sábado 25 de octubre de 2025

Alfredo Sosabravo, patriarca de la gráfica cubana, revive su legado (+Fotos)

La Habana (Prensa Latina) El maestro cubano de las artes visuales Alfredo Sosabravo cumple hoy 95 años y su vínculo con la creación gráfica se alza como un elemento imprescindible de su trayectoria polifacética.

Por Verónica Núñez

De la redacción de Cultura

Nació en 1930 en la ciudad de Santa Clara, ubicada en la zona central de Cuba, y estudió en la Escuela Anexa a la Academia de Artes San Alejandro de 1955 a 1957, luego de lo cual este ícono nonagenario se convirtió en un versátil grabador, ceramista, escultor y pintor.

Los cuadros Fruta discutida (1951), Pasahambre (1957); los óleos Dos payasos, El tatuado, La buena señora, todos de 1958; las xilografías Sepelio del monopolio (1960) y Ave blindada (1962), son varias de sus primeras obras reconocidas.

Expuso por primera vez en 1958, una muestra bipersonal, con Heri Hecheverría, en la cual mostró ocho óleos y dos dibujos; en palabras del crítico Rufo Caballero, reflejadas en el volumen Sosabravo sobre papel (2019), se convirtió poco a poco en un clásico vivo con la vivacidad de un ángel adolescente siempre recomenzado.

Sus inquietudes por varias técnicas comenzaron alrededor de 1960, al vincularse a la Asociación de Grabadores de Cuba y luego al Taller Experimental de Gráfica de La Habana, detalla el mencionado libro, ruta visual con piezas del período 1957-2019 y opiniones expertas.

El artista explicó en exclusiva a Prensa Latina que al principio fue raro estar en el taller, porque no conocía nada de litografía. Recibió adiestramiento de un técnico de la empresa litográfica y en pocas semanas él y sus compañeros estaban creando.

Cogí con más fuerza la litografía en los años 70; iba perfeccionando lo que quería hacer e incluso logré algunos premios y después cambié a la serigrafía que es más fácil de realizar, comentó el Premio Nacional de Artes Plásticas (1997).

Su representante, el creador René Palenzuela, detalló en el libro monográfico antes citado que Sosabravo no ha dejado de utilizar el papel, aunque haya explorado otros medios, pues le reconoce la presencia fundamental y definitiva que ha jugado en su obra.

El maestro de las artes visuales exploró el grabado y el dibujo a través de variadas técnicas, la xilografía, serigrafía, tinta, creyón y por supuesto, la litografía.

La crítica de arte Llilian Llanes publicó en el texto Aproximación a Alfredo Sosabravo que fue en el grabado donde primero encontró la perspectiva social, aunque esta temática nunca fue motivo absoluto de su creación.

En un conversatorio sobre la muestra Sosabravo, selección de obra gráfica, en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, en julio pasado, el crítico Rafael Acosta de Arriba estableció tres rasgos centrales en la obra sosabraviana: la condición babélica, la exuberancia de su colorismo y la naturaleza onírica.

La exposición recopiló 30 piezas, entre xilografías y litografías, creadas entre 1965 y 1992 y gracias a este recorrido visual organizado por el Taller Experimental de Gráfica de La Habana, el artista audiovisual encontró con obras que casi no recordaba.

Me sentí muy emocionado y feliz ese día. Fue muy impactante para mí que ellos tuvieran guardado todo eso, reconoció a Prensa Latina.

Acosta de Arriba expresó en más de una ocasión que Sosabravo se reinventaba sin perder su niñez creativa, a lo cual el artista respondió con una risa suave y juvenil que delató su vitalidad.

Creo que eso proviene de cómo es uno. Nací así, risueño, bromista y eso lo llevo a las artes plásticas. Para mí ha sido fácil trasladarlo a través de los años, irlo perfeccionando o cambiando de técnica hasta ahora, expresó.

Llanes añadió en su artículo que la mayoría tomó nota de su versatilidad, su rigor y maestría técnica con un lenguaje propio que extrajo las figuraciones de su entorno para crear ese repertorio de formas tan personal, combinados eventualmente con palabras y frases.

Sobre la incorporación de textos, Sosabravo, Profesor Honoris Causa (2000) por la Universidad de las Artes de Cuba, lo calificó como un recurso gráfico, parte de la técnica.

Hacer letras o números les dio más personalidad a mis grabados. Los empleé en unos más que en otros, pero no con la idea de que en todos hay que leer lo que dice y en algunos casos es simplemente parte del diseño, manifestó.

A sus 95 años, Alfredo Sosabravo es una de las figuras más excepcionales del gremio de las artes visuales de la nación caribeña, a quien la especialista Llilian Llanes lo calificó como uno de los creadores más originales de la plástica cubana.

Mientras, Acosta de Arriba apuntó en Sosabravo sobre papel que la obra gráfica de este maestro es de altos valores antropológicos y, al mismo tiempo, es capaz de plasmar lo trascendente de la belleza, la alegría de la vida, lo carnavalesco en su estado más natural.

Cosmonauta atascado (1967), Retrato de una snob joven (1969), Institutriz (1974), Aparato (1983), Pescador misterioso (1991), Hombre con pez (1993) y los Collages de 2004 son algunas de sus emblemáticas creaciones a lo largo de las décadas.

Recibió la Distinción por la Cultura Nacional en Cuba (1981), la Medalla Alejo Carpentier (1988), la Orden Félix Varela de Primer Grado (1994, la Orden del Mérito Italiana (2008) y sus obras se coleccionan y exponen en el nivel internacional.

Con nueve décadas de legado artístico a cuestas, Alfredo Sosabravo reconoció que todavía trabaja, y continuará haciéndolo mientras pueda mover las manos.

Palenzuela confesó a Prensa Latina que su amigo y representado, dedica un tiempo a crear todos los días. Hoy le di cinco lienzos en blanco y ya está pintando uno, comentó entonces.

¿Qué mensaje da Sosabravo a las nuevas generaciones de artistas cubanos que se inspiran en su legado?

Hay que trabajar, porque a pesar de lo que rodea a uno, sea malo o no, todo pasa, pero la obra queda. Está ahí, como me sucedió a mí con la exposición en la Biblioteca Nacional.

arc/mml/vnl

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