Por Fausto Triana
Corresponsal jefe en España
Fotos: Fausto Triana
Parece bastante probable que no haya mes ausente de fiestas en España, aparte de las fechas solemnes y de aniversarios. Y aunque se respeta mucho el protocolo y los ceremoniales cuando los lleva, todo terminará como mínimo con una abundante comelata.
Considerado uno de los pueblos más bellos de España, Ciudad Rodrigo, a 25 kilómetros de Portugal, se antoja la síntesis más curiosa de singularidades y excelencias, amén del Carnaval del Toro.
Cerca de 12 mil habitantes, en la provincia de Salamanca, destaca por un paseo imperdible a lo largo de su muralla de dos kilómetros de extensión, hasta llegar al Castillo Enrique II (actualmente Parador hotel turístico).
Es un promontorio que permite divisar las riberas del Agueda y puentes medievales, también una inmensa torre, su notoriedad particular con los Reyes Católicos en la Edad Media, y su papel en la contención en la Guerra de Independencia de las invasiones napoleónicas.
Hemos tropezado con cañones en el fuerte de la muralla, pero no siempre fue así. De hecho, debió ser reconstruida, porque en un principio sus torres estaban concebidas para arqueros y lanceros.
Belén Barco Hernández, concejala de Turismo y Cultura de Ciudad Rodrigo, explicó a Prensa Latina que el Carnaval del Toro tiene sus orígenes en 1417, con un marcado acento taurino para los amantes de las corridas, encierros y capeas.
Es el más importante de España, un punto de encuentro nacional e internacional de miles de personas que vienen a vivir estos días de fiesta, pero también a apreciar a nuestro protagonista principal que es el toro, explicó.
Desde el siglo XV con sus altibajos, se diferencia con una tradición singular, “también es único porque en la Plaza Mayor se construye el recinto del toreo en madera como hace siglos por los propios vecinos”, añadió.
Hay carrozas, disfraces, engloba todo lo que lleva el carnaval, en las calles, peñas, desfile y concursos de carrozas…se vive en la calle, completó.
CIUDAD MULTIFACETICA
El turismo es una constante durante cada año por la variedad de perfiles de interés que genera Ciudad Rodrigo, junto con una ubicación geográfica que atrae a los portugueses, visitantes de la provincia de Salamanca, en general de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, junto con una distancia de aproximadamente tres horas y media por carretera.
Al carnaval llegan viajeros nacionales y principalmente de Portugal, Francia y Estados Unidos, al lado de Escocia, Irlanda, Noruega, Finlandia, Suecia, Canadá o México, y con el ingrediente de las corridas de toros como gancho.
El ala suroccidental de la zona es rica en encinas y granito, toros de piedra, el verraco de granito y otras esculturas espontáneas, dehesas y puentes que ofrecen una vista singular del centro urbano.
De su notable patrimonio, además del Castillo de Enrique II de Trastámara, sobresalen la Catedral de Santa María, las iglesias de San Andrés, San Isidro y San Agustín; el Palacio Episcopal; y el Palacio del Príncipe, el Fuerte de Aldea del Obispo, el Palacio de la Marques de Cartago, Palacio de los Aguila, la Casa Consistorial. La Casa del Cañón y la Plaza Mayor, entre otros.
Por si no le bastaran tantos atributos, es escenario cada año de la Feria de Teatro de Castilla y León, en el cual durante el mes de agosto actúan decenas de compañías nacionales y extranjeras.
Otro lugar de atracción está a unos 15 kilómetros de Ciudad Rodrigo, la estación de arte rupestre de Siega Verde junto a uno y otro lado del río que atesoran decenas de grabados del paleolítico en torno al siglo X antes de Cristo. Es Patrimonio Mundial de la Humanidad de la Unesco.
Es difícil resumir las bondades gastronómicas de la zona, pero en una aproximación hay perfiles definidos: los vinos Ribera del Duero, uno de los emblemas españoles, carnes rojas, el vegetal conocido como Maruja; y el farinato, a base de manteca de cerdo, migas de pan, pimentón y especias, acompañado con huevos fritos.
El gentilicio de los nacidos en Ciudad Rodrigo es mirobrigense, pero de forma coloquial igualmente se les llama farinatos. De postres, se aprecian los repelaos, perronillas y el bollo maimón.
Para el Carnaval del Toro, se hace una inversión de alrededor de 400 mil euros, con ingresos de unos cuatro millones, según explicó el alcalde de la localidad, Marcos Iglesias.
Dentro de su singularidad, el evento es un genuino cruce de miles de personas con los disfraces más disímiles que se puedan imaginar, máscaras, peñas de “corredores de encierros y desencierros”.
Son los valientes que, como se hace en los San Fermín de Pamplona, corren delante de toros lanzados a las calles, una tradición mezcla de peligro y mucha adrenalina.
Desfiles de carrozas, alusiones a famosos carnavales como los de Río de Janeiro o Venecia, murgas, comparsas, rondallas y mucho júbilo en las áreas de feria, bares y restaurantes.
Del sui-géneris Museo del Orinal, reúne una colección de mil 350 piezas de 29 nacionalidades. Es casi único en el mundo, salvo un espacio similar, pero menor en Alemania, con la particularidad de acopiar orinales desde un bacín islámico del siglo XIII hasta productos de nuestros días.
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