Por Pedro Rioseco
Colaborador de Prensa Latina
Historiadores la consideran un momento imprescindible de la historia patria, y el análisis de los acontecimientos bélicos desde su inicio el 24 de agosto de 1879 hasta su conclusión el 3 de diciembre de 1880 en que depuso las armas el ultimo combatiente, reportaron al Apóstol José Martí valiosas enseñanzas.
La lección mayor fue la importancia de la unidad entre todos los jefes y fuerzas con un liderazgo político y militar unificado, los peligros del regionalismo, el caudillismo, rezagos de racismo, tendencias autonomistas y anexionistas, y la necesidad de una concepción estratégica con una idea única.
El revés de este segundo intento sirvió a Martí para diseñar luego claramente el objetivo de los patriotas cubanos de lograr la independencia de España, auxiliar al pueblo de Puerto Rico, e impedir a Estados Unidos extender su dominio sobre tierras de América, como dijo en su carta-testamento a Manuel Mercado.
Hace 146 años, la noche del 24 de agosto de 1879, se inició en un sitio entre Gibara y Holguín la llamada Guerra Chiquita, convocada desde el exterior por el mayor general Calixto García Íñiguez, como clara indicación de que la Paz del Zanjón no había sido el último capítulo de la lucha por la independencia.
El 9 de junio de 1878, había sido puesto en libertad el mayor general Calixto García en virtud de los acuerdos del Zanjón, quien se encontraba preso en la península ibérica. Inmediatamente después de organizar sus asuntos privados, se incorporó de lleno a las actividades conspirativas.
García, máximo dirigente de esta contienda, realizó varios intentos para llevar su expedición a Cuba, pero solo lo logró el 7 de mayo de 1880.
Después de sostener encuentros con los españoles, sufrir grandes bajas, no poder contactar con los demás jefes alzados, confrontar serias dificultades de abastecimiento y estar enfermo, se vio obligado a aceptar la capitulación el 3 de agosto de 1880 y fue llevado prisionero a La Habana y luego a España. Antes, en gesto de sumo desinterés patriótico, los miembros del Comité de los Cinco, creado por la emigración el 17 de marzo de 1878, declinaron la dirección de la conspiración a favor de Calixto García, y pasó a llamarse Comité Revolucionario Cubano, ya que incluiría en él a los patriotas de Cuba.
El propio 24 de agosto de 1879 se levantó en armas el brigadier Belisario Grave de Peralta, secundado por el teniente coronel Cornelio Rojas, los comandantes Remigio Almaguer y Luis Hechavarría, con unos 200 hombres, en el lugar conocido por San Lorenzo, cerca del río La Rioja, en Holguín.
El alzamiento principal se produjo en la Plaza La Yerba, en Santiago de Cuba, el 26 de agosto de 1879 con unos 400 hombres al mando del general José Guillermo (Guillermón) Moncada, los coroneles José Maceo y Quintín Bandera, el teniente coronel Rafael Maceo, y otros jefes y oficiales.
El 27 de agosto de 1879 se levantaron en armas Ángel Guerra en Holguín, Esteban Varona en Las Tunas y Luis de Feria en Alcalá. El 23 de septiembre de 1879 se alzó el coronel Limbano Sánchez en Baracoa al frente de 200 hombres, y el 5 de octubre de 1879, Mariano Torres y Jesús Rabí lideraron los levantamientos de Bayamo, Jiguaní y Baire.
A partir del 9 de noviembre de 1879 se levantaron en armas los grupos comprometidos en Las Villas, al frente de los cuales estaba el coronel Francisco Carrillo. En Remedios se alzó el brigadier Ángel Maestre; en Sancti Spíritus el general de brigada Serafín Sánchez, en Arroyo Blanco Francisco Jiménez, Cecilio González en Ciénaga de Zapata, y Emilio Núñez en Sagua.
La región de Matanzas no llegó a levantarse y en el occidente, el 17 de septiembre de 1879 fueron detenidos José Martí, Juan Gualberto Gómez, José Antonio Aguilera y Anita Pando, con lo cual se frustró el alzamiento de Güines.
Por su parte, el mayor general Antonio Maceo también intentó organizar una expedición independiente que lo llevara a Cuba, la cual estuvo a punto de lograr desde Haití en septiembre de 1879, desde Santo Domingo en febrero de 1880 y, finalmente, desde Islas Turcas en junio de 1880, pero fueron intentos frustrados debido a la persecución que sobre él ejercían las autoridades españolas, los atentados y las delaciones que sufrió.
En Oriente también serían apresados varios de los principales organizadores, prestigiosos veteranos de la Guerra de los Diez Años como Pedro Martínez Freire, Flor Crombet y Pablo Beola.
Factores adversos condujeron a la deposición de las armas en los diferentes territorios alzados.
Fue significativo el Pacto de Confluente, firmado el 29 de mayo de 1880, mediante el cual capitularon el mayor general Guillermón Moncada y el general de brigada José Maceo. Por su parte, el coronel Emilio Núñez permaneció combatiendo hasta el 3 de diciembre de 1880, cuando depuso las armas, con lo que finalizó la Guerra Chiquita.
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