Por Ángel Darián Santa Cruz
Redacción de Deportes
Las Ardenas, zona ubicada entre las naciones de Bélgica, Luxemburgo y una parte de Francia, de paisaje impenetrable y famosa por su papel tanto en la Primera Guerra Mundial como en la Segunda, reunió a varios de los mejores exponentes del ciclismo del orbe con la Amstel Gold Race, carrera patrocinada por la famosa empresa cervecera neerlandesa Amstel, como la primera de las tres llamadas Clásicas.
A Pogacar, “El nuevo caníbal”, le precedió con tal seudónimo el belga Eddy Merckx, leyenda de los años 60-70, quien inició su accionar en la llamada carrera de la cerveza en busca de un triplete que le permitiese otro asiento de lujo en los anales de la historia del ciclismo.
Pero las mejores historias tienen siempre un villano que roba espectadores, y un danés de nombre Mathias Skjelmose ocupó ese puesto.
El miembro del equipo Lidl-Trek se sirvió un trago de gloria en la 59 edición de la Amstel Gold Race al batir en un sprint de infarto tanto a Pogacar (UAE Team Emirates XRG) como al belga Remco Evenepoel (Soudal Quick-Step), el otro gran favorito de la prueba, con apenas centímetros de su rueda delantera antecediendo a sus contrincantes
Durante 255,9 kilómetros, entre las ciudades de Maastricht y Valkenburg, la clásica belga fue testigo de un embate frenético entre los tres pedalistas que llegaron a la meta con igual crono de 05:49:58 horas y con el triunfo del nórdico en final de leyenda.
Skjelmose, de 24 años, logró su victoria doce como profesional y la más importante de su carrera al dominar a hombres que atesoran en su baúl dorado lauros tales como, en el caso de “El nuevo caníbal”, tres Tour de Francia, (2020, 2021, 2024), un Giro de Italia (2024) y mundial de ruta (2024).
Mientras, Evenepoel, entre tantas glorias, guarda la de doble monarca olímpico en Ruta y Contrarreloj de París 2024 como el diamante más preciado de su joyería.
Para el ciclista nórdico la carrera devino una prueba paciencia pues nunca dejó que sus impulsos le traicionasen cuando el belga, a poco más de 150 metros, lanzó un sprint a modo de ráfaga de viento al cual respondió inmediatamente el esloveno.
Sin embargo, según profesa un viejo refrán, en aguas revueltas ganancia del pescador, y así Skjelmose aprovechó el momento exacto para besar la gloria y beber su cerveza dorada.
Con la imposibilidad ya de lograr las tres victorias en el Tríptico de las Ardenas, el nacido en Komenda afrontó Flecha Valona, la segunda clásica que data su origen en 1936, con el orgullo de un ganador y la probada calidad del mejor ciclista de ruta de las últimas temporadas. Un trayecto de 205,1 kilómetros entre la localidad de Ciney y el Muro de Huy separaban al miembro del equipo UAE Emirates-XRG del intento de un nuevo triunfo y la venganza de lo acontecido apenas días antes en la Amstel Gold Race, el cual resultó inobjetable luego de un ataque mortal a 450 metros antes de la cima de Huy y así lograr su segunda corona en la prueba al sumar esta a la del año 2023.
A 80 kilómetros de la meta, el UAE Emirates-XRG tomó el mando de la carrera en medio de una lluvia que provocó complicaciones para varios pedalistas, entre ellas, la caída del danés Mathias Skjelmose.
Con la meta a un kilómetro, rostros y bicicletas mojadas, Pogacar lanzó un primer ataque contenido por el irlandés Ben Healy aunque un nuevo intento del pedalista de 26 años, amante de la naturaleza y de los animales, resultó imposible de detener y saboreó el triunfo vestido con la camiseta arcoíris con un tiempo de 4:50.15 horas.
Le siguió el francés Kevin Vauquelin (Arkéa-B&B Hotels) y el británico Tom Pidcock, a 10 y 12 segundos, respectivamente.
La victoria del ciclista esloveno en el año que se conmemoró el 40 aniversario del primer final en el Muro de Huy lo llevó a ingresar el selecto grupo de siete ciclistas que han ganado una Clásica de las Ardenas vistiendo el maillot arcoíris de campeón del mundo tras Cadel Evans (2010), Julian Alapphilippe (2021), Claude Criquelion (1985), Eddy Merckx (1972), Rik Van Steenbergen (1958) y Ferdi Kübler (1952).
El último reto del Tríptico, La Decana Lieja-Bastoña-Lieja, encontró a Pogacar dispuesto a agenciarse su tercer cetro de una justa que venció en las ediciones de 2021 y 2024.
Un feroz ataque en la côte de La Redoute, a 35 kilómetros de la meta, devino demasiado para unos oponentes visiblemente cansados y con un tiempo de 6:00:09 horas el esloveno dejó al italiano Giulio Ciccone (Lidl-Trek) y al irlandés Ben Healy (EF Education-EasyPost) en los puestos dos y tres, respectivamente, a un minuto y tres segundos de sus ruedas.
Un total de 252 kilómetros entre Lieja y Bastoña marcaron el trayecto de la Clásica, la cual constituye además una de las cinco carreras ciclísticas conocidas como los Monumentos, dígase Milán-San Remo, Vuelta a Flandes, París-Roubaix, Lieja-Bastoña-Lieja e Il Lombardía.
El cetro del prodigio de Komenda en Lieja sumó más hojas a su currículo dorado pues este constituyó su noveno en Monumentos para quedar solo por detrás de los belgas Eddy Merckx (19) y Roger de Vlaeminck (11), dos de las leyendas más grandes del mundo del pedal.
A la vez, se convirtió en uno de los tres únicos ciclistas que logra subir al podio en los cuatro Monumentos de la primavera, algo que solo lograron Merckx (1969, 1975) y el irlandés Sean Kelly (1984), pues además de esta victoria y la del Tour de Flandes, Pogacar fue tercero en Milán-San Remo y segundo en París-Roubaix.
No importa la fecha o la carrera, las habilidades de Pogacar con la bicicleta parecen sacadas de un filme de ficción y su bicicleta “vuela sobre los terrenos” ante la mirada incrédula de aquellos que buscan palabras para definir al esloveno.
Dos victorias de tres posibles en Las Ardenas es un resultado de lujo, pero para el campeón mundial de ruta 2024 siempre se puede más y en este 2025 nuevamente estuvo a un paso de triplete tal y como le sucedió en 2023, año en que venció en Amstel Gold Race y Flecha Valona.
Las Clásicas de las Ardenas 2025 evidenciaron el amor por la victoria de un Pogacar que observó cómo por centímetros se le escapó el triunfo en Amstel Gold Race para así destruir un romance casi perfecto que, sin dudas, contará con más años de relación.
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