sábado 12 de abril de 2025

Mancillada la soberanía panameña (+Fotos)

Ciudad de Panamá (Prensa Latina) La visita a Panamá del secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, imprimió otro capítulo de amenazas al Canal y al istmo, ante un Gobierno complaciente que capitula y hace concesiones que mancillan y ponen en riesgo la seguridad nacional.

Por Mario Hubert Garrido

Corresponsal jefe en Panamá

Fotos: Mario Hubert Garrido

 

La estadía del jefe de Pentágono, del 7 al 9 de abril, fue continuidad de las del secretario de Estado, Marco Rubio, en febrero pasado, y luego la del almirante Alvin Holsey, quien también le acompañó en una Conferencia de Seguridad de Centroamérica, que violó el Tratado de Neutralidad de 1977 y la Constitución al lograr se establecieran bases militares y los buques de la Armada tuvieran paso primero y sin costo por la vía interoceánica.

Hegseth se marchó por el aeropuerto de Panamá Pacífico, el viejo enclave aéreo tomado ahora por naves de caza y helicópteros de guerra.

Mientras, el presidente anfitrión, José Raúl Mulino, apenas presenció la firma de una Declaración Conjunta, como denunciaron organizaciones populares, escapaba en visita oficial de tres días a Perú, tras entregar la soberanía no solo de la ruta fluvial sino en todo el territorio nacional.

LOS HECHOS

Al concluir su visita al istmo, el jefe del Pentágono sugirió que las tropas de su país regresen a Panamá para proteger el canal interoceánico de la “influencia maligna” de China.

En ese sentido, Hegseth aseguró que los ejercicios conjuntos de defensa que se realizan regularmente en ambos países, los llamados Panamax, representan “una oportunidad para revivir” una “base militar” o “estación aeronaval”, donde operen “tropas estadounidenses”.

En una primera reacción, el ministro de seguridad, Frank Abrego, indicó que “no podemos aceptar bases militares ni sitios de defensa”.

Pero ya era una realidad la puesta en marcha de la presencia rotativa de tropas en las localidades de Rodman (en la entrada al Canal por el Pacífico), Howard (aeropuerto de Panamá Pacífico), y en el sector de Sherman (en la caribeña Colón), incluso en esta última la instalación de la llamada Escuela de Supervivencia en la Selva, todos estos espacios supervisados por Hegseth.

Desde que volvió al poder en enero pasado, el presidente Donald Trump amenaza con “recuperar” el canal de Panamá, que construyó Estados Unidos, bajo el argumento de que está bajo “influencia” de China.

Panamá niega que Beijing interfiera en la operación de la vía estratégica por donde pasa el cinco por ciento del comercio mundial, pero el magnate republicano afirma que la presencia de la nación asiática “amenaza” la seguridad de su país.

Fue más allá Hegseth cuando aseveró aquí que el ejército de China “tiene una presencia excesiva en el hemisferio occidental” y sus empresas acaparan sectores estratégicos como energía y telecomunicaciones.

“La guerra con China ciertamente no es inevitable. No la buscamos de ninguna forma, pero Estados Unidos enfrentará y, de ser necesario, derrotará esas amenazas con sus aliados”, aseguró.

Poco antes de que llegara el alto jefe castrense a Panamá, la Contraloría reveló una auditoría según la cual la empresa Panamá Ports Company (PPC) del grupo CK Hutchison, con base en Hong Kong, que opera los puertos de Balboa (Pacífico) y Cristóbal (Atlántico), incumplió el contrato y no entregó al país unos mil 200 millones de dólares por la concesión portuaria.

En pleno litigio, Hutchison anunció que vendería la concesión de los dos puertos al consorcio estadounidense BlackRock, pero hasta ahora no se concretó debido a una investigación de los reguladores chinos.

De su parte Mulino, quien recibió a Hegseth en el Palacio de las Garzas (sede del Ejecutivo), había asegurado días antes que “no habrá bases militares de ninguna potencia” en el canal, al reaccionar a versiones de prensa sobre un despliegue de tropas estadounidenses en esa área.

Las fricciones entre ambas naciones está signada además porque Trump considera injusto que su país deba pagar peajes por usar el Canal pese a que lo construyó.

Estados Unidos y China son los principales usuarios de la vía, de ahí que Hegseth aseverara que acordaron buscar una forma para que los barcos de guerra estadounidenses pasen por el canal de forma expedita y sin costo: “First and free” (primero y gratis), subrayó.

Tras esa afirmación salió el ministro para Asuntos del Canal, José Ramón Icaza, a explicar que el acuerdo suscrito se trata de un “costo neutral”, es decir un mecanismo que permita compensar servicios prestados en materia de seguridad por el tránsito de las embarcaciones de guerra.

Pero esa fórmula salomónica es un tema sensible pues los Tratados Torrijos-Carter de 1977 establecen bien claro que todos los buques deben pagar las mismas tarifas en función de su capacidad y carga, sin importar su país de procedencia o destino.

TRAICIÓN A LA PATRIA

Después de entregar las fronteras a propósito de la crisis migratoria, ceder la seguridad cibernética del Canal, Hegseth vino a cerrar el círculo de la infamia con la concesión del paso gratuito a sus buques de guerra.

Esto expresaron organizaciones como el Frente Nacional por la Defensa de los Derechos Económicos y Sociales (Frenadeso), tal como advirtieron antes y reafirmaron en una Carta Abierta a la IX Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que sesionó en Honduras.

Además, señalaron que en lo adelante permitirán el establecimiento de una presencia masiva de tropas estadounidenses y cuatro bases militares.

Denunciaron que los acuerdos suscritos con diferencias en las versiones en español y en inglés, en particular el párrafo referido a la soberanía sobre el Canal, que se omite en la segunda, fueron antecedidos por consultas con juristas, quienes les advirtieron que esos acuerdos eran ilegales, y violaban la Constitución y el Pacto de Neutralidad. Al respecto emplazan a la directora de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Seguridad, la exfiscal Argentina Barrera, y adelantan incluso una posible visita de Trump en las próximas semanas para que enarbole dicho acuerdo como una demostración “de su supremacía y de un supuesto triunfo en su enfrentamiento con China”.

El nuevo embajador designado por Trump y ratificado por el Congreso, Kevin Cabrera, será el encargado de darle seguimiento a los repugnantes compromisos adquiridos, agregaron.

Frenadeso asevera que Mulino y sus secuaces de la oligarquía han insultado la memoria de los héroes y mártires y su sangre generosa derramada en defensa de la soberanía.

La patria sigue siendo un despojo, como dijo el poeta Moncada Luna. Pero toca ahora, como dijera Diana Morán, ser tercos, tercas, terquísimos “hasta recuperar nuestra soberanía y llevar ante los tribunales de justicia a los que hoy traicionan a la Patria”, subrayaron.

MANIFIESTO POR LA SOBERANÍA

En medio de todas esas tensiones circula en las redes un Manifiesto por la Soberanía que comienzan a suscribir integrantes del movimiento popular junto al llamado a defender en las calles la dignidad y la autodeterminación de los panameños.

El Sindicato Único Nacional de los Trabajadores de la Industria de la Construcción y Similares (Suntracs), entre esos colectivos, inició manifestaciones de rechazo a la creciente presencia militar de Estados Unidos y la postura cómplice del Gobierno.

En declaraciones a Prensa Latina, el secretario general de Suntracs, Saúl Méndez, indicó que los más recientes acuerdos suscritos por el secretario de Defensa del norteño país, Pete Hegseth, constituyen una afrenta a la soberanía nacional y una fragante violación de la Constitución de la República.

El también excandidato presidencial en 2019 denunció al presidente José Raúl Mulino y a su ministro de Seguridad, Frank Ábrego, entre otras autoridades, por permitir se vulnere el Tratado de Neutralidad del canal de Panamá, el tránsito sin costo de buques de la Armada estadounidense y auxiliares, además de facilitar el establecimiento de bases militares.

Para el vocero de la alianza Pueblo Unido por la Vida, el mandatario debería ser juzgado por traición a la Patria, insistió en relación con el contenido de una Declaración Conjunta, que entre otros puntos, establece bajo el manto de la cooperación en la lucha contra el crimen organizado, ejercicios conjuntos y enclaves castrenses.

El Manifiesto señala como una realidad concreta que soldados estadounidenses de infantería se pasean por las calles como en los mejores tiempos del enclave colonial, ante la mirada pasiva del canciller y el presidente de Panamá.

“El tribunal de la historia juzgará a los traidores de la patria. Ni un ápice de respeto por nuestros mártires del 9 de enero de 1964 y los caídos en la invasión de 1989. Aunque no esperábamos nada de estos gobernantes de turno, quienes solo piensan en su beneficio, aun así, nos decepcionan. Su servilismo no tiene límites”, indica

Nuestra guerra no es contra China, ni ningún otro país, somos un país neutral y pacífico. (…) Nuestra lucha ahora mismo es contra los vendepatrias serviles al imperio y los corruptos que se roban miles de millones del erario. Si todo sigue igual, generaciones enteras estaremos sojuzgadas y condenadas a vivir en un país subordinado como si fuésemos una colonia del imperio, remarca ese texto.

También aboga por la solidaridad internacional ante este doble agravio, del imperio y sus subordinados.

arb/ga

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