Por Mario Muñoz Lozano
Jefe de la Redacción de Cultura
Aunque menos frecuentes en Cuba, cada exposición suya es un regalo para sus seguidores; no por gusto aparece su obra entre la selección que engalana la Estación Cultural Línea y 18, como parte de la muestra “Cuarenta años de arte cubano en las bienales de La Habana”.
Como confesara el Premio Nacional de Artes Plásticas 2004 a este periodista hace ya 20 años, le faltan algunas obras por hacer, y para él dibujar “es una deliciosa enfermedad. Un vicio. Yo he dibujado toda mi vida, todos los días de mi vida”.
“El dibujo alimentó mi espiritualidad, mi visión de la forma del arte. Hasta hoy me acompaña como un instrumento para acceder a otras cosas, pero también lo he convertido en un mundo propio, lo sigo ejercitando como una gimnasia diaria”, explicó entonces.
Según los críticos de arte, el excelente dibujante, pintor, grabador e ilustrador es uno de los artistas más importantes de la plástica cubana contemporánea.
Ahí está su areté para demostrarlo, con 48 exposiciones personales y participante en más de 200 colectivas en salones de más de 20 países.
Fabelo ha sido profesor, jurado de concursos, ilustrador de importantes libros, entre ellos, varias obras del novelista colombiano Gabriel García Márquez.
Además, ha ganado significativos premios en concursos nacionales e internacionales, entre ellos, el Armando Reverón de la Primera Bienal de La Habana, el primer lugar en la Bienal Internacional de Dibujo de Cleveland (Reino Unido), el Premio en la Bienal de Acuarelas de Viña del Mar (Chile)…
Sin embargo, mucho ha llovido desde aquellos primeros trazos y modelados en su natal Guáimaro, Camagüey.
Entonces sus materiales de “trabajo” no eran más que “el barro, la cera de los panales, pedazos de madera que convertía en animales imaginarios, o imaginaba que eran animales, los amarraba y metía en corrales que edificaba. Y le daba forma al barro haciendo figurillas de los propios animales del entorno: pájaros, lagartijas, alacranes…”.
Con el traslado de la familia a La Habana, en 1963, el niño de 13 años descubrió su hábitat muy vinculado con su pasión por la pintura, así que el mundo cambió al ingresar en la Escuela Nacional de Artes (ENA).
“Era una atmósfera distinta, un ambiente de total afinidad conmigo. Éramos becados, realizábamos actividades comunes con los estudiantes de las otras manifestaciones artísticas, o sea, que había una retroalimentación constante.
“Además, había dejado atrás la adolescencia. Era ya un jovencito definiendo sus intereses en la vida y en el arte, estaba disfrutando de esa plenitud, de ese momento de entrar en contacto con el mundo que uno apetece, en que uno se quiere desarrollar”, recordó.
LOS MAESTROS
“Tuve a Antonia Eiriz de profesora, tuve mucho otros maestros como Adigio (Benítez), Martínez Pedro, son muchos, lamento no acordarme de todos. Antonia era una personalidad impactante, también muy culta, con un componente muy inquisitivo en la búsqueda del conocimiento en la pintura.
“Servando Cabrera Moreno influyó mucho en nuestra generación, era un artista culto muy reconocido. Yo no fui su alumno, pero sí lo conocí, lo visité cuando ya no era profesor de la ENA.
“En esas visitas muy fructíferas que le hacíamos Nelson Domínguez, Chocolate (Eduardo Roca Salazar) y otros amigos, siempre nos brindaba su experiencia y conocimientos del arte. Cuando le llevábamos nuestros primeros dibujos nos orientaba, nos decía qué debíamos ver, nos prestaba libros. Eso nos ayudó mucho”.
LA REALIDAD
“Siempre fui un figurativo. Por eso me gustaba la pintura de Goya, de Velázquez. La figura humana siempre me resultó atractiva. Eran tiempos en que trataba de conocerla cada día mejor.
“En el ISA (Universidad de las Artes) ya vine a tener un conocimiento más académico, porque tuvimos unos profesores soviéticos que nos proveían de un sistema muy bueno de representación de la realidad a través del dibujo.
“A mí me fue muy útil y confirmé que me interesaba, si no la representación estricta de la realidad, al menos dotarme de más instrumentos para su abordaje con una técnica superior. Eso me lo aportó el ISA”.
PINTURA: NECESIDAD O CAPRICHOS DEL MERCADO
“Tenía necesidad de entrar al color. Porque no me especialicé propiamente en la pintura en mi etapa de estudiante, sino en la gráfica. No menosprecié, pero sí soslayé un poco todo el conocimiento de las técnicas de la pintura. En un momento determinado decidí probar si podía pintar, comencé a introducir tintas y colores en los dibujos.
“Me planteé desarrollar un conflicto pictórico en mi obra. Entonces comencé a hacer las tintas, acuarelas donde añadí el color con un protagonismo, después óleos, diversos soportes como madera, cartulina, telas… De todos modos el dibujo siempre permanece”.
SENTIR ES LO MÁS IMPORTANTE:
“Lo que más me preocupa es amanecer un día y que no se me ocurra nada. Te lo juro. Hay que dejarse fluir. En el arte tanta explicación puede coartar, mediatizar, congelar las cosas. Por eso, sentir es lo más importante. Emocionarse, conmoverse.
“Cuando hay algo que te mueve el piso, quizás para el resto de tu vida, cuando logras esa sensación, entonces puedes decir que has logrado tu cometido.
“Sin embargo, puedes provocar algo en unos y no en otros. Creo que lo fundamental es amanecer, fluir, sentir y hacer. El día que no sientas nada que hacer, que realizar y que no tengas alguna inquietud, entonces, todo va a ser muy difícil”.
UN POCO DE MÍ
“Quiero llevar mi obra hacia puntos que todavía veo alejados. No quiere decir que no tenga cierta experiencia acumulada en mi trabajo artístico, pero ese sentimiento de aprendiz no me abandona, es el que me hace sentir joven”.
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