Por Fausto Triana
Corresponsal jefe en España
Para muestra elocuente, nada mejor que remitirse al apagón general del 28 de abril de 2025. Fue una sacudida colosal, que convocaba la reflexión general y el aprendizaje.
Empero, no fue así. Al final, las cuitas políticas prevalecieron, la derecha liderada por el Partido Popular (PP) quiso sacar rédito para desprestigiar la actuación del Gobierno de izquierdas. Y lo peor, no pudo aprobarse un Pacto Climático de Estado.
Para el anecdotario, me encontraba al filo del mediodía en una rueda de prensa cerca de la céntrica Fuente de Cibeles de Madrid. De pronto, se fue la luz y la cita de nivel empresarial terminó en penumbras.
Comenzaron las primeras versiones, aunque ya al salir a la calle, nadie atinaba a un comportamiento coherente. Internet fue colapsando paulatinamente, el Metro dejó de funcionar, los teléfonos tampoco eran fiables.
Hablé con mis colegas de París y esa fue la última llamada posible. Caminé buscando alternativas: los taxis, unos pocos, solo aceptaban clientes con efectivo y con tarifas excedidas; casi todos los autobuses funcionaban de forma lineal; y los trenes de cercanía colapsados.
En mi caso, estuve 10 horas sin electricidad luego de llegar a mi apartamento y la reactivación de Internet ocurrió 12 horas después. La tecnología fue puesta a prueba y sucumbió, aunque la recuperación, una vez detectados los problemas, llegó de forma expedita.
Los atisbos de la IA comenzaron a verse. No sólo en el uso de memes para redes sociales, sino en busca de soluciones y sugerencias de planes para acelerar los procesos ante una recarga en el consumo y las dudas de si la energía nuclear es todavía una alternativa viable.
TECNOLOGÍAS E IA
El apagón de abril en España puso de relieve la trascendencia de la interconexión de las vidas y el quehacer cotidiano en la sociedad moderna, y, también, las falencias.
Desde el teletrabajo, que adquirió obligada fama durante la pandemia del coronavirus, España se volcó con mayor intensidad a la tecnología, desde un desarrollo notable de la automoción eléctrica hasta el avance intensivo de sistemas de transporte más amigables con el medio ambiente como los tranvías, metros y trenes.
Ya los temas del Metaverso, el ChatGPT o las conferencias virtuales, con el empleo cada vez más socorrido del streaming o el zoom, se hicieron habituales en esta nación ibérica, igualmente inmersa en una transformación de los sistemas bancarios y burocráticos en sentido general.
CAMBIO CLIMÁTICO
Sin embargo, los avatares del clima no dejan de sorprender en sentido muy negativo, como el arrastre de la Depresión Alta de Niveles Aislados (DANA) en Valencia, con especial empuje devastador, Castilla La Mancha y Andalucía, además de otros fenómenos ocurridos en el año que termina.
A la sequía remarcada en 2024, llegaron las lluvias de forma continuada a inicios de 2025 y parte de la primavera, causando inundaciones en algunas Comunidades Autónomas, aunque sin la gravedad del caso de la DANA de Valencia.
Fueron los incendios forestales la pesadilla española en todo el verano. Las olas de calor extendidas arrasaron con más de 354 mil en España, convirtiéndose en el peor año del siglo XXI en superficie quemada.
Galicia, Extremadura y Castilla y León, fueron las regiones más afectadas. En total, se registraron las muertes de ocho personas, decenas de heridos y cuantiosas pérdidas materiales en el territorio nacional.
De acuerdo con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), el cóctel nocivo que genera la crisis climática, sumado a unos campos secos, picos de calor, y el abandono de los montes, incrementan el potencial explosivo.
El calentamiento global de la atmósfera genera cada vez más incendios extremos y simultáneos que desbordan la capacidad de extinción de los operativos de emergencia.
En las últimas dos décadas, aumentaron los siniestros forestales y su peligrosidad adquirió cifras alarmantes a escala global.
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