Por Deisy Francis Mexidor
Corresponsal jefa en Estados Unidos
Fue una semana en la que Trump presumió de éxitos políticos. Anunció de forma anticipada un acuerdo de alto el fuego entre Israel e Irán, un conflicto que encendió las alertas en un volátil Medio Oriente.
Trump adelantó en su tribuna Truth Social que el cese el fuego sería total y permanente, cuando todavía las bombas de Israel seguían cayendo sobre la República Islámica, pero algunos expertos opinaron que se trataba más de una coreografía geopolítica que una solución de fondo.
El mandatario hizo una jugada de alto riesgo el pasado 21 de junio cuando decidió entrar en la pelea directamente con el ataque aéreo a tres instalaciones nucleares iraníes y la decisión no fue bien recibida por miembros del Partido Republicano. Como era de esperar, a quienes le llevaron la contraria le cayó su furia.
“¡Saquen a este ‘vago’ del cargo!”, escribió en su red social en referencia al congresista de Kentucky Thomas Massie, opuesto a que Estados Unidos vuelva a un nuevo conflicto extranjero.
También la republicana de Georgia Marjorie Taylor Greene, que ha sido siempre fiel a Trump, arremetió contra el ocupante del Despacho Oval por ir en la dirección opuesta a un compromiso de campaña.
“Seis meses después y ya estamos incumpliendo las promesas electorales. Y ponemos bombas en Irán en nombre de Israel”, dijo en un pódcast, para enfatizar en un X que “Trump no es un rey, MAGA no es una secta y yo puedo y TENGO mi propia opinión”.
En uno de sus mensajes en la propia plataforma, la congresista opinó que “MAGA no apoya guerras en el extranjero; No apoyamos un cambio de régimen; Apoyamos América Primero; Estados Unidos no debería involucrarse en la guerra con armas nucleares de Israel e Irán”.
Pero Trump contó con el incondicional respaldo de los republicanos de mayor rango del Congreso: Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes, y John Thune, líder de la mayoría en el Senado.
El legislador de Carolina del Sur Lindsey Graham incluso se sumó a la sugerencia de cambio de régimen en la República Islámica. “Como siempre, el presidente Trump da en el clavo con su deseo de hacer que Irán vuelva a ser grande cambiando el régimen, ya sea a través de su comportamiento o de un nuevo liderazgo”, señaló.
Por los demócratas, el líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, criticó a Trump, quien “prometió traer la paz a Medio Oriente”, subrayó al recriminarle que “ha incumplido esa promesa”.
Mientras, la representante Alexandria Ocasio-Cortez publicó también en Internet que fue una “desastrosa decisión del presidente” el bombardear sin autorización las instalaciones nucleares iraníes, lo que “constituye una grave violación de la Constitución y de los poderes de guerra del Congreso”, advirtió.
Trump se arriesgó “impulsivamente a lanzar una guerra que podría atraparnos durante generaciones. Es, absoluta y claramente, motivo de destitución”, afirmó la demócrata por Nueva York.
MARTILLO DE MEDIANOCHE
La operación Midnight Hammer (Martillo de Medianoche), con la que Estados Unidos atacó por sorpresa instalaciones nucleares iraníes, fue el mayor bombardeo con aviones B-2 de la historia del país, en un operativo preparado durante meses y que contó con señuelos para tomar a Teherán por sorpresa, destacaron medios de prensa.
En un breve mensaje a la nación en horario de máxima audiencia, Trump escoltado por el vicepresidente JD Vance, y sus secretarios de Estado, Marco Rubio, y de Defensa, Pete Hegseth, calificó las arremetidas aéreas contra las instalaciones de Fordow, Natanz e Isfahán como un “éxito militar espectacular”.
“Nuestro objetivo era destruir la capacidad de enriquecimiento nuclear de Irán y detener la amenaza nuclear que representa el principal patrocinador del terrorismo a nivel mundial”, declaró Trump.
La acción estadounidense contra Irán se produjo apenas dos días después de que la mansión ejecutiva diera a conocer -y el propio Trump- que decidiría si intervenía en el conflicto en las próximas “dos semanas” para abrir un espacio de negociación.
El presidente estadounidense dijo más de una vez que solo consideraría negociar con Irán si “desmantela completamente su programa nuclear”. Para Teherán, esas exigencias son inaceptables.
“No busco una pelea”, aseguró a la prensa en el Despacho Oval. “Pero si hay que elegir entre pelear y (que Irán) tenga un arma nuclear, tienes que hacer lo que tienes que hacer”, subrayó, mientras exigía la rendición incondicional de la nación musulmana, algo que su líder supremo, el ayatola Alí Jamenei, descartó. Cualquier intervención militar estadounidense tendría consecuencias inimaginables, advirtió. Trump abandonó de forma abrupta el 16 de junio la Cumbre del G7 en Canadá y convocó a su Consejo de Seguridad en la Sala de Crisis de la Casa Blanca. Antes, en redes sociales, había incrementado su retórica contra Irán con amenazas en especial a Jamenei.
“Sabemos exactamente dónde se esconde el llamado ‘Líder Supremo’. Es un blanco fácil, pero allí está a salvo. No vamos a eliminarlo (¡matar!), al menos no por ahora”, escribió.
En la misma línea de intimidaciones, expresó: “No quiero ver armas nucleares en Irán, y vamos por buen camino para asegurarnos de que eso suceda”. Trump insinuó que Irán cruzaría la línea roja si atacaba activos de Estados Unidos en Medio Oriente. “No queremos que se disparen misiles contra civiles ni soldados estadounidenses. Se nos está agotando la paciencia”.
El 13 de junio, sin previo aviso, Israel inició su agresión contra instalaciones nucleares, militares y residenciales de la nación persa. Como resultado asesinó a altos jefes militares y científicos. Irán respondió.
PAZ A TRAVÉS DE LA GUERRA
La reciente escalada bélica entre Israel e Irán puso a prueba a la nueva administración en la Casa Blanca. Trump regresó al cargo en enero decidido a reinstaurar su política de mano dura contra Teherán y encontró en el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a un aliado incondicional.
En mayo, durante la visita de Netanyahu a Washington, el mandatario republicano le reafirmó el compromiso “total e inquebrantable” de Estados Unidos. Tras el anuncio del cese el fuego, Netanyahu afirmó que “Israel nunca tuvo un mejor amigo que el presidente Trump en la Casa Blanca”.
Hace poco más de 22 años, Estados Unidos invadió Iraq en nombre del combate global al terrorismo y en busca de unas armas de destrucción masiva que jamás aparecieron. Se esperaba que fuera una rápida y triunfal “misión cumplida”.
Pero más de cuatro mil estadounidenses y alrededor de 100 mil iraquíes murieron. La guerra se convirtió en una lección histórica de errores de cálculo, “daños colaterales” y consecuencias imprevistas.
Ahora el espectro de Iraq apareció sobre un Washington profundamente dividido y ansioso. El presidente Trump, quien hizo campaña contra las “guerras eternas” de Estados Unidos, consideró una demostración de fuerza contra Irán con el pretexto de las armas nucleares que podría obtener Teherán “en dos semanas”, contrario a la opinión de toda la comunidad de inteligencia.
El secretario general de la ONU, António Guterres, alertó que el bombardeo de Estados Unidos marcó un “giro peligroso” en una región ya de por sí volátil.
En una reunión urgente del Consejo de Seguridad, planteó que Medio Oriente no puede soportar otro “ciclo de destrucción”. “Ahora corremos el riesgo de caer en una trampa de represalias tras represalias”, acotó ante los 15 miembros de ese órgano al considerar que “para evitarlo, debe prevalecer la diplomacia”.
El 24 de junio el representante Al Green (demócrata por Texas) propuso juicio político (impeachment) contra el presidente republicano, acusándolo de no notificar ni solicitar la autorización del Congreso antes de que Estados Unidos lanzara los mencionados ataques.
La resolución alegó “abuso de poderes presidenciales al ignorar la separación de poderes, lo que degenera la democracia estadounidense en autoritarismo al usurpar inconstitucionalmente la facultad del Congreso para declarar la guerra”; sin embargo, la votación en la Cámara de Representantes aplastó la iniciativa.
Con Trump, la relación entre Washington, Tel Aviv y Teherán regresó a una dinámica de confrontación directa. Además, la visión de la paz está influenciada por la doctrina de política exterior que guía su actuación mundial, lograrla a través de la fuerza.
El presidente nombró el conflicto “Guerra de los 12 Días”. Ambas partes reclamaron victoria. Informes de prensa aseguran que el programa nuclear iraní no fue destruido, apenas se retrasó, quizás, por unos meses.
De momento, hay alto el fuego entre Israel e Irán. Frágil, pero vigente. La región sigue en vilo, mientras Trump continúa soñando con inmortalizar su nombre en la extensa lista de los Premios Nobel.
arb/dfm