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lunes 16 de septiembre de 2024
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Estadio Centenario, monumento mundial del fútbol en Uruguay (+Fotos)

Montevideo (Prensa Latina) El Estadio Centenario, de Uruguay, es el único de su tipo en el planeta que ostenta la condición de Monumento Histórico otorgado por la FIFA, decisión justificada por la historia y los resultados de este pequeño país en el más universal de los deportes.

Por Orlando Oramas León

Corresponsal jefe en Uruguay

El Centenario es un templo, afirmó a Prensa Latina Gerardo Cal, quien niega el título de historiador pero lleva 16 años guiando visitantes por ese parque, y el Museo del Fútbol, donde se pueden revivir hitos del balompié nacional y mundial.

Desde la Tribuna Olímpica la vista es todo un privilegio. Aquí jugaron Maradona, Pelé, Messi, Suárez y otros grandes, de los contemporáneos. Enfrente, al centro, la tribuna América, a la derecha la Colombes; la Ámsterdam a la otra mano. La vista es imponente y la cancha reverdece.

Entre noviembre de 1929 y julio de 1930 se concretó la obra diseñada por el arquitecto Juan Antonio Scasso (1892-1973). Fue un trabajo maratónico realizado en tres turnos, en la noche inclusive. Se excavaron 160 mil metros cúbicos de tierra y utilizaron 14 mil metros cúbicos de cemento armado.

Colmando la Tribuna Olímpica, un alto pilar hace empequeñecer al visitante. Se trata de la Torre de los Homenajes, que corona el estadio con sus nueve balcones alegóricos al número de las franjas de la bandera patria.

La base representa las alas de un avión y la proa de un barco, los medios de transporte más utilizados hace 94 años, cuando se edificó este emblemático parque.

TODO COMENZÓ ANTES

Se cumplen 100 años de los Juegos Olímpicos de París, en los que la selección charrúa jugó sus partidos en la vecina ciudad de Colombes, por ello el nombre de la tribuna. En el Museo se exhiben las banderas gastadas por el tiempo y la foto del que aquí consideran el mejor capitán de la historia: José Nasazzi.

De aquella gesta, atesorados, están la camiseta y los botines de Mazali, arquero y entrenador, quien además fue campeón sudamericano en atletismo.

En octavos de final los australes dejaron atrás a Estados Unidos por 3-0. Con igual marcador se impusieron en la final frente a Suiza el 19 de junio de 1924.

Desde entonces en esa fecha se celebra el Día del Fútbol Sudamericano, en recordación y homenaje a que, por primera vez, una selección de Sudamérica competía en Europa, y, sobre todo, alcanzaba la gloria olímpica.

José Leandro Andrade, integrante de ese plantel, es el único futbolista uruguayo que está en el Salón de la Fama de la FIFA, en su sede en Zurich. Andrade fue doble campeón olímpico, que completó en Ámsterdam cuatro años después.

LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE ÁMSTERDAN

El Museo del Fútbol en El Centenario tiene una sala dedicada a esa competencia. Una foto del debut ante Países Bajos muestra a los arqueros con rodilleras y gorras, pero no guantes. Gerardo Cal explica que en esa época era mal visto, y seña de debilidad, el uso de esa prenda.

“Por amor propio atajaban a mano limpia. La mayoría de las veces terminaban los partidos con las manos destrozadas”. Eran tiempos de pelotas de cuero duro y zapatos con clavos”, le dice a Prensa Latina. Uruguay y Argentina jugaron dos finales en 1928. La primera final resultó empate, alargue incluido. Entonces no había desenlace por penaltis.

El 13 de junio de 1928 se disputó la segunda final. Uruguay ganó 2-1 y conquistó la segunda medalla olímpica que, por reglas impuestas por la FIFA en la cita parisina, se reconocía además como copa mundial, la segunda a su cuenta.

La proeza en Ámsterdam tenía gran repercusión en Montevideo y todo el pequeño país sudamericano. La gente se arremolinaba frente a las redacciones de los periódicos. La Plaza Independencia, centro de esta capital, rebosaba en aquella fecha.

A un costado del teatro Solís, relata mi guía, el periódico El Imparcial recibía noticias por telegramas y la información era leída por altavoces a la multitud. En un pizarrón anotaban los goles y las jugadas más trascendentes.

LA PRIMERA COPA DEL MUNDO

La primera Copa del Mundo de fútbol de la historia se jugó en Montevideo en 1930 y determinó la construcción, en tiempo récord, del Estadio Centenario, que lleva su nombre en recordación a los 100 años de la primera jura de la Constitución uruguaya.

El torneo comenzó el 13 de julio en el Gran Parque Central del club Nacional, donde se ven las caras Estados Unidos y Bélgica. A esa misma hora, en la vieja cancha de Peñarol del barrio Pocitos, dirimen Francia y México. Un francés marca el primer gol de la primera Copa.

Donde estuvo aquel parque se muestra hoy una zona residencial de casas y edificios, pero entre esos inmuebles una placa dice: “En busca del arco perdido”, pues marca el sitio donde estaba colocada una de las porterías.

Las selecciones de Argentina, Estados Unidos, Uruguay y Yugoslavia accedieron a las semifinales. En la final, el anfitrión Uruguay, que jugó siempre en el Centenario, venció a Argentina por 4-2 el 30 de julio de 1930.

Era una rivalidad histórica. Cada equipo quería jugar con su propio balón. El árbitro lo resolvió por sorteo. Primer tiempo se jugó con la pelota argentina, el segundo con la uruguaya.

Cual curiosidad, el primer gol que registró el Centenario lo marcó el uruguayo Héctor Castro, y fue decisivo para la victoria y clasificación por 1-0 frente a Perú. Castro era manco, perdió una mano en accidente de trabajo, en su labor como carpintero. Fue el propio jugador quien anotó el último gol contra Argentina en la final.

Después del campeonato Argentina rompió relaciones deportivas con Uruguay y estuvo a punto de cortar los nexos diplomáticos. Los gauchos se quejaron de maltratos, amenazas de muerte, parcialidad arbitral. “Todos fueron pretextos”, refuta Cal.

Pasaron cinco años antes de que volvieran a verse las caras en una cancha, en el Campeonato Sudamericano de Lima, Perú. Argentina no aceptó enfrentar a Uruguay de camiseta celeste. Los charrúas utilizaron la roja, pero desde entonces los jugadores creen que ese color da mala suerte. Por ello cuando Uruguay no viste de celeste, lo hace de blanco.

EL MARACANAZO

El Maracaná era en su época el más grande estadio del mundo, con una capacidad de 200 mil personas. Corría el año 1950 y todo presagiaba una victoria brasileña ante Uruguay en la final de la Copa del Mundo.

Relata Sebastián Cal que “estaban tan seguros que Brasil iba a ganar que el alcalde de Río de Janeiro prometió que el estadio sería pintado de los colores del equipo que resultara campeón”.

Cumplieron la promesa. El Maracaná estuvo de celeste hasta 2010, cuando iniciaron reformas para el Mundial de 2014. Lleva los colores de la bandera brasileña, pero en partes de su estructura permanece el azul cielo, consigna Cal.

Para aquel match los principales diarios de Río de Janeiro ya tenían sus primeras planas impresas celebrando por anticipado el triunfo del equipo local.

Había muchas carrozas adornadas preparadas en Río de Janeiro para encabezar un auténtico carnaval de festejos, y vendidas más de medio millón de camisetas con la inscripción de “Brasil Campeão 1950”.

El desenlace pasó a integrar la leyenda charrúa que acompaña a la celeste. Ni los propios directivos uruguayos del fútbol confiaban en un triunfo y apelaban a los jugadores a implementar un juego defensivo para impedir goleada brasileña.

La arenga en el vestuario del capitán Obdulio Varela fue enervante. Brasil salió delante, pero Juan Alberto Schiaffino dio la igualada a uno. Alcides Edgardo Ghiggia selló el de la victoria y enmudeció a 200 mil gargantas. Por cosas del destino Ghiggia fue el último sobreviviente de ambos planteles.

TESOROS E HISTORIAS POR VENIR

Entre los tesoros del Museo del Fútbol hay dos réplicas de la Copa Jules Rimet, por ambos campeonatos mundiales ganados por este país. La original, que correspondía a Brasil, en su condición de tricampeón, fue robada con sus 38 centímetros de alto y dos kilogramos de oro macizo.

Medallas, fotos, bastones olímpicos, poster, gallardetes y fotos de época brindan al visitante un recorrido por sucesos trascendentales del balompié nacional y mundial.

Baste decir que en el Estadio Centenario se disputaron la mayoría de las finales de Copas Libertadores, 19 en total. Aquí se consagraron por primera vez, además de Nacional y Peñaroles, Estudiantes de La Plata, Boca Juniors, Independiente, entre otros clubes del continente.

La Copa Mundial de la FIFA de 2030 será la vigésima cuarta edición, y celebrará los 100 años de estas lides. La federación internacional otorgó las sedes a España, Marruecos y Portugal.

Argentina, Paraguay y Uruguay albergarán a los partidos inaugurales de sus selecciones

Será un homenaje a aquel mundial que en 1930 se jugó en el Centenario, con victoria para los de casa.

Para entonces el estadio será otro. Por requerimientos de la FIFA habrá que techar sus gradas y bajar la cancha a fin de conseguir un aforo cercano a los 70 mil aficionados.

El Centenario es propiedad de la Asociación Uruguaya de Fútbol y de la Intendencia de Montevideo. Hace cuatro años fue declarado Patrimonio Histórico Nacional. Con tal condición puede ser sujeto a reformas, pero con respeto a la estructura original.

Como dato adicional, es uno de los dos estadios de fútbol en el mundo de su categoría que tiene una escuela pública en sus instalaciones, desde 1941.

El proyecto de remodelación hacia 2030 presentado a la FIFA resulta moderno, ajustado a los nuevos tiempos. Pero siempre quedará la Torre de los Homenajes, con la proa del barco apuntando al futuro de nuevos episodios de un deporte que aquí resulta más que pasión.

arb/ool

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