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viernes 22 de noviembre de 2024
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Sudán y Somalia: Casos pendientes en la seguridad global

La Habana (Prensa Latina) Dos conflictos afectan hoy la región oriental africana: las guerras en Sudán y Somalia, la primera cumplió en abril un año, mientras que la segunda persiste aún sin solución aparente.

Por Julio Morejón Tartabull

De la redacción de África y Medio Oriente

Ambas contiendas preocupan a la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), el esquema de integración subregional formado por ocho Estados-miembros, con sede en Yibuti, porque gravitan sobre la seguridad global.

Este último criterio desborda el límite de operaciones para alcanzar la paz, tributar alimentos o simplemente apretarse el corazón por una prologada sequía o una inesperada inundación.

La paz es esencial en este mundo de asimetrías e inconformidades y para salvarla se requiere avanzar por el puente de la sensatez que, en el caso del continente africano, es apagar las llamas iniciales para evitar un gran incendio.

SUDÁN

Desde el 15 de abril de 2023, las discrepancias entre los principales sectores armados del otrora país más extenso de África, saltaron de la disputa retórica al combate por cuotas de mando, principalmente castrense que en esa nación significa poder total.

El conflicto estalló entre los generales Abdel Fatah al Burhan, presidente del Consejo Supremo, máximo órgano estatal, y su segundo, Mohamed Hamdam Dagalo (Hermeti), cuando este acusó a los militares de querer apoderarse de toda la autoridad.

La reacción del Ejército fue rechazar de inmediato tal alegación, pero la mecha ya estaba encendida en el polvorín, bastaba agitarla para apagarla o avivarla, como ocurrió: las tropas regulares chocaron con las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (SRF).

Ese conflicto que comenzó como fricción en la actual élite sudanesa se extendió a importantes ciudades entre ellas la capital, Jartum, y Omdurmán, así como a la problemática región occidental de Darfur.

Hasta ahora las consecuencias de la guerra rebasan las 14 mil muertes, 26 mil heridos, alrededor de nueve millones de personas desplazadas internamente y 1,7 millones abandonaron el país con destino a Estados vecinos como Chad.

Junto con la destrucción de sus infraestructuras económicas y sociales, esa contienda presenta un efecto multiplicador muy nocivo, al incentivar contradicciones no resueltas entre comunidades.

En tal caso se halla Darfur, donde se avanzó en un proceso de paz en 2020, cuando comenzó un periodo de transición política, tras el derrocamiento del presidente Omar Hassan al Bashir en 2019.

Un informe al Consejo de Seguridad de la ONU precisó con datos de Inteligencia a finales de 2023 que, en Al Geneina, cabecera de Darfur Occidental, perecieron de 10 mil a 15 mil personas a causa de la violencia.

Aunque Darfur la integran tres estados (Shamal Darfur o Darfur Septentrional, Gharb Darfur o Darfur Occidental y Janub Darfur o Darfur Meridional), la región oeste era entonces la más perjudicada por los enfrentamientos.

Datos publicados por el canal televisivo Aljazzera apuntan a que el conflicto actual se acerca a la frontera de Shamal Darfur con actores tribales, por lo cual se teme a una escalada por motivos étnicos.

ESTANCADA

Como vehículo empantanado, la contienda somalí está estancada y cada vez con menos probabilidades de romper esa fatídica inercia, ya que hasta su falta de convencionalidad hace que esa guerra transcurra en frentes muy imprecisos.

El conflicto -que tambièn afecta a la vecina Kenya, por los ataques extraterritoriales del grupo Al Shabab- desequilibra a la subregión oriental y amenaza con sumarle problemas de gobernabilidad a la IGAD.

Transcurrieron 33 años del derrocamiento del general Mohamed Siad Barre y los avances que se percibieron –con la instauración de un gobierno y el apoyo de la Misión de la Unión Africana (Amisom)- apenas trasformaron el panorama.

El gobierno de Hassan Sheikh Mohamud, asentado en Mogadiscio, la capital, enfrenta la tarea de ampliar y fortalecer las bases para el despegue decisivo en la construcción de un Estado, hasta ahora fallido, según expertos.

Para una solución, debe encontrarse una lógica de entendimiento, tendiente a la larga a lograr la reconciliación nacional, con una remodelación política que amaine ese ya viejo dilema en el Cuerno de África

De acuerdo con el sitio middleeastmonitor.com: “Combatir a Al Shabab no es únicamente una preocupación de seguridad, sino un componente fundamental de estrategias antiterroristas globales más amplias”.

La estabilidad se disfruta cuando se posee, y cuando no es así puede llegar a destruir todos los anhelos de la edificación institucional, incluidas las decisiones del poder y sin eso la seguridad en general se torna ficticia.

Conseguir ese sosiego en África oriental, o al menos en los casos de Sudán y Somalia, convoca a una necesaria convergencia de posiciones y no superposiciones de protagonistas, competencias que hasta hoy no resultaron.

arc/mt

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