Por Zeus Naya
Corresponsal jefe en Guatemala
En declaraciones exclusivas a Prensa Latina, tras cumplirse el 129 aniversario de la muerte del Héroe Nacional de Cuba el 19 de mayo, el investigador calificó de muy importante la presencia del joven de 24 años en el país, de marzo de 1877 a julio de 1878, “pues nos legó un documento valioso para reconocernos como tal”, subrayó.
Ese primer año se publicó en México el ensayo martiano titulado Guatemala y fue entonces, sobre todo, que nos colocó en contacto con el mundo exterior, remarcó el también director del Museo Nacional de Historia. Martí describió la urbe chapina, dijo que era una gran ciudad, realzó sus bellezas, particularizó en su cultura, “entonces ahí tenemos ya el nombre de nuestra patria internacional”, enfatizó Álvarez.
Sin embargo, con el poema La Niña de Guatemala terminó de llevarlo internacionalmente hasta la fecha, amplió el doctor, nombrado en 1992 Cronista de la Ciudad por el Consejo Municipal.
Contó que en Montevideo, Uruguay, durante una entrevista le preguntaron precisamente por ella, María García Granados, lo que le confirmó que era embajadora de la tierra del quetzal por Martí, aseveró.
A juicio del reconocido intelectual, esa es una historia muy sensible y las palabras de “la que se murió de amor” calan hondo, por el sentimiento profundo que tienen detrás.
Hay que ver que muchos literatos de este país, estudiosos, trabajaron la figura de Martí, agregó, y ubicó entre los más importantes al periodista David Vela (1901-1992), quien realizó un análisis del ensayo martiano Guatemala.
LA SOCIEDAD GUATEMALTECA DE 1877
En su despacho, rodeado de múltiples diplomas y recuerdos, el profesor llamó a tomar en cuenta primero la sociedad guatemalteca de cuando Martí llegó, pues en ese momento la nación acababa de entrar a un nuevo proceso histórico.
“Guatemala había vivido 30 años del periodo conservador, muy tradicional, apegado a la iglesia, a un sentido todavía muy hispánico, pero prácticamente la ilustración se dejó sentir con el gobierno liberal”, expuso.
El 30 de junio de 1871 es la Revolución, Martí la menciona, hace una semblanza de ella, nos habla que hay un desfile que va de la Plaza al Calvario y precisa que este siempre lo ha vivido la patria, recordó el historiador.
Opinó que esos son momentos muy importantes que él referencia, ese civismo, al encontrar una sociedad que está despertando, significó Álvarez, junto a Ana Cintrón Palma, presidenta de la Asociación Cultural que lleva el nombre del Apóstol de la Independencia de Cuba. Para el entrevistado, las artes, la literatura, están en un momento clave y así hay algunos círculos literarios, como El Porvenir, que rechazan al antillano porque es un extranjero y de ideas muy avanzadas, un ilustrado.
Pero, puntualizó, esa sociedad literaria lo conoce a través del discurso que da y es ahí donde Guatemala descubre su talento y cuando viene el mote del doctor Torrente. Ello, explicó, por la sabiduría, el conocimiento, y llega a convertirse en el vicepresidente del más importante círculo intelectual de este territorio centroamericano.
Ahí podemos empezar a medir la importancia que tiene, reflexionó, mientras apuntó, debemos tomar en cuenta por otro lado las condiciones en que viene Martí.
LA EDUCACIÓN
Llegó precisamente porque existe un cambio en la educación, se sustituyó el plan de los conservadores, manejado por la iglesia, por uno laico, gratuito y obligatorio, rememoró la personalidad, especialmente dedicada al cuidado del patrimonio cultural.
El gobierno de Justo Rufino Barrios (1873-1885) está en el proceso del cambio de ese sector y fueron cubanos quienes lo iniciaron tanto para hombres como para mujeres, expresó.
Resaltó a los patriotas y pedagogos José María Izaguirre, José Joaquín Palma e Hildebrando Martí, iniciador del Instituto Nacional Central para Varones.
Ellos lo invitan y viene llamado para atender la educación, en la cual lo vamos a encontrar luego dentro de la universidad, manifestó el doctor.
Esta se halla en un proceso de transformación con nuevas cátedras, una fase que deja las teologías y de tal manera Martí entra como profesor de Historia Universal y Literatura en la facultad de Filosofía y Letras.
Entonces, añadió, su presencia es renovadora en conocimiento, en actualización, una apertura de Guatemala hacia el mundo, gracias al pensamiento que trae.
Es ahí donde el Maestro -acotó Álvarez- va a conocer a muchas personas de los círculos sociales de Guatemala, también funge como docente en la Escuela Normal para Varones, y vamos a ver sus escritos en los distintos medios, de una profundidad increíble.
En aquella sociedad -manifestó a esta agencia- había sido muy difícil que la mujer llegara a estudios superiores y con Martí ya vemos esta otra apertura.
Desde el punto de vista de la educación es sumamente importante porque entra en el momento de los cambios, de una nueva educación, un sistema diferente, nuevos métodos, destacó el reconocido historiador.
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