Por Edgar Amílcar Morales
Corresponsal en Chile
Estaban en el torneo selecciones consagradas que casi siempre figuran entre las favoritas, como España, Italia, Francia, Brasil y Argentina, pero todas quedaron en el camino, algunas inclusive en la primera etapa: la fase de grupos.
Dos de estos grandes, España y Brasil, estaban junto a México en el mismo grupo que los marroquíes, quienes a primera vista y solo en los papeles eran los más débiles.
A nivel juvenil, el equipo norafricano disputó su cuarto torneo mundial luego de su estreno en Túnez 1977, donde fue eliminado en la primera ronda, llegó a octavos en Malasia 20 años después y logró el cuarto puesto en Holanda 2005.
Tuvieron que pasar después dos décadas para clasificar de nuevo a una cita mundial sub-20 y para muchos aficionados en Chile eran una verdadera incógnita hasta que comenzó el torneo.
SELECCIÓN EN ASCENSO
En realidad, ya había señales de la capacidad de Marruecos en el fútbol, deporte muy practicado en ese país, y muestra de ello es que está clasificado para el Mundial 2026, que tendrá sede compartida entre Canadá, Estados Unidos y México.
A nivel de mayores ganó dos veces el Campeonato Africano de Naciones, en 2018 y 2020, y en el mundial de Qatar 2022 llegó al cuarto puesto tras vencer a España en octavos y a Portugal en la fase de cuartos de final.
No consiguió entrar al podio en esa ocasión por sus derrotas ante Francia en semifinales y con Croacia en la disputa por el tercer lugar.
En el portal del Mundial Sub-20 de Chile la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) advirtió el 20 de septiembre, antes de empezar el torneo, que Marruecos apuntaba alto en este evento.
De hecho, la sub-20 figuraba entonces como la menos ganadora del país, porque la sub-17 y la sub-23 ya habían sido campeonas continentales en esas categorías.
A pesar de una ausencia de 20 años en un mundial juvenil, se trata de una nueva generación que indudablemente posee los atributos necesarios para llegar lejos, advirtió la FIFA.
UN CAMINO BIEN LABRADO
Desde el inicio de las acciones en el grupo C, el equipo atrajo las miradas con dos triunfos no previstos: ante España ganaron 2-0 y luego se impusieron al siempre difícil Brasil 2-1, un resultado que prácticamente sacó a la verde amarilla del torneo.
Su único tropiezo fue ante México cuando cayó 0-1, pero ya tenía el pase a octavos en la mano con seis puntos.
En octavos de final dejó en el camino a Corea del Sur y en cuartos venció 3-1 a Estados Unidos, que hasta entonces había lucido en muy buena forma.
Más complicado estuvo el partido por semifinales ante Francia, pues el tiempo reglamentario terminó con empate a un gol por bando y fue necesario ir al alargue y luego a la tanda de penaltis, donde Marruecos conquistó el pase a la final con un marcador de 5-4.
RIVAL DE ALTA CATEGORÍA
Más allá de la sorpresa y el inobjetable marcador de 2-0 a su favor, la victoria tiene el mérito adicional de lograrla con quien sin duda alguna fue el mejor equipo a lo largo del campeonato, el seleccionado de Argentina.
El conjunto trasandino cerró la fase de grupos con un puntaje perfecto de nueve unidades en tres partidos, ocho goles a favor y dos en contra, uno de ellos, por cierto, anotado por Cuba y el otro se lo marcó Australia.
Su marcha imponente continuó en octavos, donde goleó 4-0 a las Águilas verdes de Nigeria; en cuartos de final derrotó 2-0 a México y en semifinales dio cuenta de una sorprendente Colombia por la mínima diferencia.
En esta segunda fase del Campeonato Mundial Sub-20, Argentina llegó al juego decisivo sin recibir un solo gol en contra y con siete a favor, lo cual demuestra la solidez del conjunto sobre la cancha que lo pintaba como favorito para llevarse la séptima corona de su historia.
Sin embargo, en el fútbol los resultados se escriben sobre la gramilla durante los 90 minutos y aunque los gauchos impresionaron por su calidad y buen desempeño, sigue vigente aquella frase del histórico Pelé: en las finales no hay que jugar bonito, hay que ganar.
Tras el choque, el director técnico de la albiceleste, Diego Placente, señaló que sus pupilos hicieron un torneo increíble, pero no siempre se puede vencer y aceptar la derrota también es importante.
“Se escapó un sueño para ellos, pero quiero felicitarlos porque rindieron a un nivel altísimo, metieron a Argentina de nuevo en una final del mundo juvenil, algo que hace tiempo no pasaba”.
DIGNO ANFITRIÓN
La selección de Chile no tuvo un buen rendimiento y logró avanzar en la fase de grupos con solo tres puntos, fruto de la victoria ante Nueva Zelanda y las derrotas con Japón y Egipto, naufragó en octavos de final ante México con un marcador contundente de 4-1.
No obstante, el país fue un excelente anfitrión del evento, con cuatro canchas de muy buena calidad: el Estadio Nacional, en esta capital; el Elías Figueroa de Valparaíso; El Teniente, de Rancagua, capital de la región de O’Higgins; y el Fiscal, en Talca, Aysén.
El ministro del Deporte, Jaime Pizarro, señaló que todo el proceso preparatorio avanzó de buena forma y se garantizó la logística, el ingreso sin ningún problema al país de los participantes y la seguridad a lo largo del evento.
Más de 300 mil personas asistieron a presenciar los partidos con precios accesibles, inferiores a cinco dólares, y con ofertas para niños y miembros de la tercera edad.
Además del remozamiento de los recintos donde se disputaron los encuentros, quedan para Chile canchas de entrenamiento y la experiencia válida para aspirar a albergar otro torneo internacional, como son los Juegos Olímpicos de 2036.
Esta fue la segunda ocasión en que el país sudamericano organizó un Mundial Sub-20 masculino, luego del de 1987.
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