Por Moisés Pérez Mok
Corresponsal jefe en Vietnam
Todos, sin embargo, coinciden en que a 130 años de su natalicio (19 de mayo de 1890) el ejemplo y la obra del presidente Ho Chi Minh continúan alumbrando con la misma intensidad el camino al socialismo elegido –de su mano- por Vietnam.
Con 21 años de edad recién cumplidos, y en momentos cuando según historiadores la lucha por la independencia nacional parecía caer en un callejón sin salida, Nguyen Tat Thanh, su nombre de nacimiento, resolvió viajar al extranjero para hallar una manera de salvar el país y emprender una carrera revolucionaria que solo la muerte pudo detener.
En su extenso peregrinar un acontecimiento en particular, el triunfo de la Revolución de Octubre en Rusia (1917), tuvo gran influencia en el desarrollo del pensamiento del joven patriota vietnamita, que poco tiempo después se unió al Partido Socialista Francés.
Con un nuevo seudónimo, Nguyen Ai Quoc, alzó su voz en nombre de los patriotas vietnamitas en Francia al enviar, en junio de 1919, una solicitud a la Conferencia de Versalles para exigir los derechos de su pueblo a la libertad, la democracia y la igualdad.
La reivindicación no fue aceptada y esto hizo que Ai Quoc tomara clara conciencia de que si los pueblos desean liberarse sólo pueden confiar en sus propias fuerzas.
El “Primer esbozo de las tesis sobre los problemas nacional y colonial” (1920), escrito por el guía de la Revolución de Octubre, Vladimir Ilich Lenin, marcó un punto de inflexión en la formación política de quien dedicara toda su vida a la causa de salvar al país y al pueblo, y a contribuir a la revolución mundial.
En esta obra encontró el joven patriota el camino hacia la liberación de Vietnam, al percatarse de que seguir el camino de la Revolución rusa y el marxismo-leninismo era la única manera de cumplir los anhelos históricos de la nación, a saber: la independencia, prosperidad, la libertad y felicidad del pueblo.
Así, la indisoluble relación entre la independencia nacional y la construcción del socialismo, un enfoque que especialistas consideran sin precedentes, se convirtió en directriz para el Partido Comunista de Vietnam (PCV), fundado en Hong Kong (China) el 3 de febrero de 1930 por el propio Ai Quoc.
UN NUEVO CAPITULO EN LA HISTORIA
El regreso a su tierra natal en la primavera de 1941 para dirigir directamente la lucha revolucionaria abrió un nuevo capítulo en la historia de quien, a partir de entonces, tomara el nombre de Ho Chi Minh, con el que pasaría a la posteridad como símbolo inmortal de la independencia nacional y el espíritu indomable de su pueblo.
Al presidir en mayo de ese mismo año el VIII pleno del Comité Central del PCV, el prócer independentista decidió cambiar el rumbo de la estrategia revolucionaria en consonancia con los rápidos cambios de la situación interna e internacional.
El Pleno valoró que era el momento de supeditar los intereses sectoriales y clasistas a los de la subsistencia y la supervivencia de la nación, y afirmó además que la revolución vietnamita tenía que hacerse a través de la insurrección armada.
Ho Chi Minh dio máxima prioridad a la tarea de la liberación nacional, reunió todas las fuerzas de la nación, estableció el Frente Viet Minh y emprendió la construcción de fuerzas y bases armadas, creando un clímax revolucionario en todo el país.
En agosto de 1945, bajo el liderazgo del PCV y con la guía del propio tío Ho, el pueblo vietnamita alcanzó la gran victoria de la Revolución de Agosto, que echó por tierra los regímenes colonial y feudal y propició el establecimiento de la República Democrática de Vietnam, primer estado democrático popular en el Sudeste Asiático.
Mucho tuvieron que ver en este histórico triunfo, y en los alcanzados posteriormente hasta la reunificación del país en 1975, las concepciones militares del presidente Ho Chi Minh, consideradas parte vital de su pensamiento revolucionario.
Un volumen sobre “El pensamiento militar de Ho Chi Minh”, del Instituto de Historia Militar del Ministerio de Defensa publicado en 2010, subraya que:
“Él hereda y desarrolla la tradición militar de la nación en el espíritu de armar a todo el pueblo, de movilizar a todo el país en la lucha contra el enemigo, haciendo énfasis en el fortalecimiento de la base social y en el apoyo del pueblo como principio”.
Durante los preparativos de la insurrección armada, hizo un llamado a todo el pueblo para la unidad y la coordinación de acciones en aras de lograr la salvación nacional y recomendó: “nuestro pueblo debe recordar en todo momento la palabra unidad”. Unión de sentimientos, de fuerzas, de ideas y de las organizaciones.
CONDICION QUE DECIDE
En un artículo que publicó bajo el título “Luchar por la justicia”, Ho Chi Minh dejó claro que “el apoyo del pueblo es la condición que decide. Para aniquilar al enemigo es indispensable el respaldo popular. Entre dos contrincantes, gana el que cuenta con el apoyo del pueblo. Y solo el que lucha por la justicia puede contar con ese apoyo”.
Y más adelante señalaba que “el ejército y el pueblo de Vietnam se han unido en un bloque decidido a no aceptar la esclavitud bajo ningún régimen colonial. Mientras combatimos, recibimos el respaldo del pueblo; seguramente recibiremos la simpatía de la opinión pública mundial y con toda seguridad venceremos”.
Por otra parte, y a lo largo de la resistencia antiyanqui por la salvación nacional, el presidente Ho Chi Minh expuso con claridad que se trataba de una guerra del pueblo para liberar el Sur, defender el Norte y reunificar el país, y para expulsar al agresor, salvaguardar la independencia, la libertad y la integridad territorial.
El propio volumen del Instituto de Historia Militar cita palabras del prócer independentista en el sexto periodo de sesiones de la Asamblea Nacional (Parlamento), II Legislatura, en mayo de 1963, cuando afirmó:
“Yo creo con toda sinceridad que ninguna intensificación del apoyo militar norteamericano en Indochina es capaz de doblegar a un adversario que aparece en todas partes y no se ve en ninguna parte… un adversario que goza de la simpatía, el respaldo y la protección del pueblo”.
La guerra –dijo Ho Chi Minh- podrá durar cinco, 10, 20 años o más. Hanoi, Hai Phong y algunas otras ciudades podrán ser destruidas, mas el pueblo vietnamita jamás se dejará intimidar. “Nada es más precioso que la independencia y la libertad”. Pero más allá de ser un formidable estratega militar, el padre de la independencia vietnamita fue también quien sentó las bases de la diplomacia vietnamita moderna, convirtiéndola en un frente estratégico al servicio de la liberación, la reunificación, la construcción y defensa de la Patria.
Evidentemente, dijo en un comentario la Voz de Vietnam, la historia ha demostrado que en todas las circunstancias, incluso cuando el país fue amenazado por invasores extranjeros o por fuerzas enemigas internas, el ingenioso pensamiento diplomático del tío Ho guio a Vietnam a superar numerosas dificultades y desafíos.
Entre las lecciones que dejó cabe mencionar las más conocidas, como “mirar con amplitud y reflexionar con cuidado” para conocerse a sí mismo, conocer a los demás y para no sorprenderse ante cualquier eventualidad, o “evitar a toda costa enfrentamientos y enemistades”, señaló.
El arte diplomático del gran líder revolucionario consistió en la capacidad de generar y aprovechar las oportunidades para que estas llegaran a convencer, incluso a sus rivales, con la justicia, el comportamiento humanista, la honestidad y la ética.
Según el profesor Hoang Chi Bao, citado por la propia emisora, “dondequiera que fuese, en cualquier circunstancia y con cualquier sujeto, el tío Ho siempre actuaba con sinceridad, tolerancia, franqueza y honestidad, lo cual le permitió ganarse la confianza de los amigos internacionales y sus inapreciables ayudas, en favor de la guerra de resistencia del pueblo vietnamita”.
arb/mpm