Por Enrique González

Colaborador de Prensa Latina

En una mañana de domingo, cosa poco habitual en el Protocolo Vaticano y que no pocos observadores apreciaron como un gesto de Francisco hacia Raúl Castro, tuvo lugar el encuentro, calificado ello, a los efectos protocolares, como una visita “estrictamente privada”.

Duró significativamente casi una hora (55 minutos, todo un récord para este tipo de encuentros) y enmarcó su final, tal y como lo describiera alguna prensa en su momento, con un “cálido apretón de manos”.

El líder histórico visitó al Papa para agradecerle, en persona, el papel desempeñado en el proceso de acercamiento entre Cuba y los Estados Unidos.

Fueron célebres sus palabras por aquellos días cuando dijo: “Tuvimos una reunión muy agradable con el Papa Francisco… Salí muy impresionado por su sabiduría, su modestia y todas las virtudes que sabemos que él tiene… Yo me leo todos los discursos del Papa y sobre todo los comentarios que él hace. Si el Papa sigue hablando así, comenzaré a rezar y volveré a la Iglesia… Cuando Francisco venga a Cuba, voy a asistir a todas sus misas”.

Palabras que tuvieron diferente interpretación, pero que sin dudas expresaban una satisfacción manifiesta y sincera por el encuentro y que supo trasladar a la prensa con muy favorable repercusión.

En síntesis, una larga conversación, un cordial apretón de manos y el intercambio de regalos importantes, cargados de simbolismo y relacionados con los temas de la pobreza y la inmigración fueron los momentos fuertes de la reunión, que marcó el primer intercambio entre el entonces presidente cubano y el primer papa latinoamericano.

El intercambio constituyó una especie de antesala del viaje que realizaría Francisco en septiembre de 2015 (cuatro meses después) a Cuba y que lo llevaría también a Estados Unidos.

Pero, sobre todo, constituyó el inicio de una “relación humana” entre ambos, tal y como el propio papa Francisco reconociera en su entrevista a Univisión en julio de 2022, y tal y como el líder histórico Raúl Castro demostrara en días recientes, ante los funerales del Papa, trasladando un sentido mensaje de condolencias donde, entre otras ideas, escribía:

“Descanse en paz, entrañable amigo. Su deceso me conmueve profundamente… Fue usted un hombre íntegro y consecuente que reciprocó con afecto y buenaventura la relación humana que forjamos… Tal como me manifestó en una ocasión, también lo llevaré para siempre en mi corazón”.

Raúl selló su homenaje asistiendo a la Nunciatura Apostólica en La Habana y firmando en el Libro de Condolencias un profundo mensaje de reconocimiento a la obra de Bergoglio con respecto al mundo y a sus genuinos sentimientos de afecto hacia el pueblo cubano.

arb/EG