Por Mario Muñoz Lozano
Jefe de la redacción de Cultura
Con una temporada por todo lo alto en la sala capitalina Trianón, la puesta fue concebida a partir de la obra escrita a manera de tragedia griega por Carlos Felipe, considerada uno de los clásicos más respetados de la dramaturgia cubana.
Respetando su estética tan particular, la agrupación presentó esta pieza adentrada en la vida del barrio habanero de San Isidro, el mundo de los muelles, marineros, prostitutas, delincuentes, tahúres, para quienes Alberto Yarini, el proxeneta más famoso de La Habana, ya era todo una leyenda.
Estrenada por primera vez en 1965, cuenta el propio autor que desde 1934 «venía oyendo hablar de Yarini a las putas, a la gente de los muelles, a los estibadores, que casi todos eran abacuá, y también a los dependientes de los café que ya eran viejos en esta época y lo conocieron bien a él y a los franceses».
A partir de anécdotas, confesiones e historias, Carlos Felipe reinventó su Alejandro Yarini en medio de esa corte de marginalidad en el día de mayor amenaza para su vida.
El destino, la fatalidad, el error trágico se unen en esta trama, que tantas veces ha sido representada por distintos directores, y se ha llevado a la televisión y otros medios y demostrado que el interés por esa pieza permanece entre los espectadores.
A través de la obra, Carlos Díaz recuerda el valor de esta tragedia cubana, y la filtra a través de sus recursos y su oficio como creador de provocaciones e imágenes poderosas.
La puesta contó con un elenco integrado por reconocidas figuras del teatro, la televisión y el cine en Cuba, junto a nuevos valores de la actuación.
En el elenco, la Premio Nacional de Teatro Verónica Lynn, además de los actores Fernando Hechavarría, Dennis Ramos, Roberto Romero, Antonia Fernández, Lisette de León, María Karla Fornalis, Alejandra Medina, Fernando Ramírez y Carlos Migueles, entre otros que aparecieron en escena a lo largo de la temporada.
Entre lo mejor de las tablas cubanas sonó también “Oficio de Isla”, la primera de la Comunidad Creativa del mismo nombre, dirigida por el popular actor cubano Osvaldo Doimeadiós, cuya puesta en escena tuvo lugar en su sede capitalina.
La pieza trata un tema recurrente en nuestra dramaturgia nacional, la familia, sitio donde concurren los diferentes puntos de vista que se debaten en la sociedad.
Conflictos generacionales, posición de la mujer en el entramado patriarcal, racismo, diferencias dentro de la sociedad, el papel del maestro en su contexto socio-cultural.
Otra vez el teatro convoca a pensar el mundo en que vivimos, incluso, a cuestionarnos cosas.
Una joven maestra cubana a punto de casarse con su novio, uno de los españoles asentados en el país, es elegida para viajar a Estados Unidos. El tema indaga nuevamente en las relaciones entre la nación del Caribe y su controversial relación con el vecino del norte.
Según su sitio oficial en la red social Facebook, la obra está inspirada en el texto “Tengo una hija en Harvard”, del escritor y realizador cubano Arturo Sotto, en combinación con ejercicios de teatralidad y performatividad.
La propuesta, punto de convergencia de la música, el teatro, la danza, las artes visuales, la literatura y la Historia, cuenta con guión de Doimeadiós y ofrece un recorrido por las mejores respuestas de la cultura ante ciertas interrogantes que despierta el arte.
La obra es una producción del Consejo Nacional de las Artes Escénicas y el Centro Promotor de Humor, con la colaboración de la oficina 500, Carnaval Habana, la Real Embajada de Noruega en Cuba y el Banco Sabadell.
UNA VIDA DEDICADA AL TEATRO
A Raquel Eugenia Carrió le fue otorgado este año el Premio Nacional de Teatro 2024 del Consejo Nacional de las Artes Escénicas. El jurado determinó, por unanimidad, conceder el reconocimiento a esta destacada dama del mundo teatral cubano, de entre siete nominados.
En el acta que avala la decisión, se resaltó su labor como fundadora en 1976 del Departamento de Teatrología-Dramaturgia de la Universidad de las Artes (ISA), en el cual, desde entonces, ha impartido diversas disciplinas.
También fue una de las pioneras del grupo Teatro Buendía (1986) y por sus versiones de textos clásicos y contemporáneos escritos para esa agrupación ha sido reconocida nacional e internacionalmente.
En su aval aparece el Premio de Dramaturgia “La escritura de la diferencia”, recibido por el conjunto de sus textos escritos para el teatro (Universidad de Nápoles, Italia, 2004) y el Premio de investigación Rine Leal, por el libro “Dentro y fuera de los muros: la investigación intercultural y la escritura escénica (La Habana, Cuba, 2007).
EL FESTIVAL DE LOS TEATRISTAS CUBANOS
Pese a las dificultades económicas del país, otra vez la ciudad de Camagüey se transformó, esta vez a mediados de noviembre, en el epicentro de lo más prominente del teatro cubano llega.
En encuentro con estudiantes de la Universidad de las Artes y de la carrera de Periodismo de la Universidad de Camagüey, el dramaturgo y crítico Norge Espinosa refirió que “ya hay casi medio siglo de Teatro que ha pasado por esta ciudad”.
Destacó que esa urbe del oriente cubano supo ofrecer no sólo una infraestructura para la programación, sino para focalizar más la mirada sobre la preocupación del teatro cubano actual.
Sobre el propio evento teórico del Festival Nacional de Teatro, señaló que es fundamental en el debate sobre tendencias y estética.
“Se convirtió en un campo de batalla ideológico, una gran sede desde la crítica para lo que queríamos en el teatro cubano, y rendir tributo a grandes maestros”, argumentó.
Según el actor Kike Quiñones, decano de la Facultad de Arte Teatral de la Universidad de las Artes y director de la oficina del Humor Iberoamericano, otro de los valores de la cita es la posibilidad que brinda para estudiantes y artistas de compartir experiencias y conocimientos con lo mejor del teatro cubano actual.
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