Desde el descubrimiento de la penicilina (1928) por el científico escocés Alexander Fleming y después su salida al mercado tras la segunda Guerra Mundial (1945), se logró el control de muchas enfermedades mortales producidas por bacterias.
La esperanza de vida aumentó en sociedades con acceso a estos productos, y en la actualidad la meta es llegar a la centuria de años y más, pero con calidad.
Nutricionistas, geriatras y médicos en general aconsejan las mejores dietas y estilos de vida para lograr ser centenarios con una vida saludable y plena.
De hecho, varias investigaciones comprueban que existen cinco puntos del planeta donde sus habitantes lo logran y son personas activas, que disfrutan la vejez. Son las denominadas Zonas Azules.
Todo comenzó con un estudio realizado a principios de este siglo por el astrofísico y demógrafo belga Michel Poulain y el gerontólogo italiano Gianni Pes, dedicado a descubrir en qué sitios del mundo las personas vivían más y qué rasgos presentaban en común.
El primer sitio donde hallaron personas longevas fue en Barbaglia, en la isla italiana de Cerdeña, y a partir de esos datos en un mapamundi trazaron un círculo azul con un marcador en el nombre de cada pueblo o ciudad en el que encontraban varias personas con o más de 100 años de vida.
Así se empezaron a denominar las Zonas Azules, en referencia al color usado para su ubicación mientras analizaban el fenómeno. Son regiones del mundo que se describieron como aquellas en las que las personas viven más.
¿Cuáles son?
Además de Cerdeña (Italia), Okinawa (Japón), Loma Linda (California, Estados Unidos), Ikaria (Grecia) y la península de Nicoya (Costa Rica).
Los investigadores buscaron, entonces, un hilo conductor para responder: ¿Qué tienen en común un par de islas en el Mediterráneo, un pueblo en California, o dos sitios en el Pacífico?
El escritor y explorador Dan Buettner trabajó durante más de una década para identificar los puntos centrales de la longevidad en todo el mundo.
Con el apoyo de la National Geographic Society, Buettner se propuso localizar lugares que no solo tuvieran una alta concentración de individuos de más de 100 años, sino también grupos de personas que habían envejecido sin problemas de salud como enfermedades cardiacas, obesidad, cáncer o diabetes.
De acuerdo con Buettner, su investigación arrojó resultados que podrían ayudar a los humanos a prolongar la vida y tener una mejor calidad.
La primera respuesta estaba en los genes y tenían razón, pero después se percataron que el ADN y sus reglas de la herencia eran insuficientes.
Los parámetros comunes correspondían a climas amables, naturaleza prolífica, alimentos sanos y al alcance de la mano, sumados a que la gente trabaja la tierra, camina mucho, hace una alimentación saludable con sus mismas producciones, beben alcohol muy moderadamente, se acuestan y levantan temprano, y a la vez tienen mucha vida social.
En otras palabras, las zonas azules presentan en común un modo de vida, una filosofía basada en cuatro factores principales: una alimentación sana y equilibrada, la práctica de una actividad física regular, una mejor gestión del estrés, una cultura de relaciones sociales y tener motivaciones para seguir adelante, un propósito en la existencia.
En relación con la alimentación, Buettner sugirió tener dietas bajas en calorías. Aseguró que los habitantes de Okinawa comen hasta estar cerca de saciarse, pero nunca se exceden. También agregó que es fundamental incorporar frutas y verduras en todas las comidas.
Recomendó beber alcohol con moderación y en dosis pequeñas, y descartó el uso de cigarrillos y drogas. Todas esas sustancias están desterradas de las zonas azules, subrayó.
El investigador también destacó dos aspectos: la vida en familia y la vida social. Expuso la importancia de tener una red de contención familiar, estar acompañado en la cotidianidad, cuidar y ser cuidado, son elementos para lograr la longevidad.
Sugirió además hacer vida con la comunidad y que la propia sociedad tenga un lugar reservado para que los ancianos puedan descansar.
La península de Nicoya, en Costa Rica
Costa Rica presenta una esperanza de vida de 77 años, y ocupa el quinto lugar en América Latina en este acápite, superado por Puerto Rico y Chile con 80 años, así como Cuba, Uruguay y Ecuador con 78 años, respectivamente, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, publicados en noviembre de 2022.
En esta nación centroamericana, un grupo de 768 personas sobrepasa el siglo de vida, y tres de ellos son súpercentenarios; dos mujeres con 110 y 112 años, y un hombre con 116.
Datos del Patrón Electoral del Tribunal Supremo de Elecciones reflejan que entre quienes han vivido más de un siglo, casi 80 por ciento, o sea, 602 personas, tienen 100, 101 y 102 años.
Para el geriatra costarricense Mario González, hasta el momento la ciencia médica no ha demostrado por qué en la región de Nicoya, en la provincia norteña de Guanacaste, las personas viven más.
Estudiamos en esa población diferentes condiciones de vida, la tierra, el agua, la genética. Buscamos, entonces, evidencias afines con el resto de las Zonas Azules del planeta, explicó en una entrevista.
Encontramos que las características comunes son tener propósitos para seguir viviendo, tiempos de reposo, dormir como mínimo ocho horas, indicó.
Para la investigadora María Laura Carvajal, en cuanto a la alimentación, estas personas no comían hasta quedar completamente llenas, sino hasta un 80 por ciento de sensación de saciedad, y se alimentaban de productos muy orgánicos.
Ellos bebían, además, un licor autóctono en cada zona, vivían en comunidades muy familiares y todos se ayudaban unos a otros, explicó la experta.
Existen diversos factores que aumentan la expectativa de vida de un paciente, entre estos, la realización de actividad física, en especial ejercicios aeróbicos, de fuerza y balance, así como algunos que aporten flexibilidad.
A esto se suma una dieta saludable, baja en calorías, aspectos que demuestran cómo se puede ejercer cambios favorecedores para un envejecimiento favorable, destacó. Ese sistema de vida favorece una microbiota intestinal sana, que aumenta la resistencia a infecciones, enfermedades autoinmunes e incluso tumores, señaló.
Consideró, además, que la expectativa de vida en las mujeres es mayor que la de los hombres por varias razones, una de ellas, los estrógenos generados antes de la menopausia, que protegen de enfermedades cardiovasculares, aunque al llegar la menopausia se pierde esa protección.
A partir de esa edad es que las mujeres empiezan a exponerse a enfermedades cardiovasculares, aproximadamente 10 años después de los hombres, añadió Carvajal.
Por otro lado, se ha comprobado que las féminas tienden a buscar más atención médica que los hombres, y también suelen tener mayor actividad física y menor consumo de drogas como el alcohol y el tabaco.
La península de Nicoya es la más grande de Costa Rica, bañada por el océano Pacífico, limitada por el golfo de Papagayo al norte y el Golfo de Nicoya al este y al sur.
En sus costas se alternan playas de finas y grises arenas, acantilados, plataformas de abrasión, cabos, islas, golfos, bahías, esteros y ríos, cuyas aguas descienden drenando colinas de rocas sedimentarias y volcánicas.
Predomina un paisaje de densa vegetación tropical, consecuencia de un clima cálido y subhúmedo. Se encuentran en ella algunas de aisladas y bellas playas, por lo que es uno de los destinos turísticos más populares.
Lugar de gran belleza en su entorno, por la gama de atractivos turísticos y áreas de conservación, Nicoya además suma las historias de estas personas que han superado el promedio de vida de Costa Rica y muestran al mundo cómo llevar una longevidad saludable, por lo que llegar a ser centenarios ya no es una excepción, está a la mano, basta con solo proponérselo.
arb/To/alb