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jueves 21 de noviembre de 2024
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José Martí, pionero del estudio del arte colonial en Guatemala

Ciudad de Guatemala (Prensa Latina) José Martí fue pionero en el estudio del arte colonial en Guatemala, resaltó en esta capital el reconocido historiador Miguel Álvarez.

Por Zeus Naya

Corresponsal jefe en Guatemala

Tras cumplirse el 129 aniversario de la caída en combate del Héroe Nacional de Cuba el 19 de mayo, el catedrático e investigador describió que en 1877-1878, durante la estancia de Martí en Guatemala, esa disciplina se apoyaba en el vínculo entre los fieles y la devoción.

O sea, declaró en exclusiva con Prensa Latina, las personas se referían a su Jesús, a vírgenes, a sus templos, como parte misma del contexto religioso.

Para el también director del Museo Nacional de Historia, Martí en ese período llegó a la esencia, “él explicó conceptos que no se habían manejado en este país del arte colonial”. Fue el primero -detalló- en relacionar los pintores de México o Guatemala con los grandes europeos, principalmente Pedro Pablo Rubens (1577-1640).

“El cubano no estaba nada equivocado porque los estudios posteriores, cuando hablan de las obras que él mencionó, están basadas en el maestro del sacro imperio romano germánico, de la escuela flamenca”, subrayó Álvarez.

Entonces, el intelectual antillano refirió esas obras vinculadas a Rubens hechas aquí, nos habló y nos dio nombres, remarcó el doctor, nombrado desde 1992 Cronista de la Ciudad por el Consejo Municipal. Fuera de Martí no encontré quién profundizara en el pintor guatemalteco Mariano Potenza, en una pintura que a él le impactó muchísimo, esa de Los frailes degollados, la cual se encuentra en el metropolitano templo de Santo Domingo, confesó.

Luego nos dio otro nombre, el de Juan José Rosales, uno de los grandes pintores, y nos precisó sus técnicas y sus características, amplió el entrevistado. Nos regresó un poco más y nos presentó a Tomás de Merlo, considerado el pintor barroco más importante de Guatemala, enfatizó en sus palabras a esta agencia.

Contó que en los estudios realizados sobre este artista, incluso en unas tesis, se plantean las características de los personajes y de sus pincelazos. Sin embargo, eso lo había dicho ya Martí, él habló del dibujo y de las expresiones, acotó.

Es importante eso, consideró, y agregó que después indicó sobre Cristóbal de Villalpando, mexicano, particularmente uno de los pintores de la Nueva España embebidos por Rubens, con obras en Guatemala.

Aquí Martí ya nos expresaba de claroscuros, de dibujo, de pincel y entró en otro tema, adelantó el historiador.

LA ESCULTURA

A juicio de Álvarez, el cubano entonces sintió realmente cuál era el objetivo de la escultura religiosa, porque al ir al Calvario, describió la Virgen y manifestó, quién fuera católico para abocarse a sus pliegues.

Percibió por lo que fue hecha la imagen, para que la gente se acercara a ver, y él claramente lo dijo y dio el autor, Vicente España, “y nos dejó el maestro de este”, profundizó el profesor. Calificó de increíble ese capítulo, “un rescate cultural”, además -añadió- Martí aludió al caso de Juan Perales, al que apodaban El Cristero.

Pero el visitante antillano fue al taller y luego afirmó, “nada más toca la madera y el Cristo ya está sangrando”, reseñó el investigador.

Asimismo –sumó- recogió la habilidad, las características del pintor y escultor de la época Buenaventura Ramírez, de quien contó que él estaba en París, Francia, y vio cómo, en un centro de antigüedades, se peleaban por una virgen de este.

Entonces, recordó el director del Museo Nacional de Historia, Martí señaló que en Europa se peleaban por aquella obra y aquí el autor muriéndose de hambre.

Realzó que el cubano fue a Barcelona, y entró a un taller de imaginería, mas luego escribió que los de Guatemala no le envidiaban nada a los españoles.

Hay otro testimonio, planteó el cronista: Martí aseguró que estuvo en el local de Cirilo Lara, a quien se le atribuyen las estatuas de los cuatro evangelistas que custodiaron el atrio de la Catedral. “Las consideró colosales, lástima que se cayeron con los terremotos de 1917 y 1918 y las botaron, cuando se podían arreglar”, comentó a Prensa Latina.

En su opinión, Martí buscó al autor detrás de las obras, dijo que había personalidades en las letras, la escultura, la pintura y arquitectura chapinas. Le dio -reflexionó Álvarez- un campo muy especial a la expresión artística de este territorio centroamericano.

LA ARQUITECTURA

En su oficina del Museo Nacional de Historia, rodeado de múltiples diplomas y recuerdos, el cronista afirmó que en su estancia aquí el Maestro siempre trató de comparar las iglesias con algo.

Ejemplificó que en el caso de La Recolección, templo neoclásico en esta urbe, definió que era una mujer arrepentida, mientras que de la Catedral significó su belleza.

De San Francisco escribió, “es más castillo que el castillo”, aseveró Álvarez, quien aclaró que Martí venía de La Habana, con grandes de estos. El pensador cubano -puntualizó el doctor- observó la arquitectura de Guatemala, por la cuestión sísmica, y que las iglesias eran robustas.

Martí -insistió- reflejó la calle empinada y que se levanta colosal el templo de San Francisco. Aparte, tuvo en cuenta el urbanismo, “algo que creo nadie lo había valorado antes”, recalcó.

Este -acentuó el investigador- era parte del Renacimiento y, en el caso de la Nueva Guatemala, de la Ilustración el trazo de la zona 1, en tanto el antillano subió al Calvario y expuso, las calles de Guatemala son rectas. Así sin capricho ni desviación, entonces dijo Martí que eran perfectas, pero algo más, el ritmo monótono, y para romper eso en América, la cultura, resumió.

Según el historiador, es una apreciación magnífica, pues desde 1998 el casco histórico de la ciudad de Guatemala ostenta la declaración de Patrimonio de la Nación. Toda esa simetría de la urbe se rompe, a criterio de Martí, con la parte cultural, concluyó el reconocido cronista.

arb/mml/znc

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