Por Adis Marlén Morera
Redacción de Cultura
Fotos: Vladimir Molina
“El único autógrafo digno de un hombre es el que deja escrito con sus obras”, versa uno de los pensamientos de quien Fidel Castro bautizara como el autor intelectual del asalto al cuartel Moncada, acción rebelde contra la tiranía imperante en Cuba, ocurrida el 26 de julio de 1953.

Pedro Pablo Rodríguez ha sentado cátedra en el campo de estudios sobre la figura de José Martí, como también lo ha hecho en el caso del análisis de otros próceres, como Máximo Gómez, o en referencia a los estudios de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.
Pedro Pablo Rodríguez ha sentado cátedra en el campo de estudios sobre la figura de José Martí, como también lo ha hecho en el caso del análisis de otros próceres, como Máximo Gómez, o en referencia a los estudios de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.
Sirvan pues las palabras del Maestro para evocar a un hombre cuya labor como historiador y periodista ha consagrado a preservar y difundir la impronta del más universal de los cubanos.
DONDE SE GESTA EL COMPROMISO
Entre libros y anécdotas, a escasos metros del Malecón habanero y la Fragua Martiana, reside el jefe del grupo de investigación de la Edición Crítica de las Obras Completas del Apóstol de la independencia de Cuba, sin más lujos que el de considerarse un profundo estudioso de su creación.
Mucho influyó el entorno familiar en su acercamiento a Martí, confesó en entrevista exclusiva para Prensa Latina; también el hecho de haber crecido muy cerca de un sitio donde convergen historia, valores y luchas, declarado Monumento Nacional el 8 de mayo de 1996.
De pequeño, recordó, se mantuvo muy vinculado con la Fragua; “iba en busca de literatura, me gustaba y me gusta mucho el lugar, es agradable, tranquilo y hermoso”. La escuela también sembró en él y en el resto de los estudiantes de su aula el interés por la historia cubana y las luchas independentistas, y en particular por Martí, precisó.
Su padre, de firme postura política, comprometido con la patria y los procesos de la Revolución, le inculcó desde pequeño el hábito por la lectura y contribuyó de manera decisiva en el afecto hacia los textos martianos. Corregía su escritura y le recomendaba no aprenderse nada de memoria.
Era un redactor de primera, porque además de elaborar anuncios -lo que le permitía expresar tres ideas importantes con pocas palabras- trabajó en la revista Bohemia en los años 30. Luego, cuando desapareció la publicidad, lo llamaron de la emisora Radio Progreso y allí trabajó hasta que se jubiló, dijo.
Poco después del triunfo revolucionario, en enero de 1959, tuvo lugar la Campaña de Alfabetización (1961). Con solo 14 años de edad, aplicó para las Brigadas Conrado Benítez de alfabetización; logró lo que siempre quiso: llevar conocimiento a la Sierra Maestra.
PRIMEROS AÑOS DE SU JUVENTUD
Sentado en un sillón, de espalda a una gran imagen del poeta, Pedro Pablo habla sin tapujos sobre los primeros años de su juventud, su quehacer como periodista en Bohemia, al frente de la sección de Historia; su pasión por la enseñanza y el valioso legado de su padre.
Luego de culminar el bachillerato, pensó en cursar la carrera de Economía, pero el programa no lo complació, “entonces miré el currículo de Historia y me agradó”.
Mi papá me enseñó a leer y motivó en mí el interés por textos clásicos españoles como El Quijote, expresó. Con apenas 10 años y sin la comprensión suficiente, bebió de la narrativa de Miguel de Cervantes y de otros muchos autores.
Aunque se aventuró muy pronto a la búsqueda de literatura foránea, no era en ella donde desbordaría con gran pasión el fruto de lo heredado. Me pregunto si su padre lo percibió antes de haberle obsequiado los 27 tomos de las Obras Completas, de José Martí, que aún conserva.
Lo cierto es que tal escenario favoreció su acercamiento a la historia. Fue una época convulsa en la universidad, de muchas tendencias; ingresé a las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas, fui presidente de los estudiantes en la carrera de Historia y gané cierta popularidad con un artículo que titulé Solo con 11 mujeres, subrayó.
Una vez graduado, impartió clases de filosofía y a propuesta suya ofreció un curso de pensamiento revolucionario cubano; comenzó así el estudio del autor de los Versos Sencillos.
De aquella época atesora los encuentros con el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro. Fue una etapa de mi vida inolvidable, recuerdo cuando conversaba con nosotros, a veces sentado en el piso, dijo.
Tendría alrededor de 22 años cuando una amiga y profesora le propuso impartir clases de Historia de Cuba a los estudiantes de la carrera de Periodismo, y a partir de ese momento comenzó su relación con “el mejor oficio del mundo”, como afirmara el Premio Nobel de Literatura colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014).
UNA COLOSAL TAREA
Con una reconocida obra en las ciencias sociales, el destacado investigador lleva adelante una colosal tarea en el Centro de Estudios Martianos: la Edición Crítica de las Obras Completas de José Martí, a quien considera un líder “por su humildad y forma de abordar a las personas, por ver más allá que los demás y por la manera de tratar a los hombres más destacados del 68 (1868, inicio de las luchas por la independencia de Cuba del imperio español)”.
Tenía capacidad para entender a los seres humanos, ponerse en su lugar y penetrar en el alma de la gente, valores que iban acompañados de un sentido muy grande del mejoramiento humano, opinó.
Para este apasionado del universo radial, doctor en Ciencias Históricas y Profesor Titular, concluir la Edición Crítica constituye un gran deber con la vida y la cultura de su país, también el mayor anhelo al que aspira a la altura de sus 78 años.
Es un trabajo muy agotador, advirtió, pero para fortuna suya la mayoría de los que han trabajado con él se entusiasman con ello.
Con similar entusiasmo disertó acerca de lo que representaba para José Martí la cultura y cómo en la actualidad se hace imprescindible defenderla. “Por un lado, como expresión de una nación que lleva más de 60 años sometida a una presión espantosa, por otro, porque posee una historia tremenda”.
-¿Qué significado le confiere usted a la cultura?
-Ella se manifiesta en el plano artístico, literario, científico y de las relaciones humanas. Son las capacidades que desarrollan las personas y las sociedades para identificarse y crear elementos propios, por eso es tan variable y compleja.
-Si hubiera tenido la oportunidad de conocer al Apóstol, ¿qué le hubiera dicho?
-Le preguntaría cómo pudo coexistir con su tiempo y con los problemas de su época sin perder el ánimo.
Miembro de la Academia de la Historia de Cuba, del Tribunal Nacional de Categorías y Grados Científicos, del Consejo Nacional de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y del Comité Ejecutivo de la misma, posee la Distinción por la Cultura Nacional (1996) y el Premio Félix Varela, de la Sociedad Económica de Amigos del País, por su obra en las ciencias sociales, entre otros reconocimientos.
Pedro Pablo Rodríguez sortea a diario los avatares propios de un cubano más, como se define a sí mismo. Ello no lo detiene y con pasión y espíritu juvenil, procura el conocimiento en todo el que le rodea, abrigado por la certeza de quien vive para la historia y la obra martiana.
arb/mml/amr