQba?

-MangaQba fue creado en un primer momento como un espacio de amigos con gustos por aspectos de lo japonés y tuvo como punto de partida lo que es más conocido en la cultura popular de Japón, el anime y el manga.

A partir de allí ese grupo de personas empiezan a crear vínculos e interesarse en aspectos más específicos de la cultura japonesa.

-¿Cómo surge el Festival Hanami?

-Hanami nace desde la idea de agrupar aquí en Camagüey a proyectos o grupos de personas de Cuba que tienen desde alguna arista un interés por la cultura japonesa.

Siempre ha sido la excusa perfecta para reunirlos aquí y hablar sobre lo que nos interesa, lo que queremos hacer, en base a qué seguir trabajando para mejorar y consolidar de forma más crítica lo que consumimos y lo que hacemos.

-¿A qué se debe el nombre Hanami?

-Hanami significa primavera en japonés y es la tradición de sentarse a contemplar como caen las flores de cerezo.

En Japón es muy esperado el florecimiento del árbol de cerezo; en cada primavera caen sus flores (sakura) y se asemeja mucho a los robles blancos esparcidos por la ciudad de Camagüey, que para estas fechas igual cambian sus flores en una coloración rosada.

-¿Por qué eligieron el cine japonés como temática de esta edición?

-Nunca habíamos trabajado el cine japonés como temática del evento; en otros Hanamis incursionamos en la literatura, la pintura y bueno, tocaba, por decirlo de alguna manera.

Era una deuda que teníamos; la principal siempre es encontrar el vínculo, en este caso, por ejemplo, entre el cine cubano y el japonés, y cómo cada uno ha influido en el otro.

-¿Los filmes proyectados fueron una elección al azar?

-No, tuvieron un propósito. De los cuatro filmes, tres son bastante contemporáneos porque tenemos un público muy joven y quizás a veces la recepción de películas en blanco y negro puede ser difícil.

La primera película fue Hara-kiri (2011), de Takashi Miike, basada en una cinta homónima muy popular aquí en Cuba y muy importante en el cine japonés.

El mal no existe (2023) fue la segunda; ganadora en festivales como el de Cannes y nominada a premios Oscar; se escogió también por la relevancia del director, Ryusuke Hamaguchi.

Luego estuvo Frijoles dulces (2015), de Naomi Kawase, con una historia alrededor de un plato japonés que se llama dorayaki, directamente vinculada a una de las actividades planificadas con la comunidad de descendientes japoneses.

Finalmente escogimos Rashomon (1950), del director Akira Kurosawa, porque cumple su aniversario 75 y es de las películas más icónicas que puedan mencionarse sobre el cine japonés.

-¿Cómo impactan las colaboraciones con otros proyectos e instituciones?

-Las colaboraciones siempre han sido algo muy importante para nosotros; con el paso de los años aumentaron, lo cual resulta muy beneficioso.

Instituciones como el Centro Provincial de Cine, la Biblioteca Provincial, la Oficina del Historiador, el Joven Club de Computación y muchas más siempre tienen las puertas abiertas para nosotros.

Hemos colaborado otras veces con ellos y quizás han sabido darse cuenta de la utilidad de actividades como las que hacemos y la recepción que tienen.

El Hanami es la única de las actividades que nosotros organizamos al año que funciona como una jornada cultural.

-¿Han recibido críticas donde los señalen por adoptar la cultura de otro país y perder la cubana?

-Siempre, desde algún punto de vista se ha cuestionado eso, pero desde nuestra visión hemos recalcado que la idea nunca ha sido “japonizarnos” ni renunciar a la cultura cubana.

Una de las cuestiones principales es lograr la armonía; nosotros valoramos la cultura cubana, nos interesa crear esa conexión entre la cultura japonesa y los valores de ella que consideramos necesita la nuestra.

Hay muchas cuestiones japonesas en cuanto al honor, la confianza la fraternidad, la amistad, que apreciamos y nos interesa rescatar.

-¿Hay interés de los camagüeyanos por la cultura japonesa?

-Sí, y se incrementa. Recuerdo que la primera actividad que se hizo en MangaQba fue en 2011, en el local de la Asociación Hermanos Saíz, con 40 personas y no imaginaba que tantas personas tuvieran gustos afines.

Años después, hemos tenido actividades en las que participan de cuatro mil a seis mil asistentes; para esta edición de Hanami se habilitaron cien credenciales (pases exclusivos) y se agotaron.

-¿Qué planea MangaQba para este 2025?

-Nosotros hacemos cuatro eventos de Cosplay al año, diferenciados por cada estación; en Hanami está el de primavera; nos faltaría el de verano en julio y el de otoño en octubre.

Otras actividades van surgiendo sobre la marcha; por ejemplo, a principios de este año tuvimos un ciclo de talleres de manualidad japonesa, de conjunto con la comunidad de descendientes, porque la propia comunidad nos lo pidió.

También realizamos una actividad anual muy importante que denominamos Jornada por la paz, que se efectúa en conmemoración al lanzamiento de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, con exposiciones, talleres de origami, en pos de generar conciencia sobre lo ocurrido y cómo ha ido viéndose ese hecho a lo largo de la historia.

-¿Qué desafíos han tenido a lo largo de los años?

-Nuestro desafío siempre ha sido cómo mejorar la experiencia y satisfacer cada vez a un público más exigente.

Pensar cómo motivar a que se acerquen no solo por el anime y manga, que nos interesa y es importante, sino para construir esa visión crítica hacia lo que se consume, lograr el interés en aspectos más tradicionales de la cultura de Japón.

arb/vnl

*Estudiante de Periodismo

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