Por Adis Marlén Morera
Redacción de Cultura
Considerado uno de los mejores cultivadores de la música flamenca en Cuba, el artista, inseparable de su guitarra, declaró en entrevista exclusiva con Prensa Latina que entre sus mayores pasiones está la de enseñar.
Siempre quise ser como mis profesores; educo a personas desde muy joven y realmente tengo mucha experiencia en la enseñanza de la guitarra, el piano y el canto, expresó.
Ha impartido clases en universidades de Cuba, Uruguay, Túnez, Argentina, España y Alemania, y de manera extraoficial a personas desde los cinco hasta los 90 años de edad.
Dice que se siente más nervioso cuando tocan sus alumnos que cuando lo hace él y su satisfacción la encuentra -más que en un teatro para cinco mil personas- en una clase para 30 estudiantes.
Según declaró, es un profesor que toca la guitarra «y el día que no pueda hacerlo, tocarán esos miles de alumnos por mí. Soy músico de corazón, pero profesor de vocación».
Aunque ingresó al Ballet Español de La Habana en calidad de guitarrista, consolidó su labor como instrumentista en la prestigiosa compañía de la coreógrafa cubana Lizt Alfonso, pues se aproximaba más a sus aspiraciones musicales. Luego, en el 2000, fundó su propia agrupación.
Mariño considera, desde la inmensidad de un extraordinario artista, que la humildad es un factor determinante, por lo que su mensaje a las nuevas generaciones será siempre: «Piensa como el más humilde que te escucha, eso te hará llegar a su alma».
Inmerso en sus compromisos de trabajo en Cuba, Alemania y España, nación esta última donde radica desde hace varios años, el virtuoso de las cuerdas mereció la Distinción por la Cultura Nacional en el marco del III Festival Cultural de Cubanos Residentes en el Exterior «Cuba va conmigo».
Es la más alta condecoración que me ha otorgado mi país y para mí es algo muy lindo, esa noche no conseguí dormir de lo feliz que estaba. Aún estoy emocionado y muy agradecido, aseveró.
Defender en otras regiones del mundo la música y la cultura cubanas representa un gran honor, «el más grande que puedo tener en la vida, pues yo y todos los cubanos somos y siempre seremos Cuba», expresó.
A su Patria la lleva allá donde sus manos y sus pasos lo conducen, «mi Cuba es un sentimiento, va en el alma, en el acento y en el gusto. Soy y seré siempre cubano».
Cuna de excelentes músicos, Reynier Mariño agradece a esta tierra su formación, educación y manera de ser; «mucho de lo que soy se lo debo a Cuba, la otra parte a Canarias y sus habitantes, pues me han acogido como a un hijo».
Se muestra agradecido por el éxito de su más reciente fonograma “Mi alma entre cuerdas”, producido por Cristian Alejandro y Edesio Alejandro bajo el sello italiano Di Benedetto Production, y con igual orgullo habla del documental “Reynier es la vida”, producido en Cuba y con muy buena acogida en salas de cine.
Esta primera obra cinematográfica motivó la creación de una segunda, que refleja –más allá del músico- al ser humano, pues es un viaje a su existencia, desde la infancia hasta la adultez.
Toca todas las fibras, temas artísticos y familiares, traumas de la adolescencia; aborda cómo es vivir fuera de Cuba «llevándola en el corazón y en el alma».
Además de su producción discográfica “Mi alma entre cuerdas”, nominada este año al Premio Cubadisco y la más vendida de su carrera en Europa, al músico lo abrazan nuevos proyectos: un álbum para 2025, colaboraciones con artistas internacionales y sus compatriotas del género urbano como El Chacal; con El Taiger, fallecido recientemente, también cooperó.
Cuando el sentir lo llama regresa a ese país de cuatro letras al que tanto se debe, el que recorre sus venas y exhibe al mundo junto a la melodía de su inseparable compañera: la guitarra.
Atesora los más sublimes sentimientos por esta nación, como él mismo define: «Mi gran amor es y siempre será Cuba».
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