Son parte de las esencias que aderezan la conversación exclusiva de Prensa Latina con Gustavo Santos, director regional para las Américas de ONU-Turismo, en su oficina de Madrid, donde está la sede del máximo organismo mundial de la industria sin chimeneas.
Estamos ante el autor, junto al francés Marcel Durrieu, del libro “El después: turismo y humanidad”, que sin altisonancias desliza argumentos sólidos para enaltecer la idea en torno a uno de los sentimientos que genera más convicción en el ser humano: el deseo de viajar, de conocer.
Oriundo de Córdoba, Argentina, donde fue presidente de su Agencia de Turismo, exministro de Turismo de 2015 a 2019, hoy ocupa una alta responsabilidad en la entidad de Naciones Unidas, convencido del enorme potencial del sector y, especialmente, de América Latina y el Caribe.
El primer tema no podía ser otro que la evolución de la industria del ocio después de la terrible parálisis que provocó la Covid-19 en el mundo entero, con un impacto demoledor en términos de viajes y descanso.
-Para mí, demostró igualmente lo que significaba el turismo, volvimos a la Edad Media. Ese vaciamiento que hubo de relaciones interpersonales, de los viajes, terrible; fue también la confirmación de la importancia que tiene en el intercambio humano, y lo que implica no solo para la economía, sino en términos de comunicación, de salud, de salud mental.
Locuaz y apasionado en sus comentarios, Santos muestra una convicción absoluta de la trascendencia del turismo no sólo en términos puntuales de vacaciones, relajamiento, movilidad, desarrollo o globalización en el mejor sentido.
-ONU-Turismo se puso al frente de un proceso de reconstrucción desde el primer momento. Mecanismos como el código de protección al turista, fue una respuesta que intentó ser global ante un problema global. Estábamos, como dije, con uno de los problemas reales que pareció tener más que ver con la Edad Media que con el mundo contemporáneo.
-Pese a que fue un fenómeno que ocurrió en todas partes, hubo respuestas locales; unos actuaron de una manera, el resto de otra, no había una hoja de ruta común.
-Y esto fue lo primero que quiso hacer Zurab Pololikashvili (secretario general del organismo) con un gran éxito, reunir esta Comisión de Crisis, con un Comité de Expertos, que pusieron de inmediato manos a la obra. Fue lo que permitió crear el código de protección al turista, y hoy tenemos una hoja de ruta que sabemos cómo vamos a actuar en caso de un fenómeno semejante o de consecuencias similares.
LAS CRISIS
Las crisis siempre dejan aprendizajes, pero advierten el peligro de que pueden volver, especialmente en un concierto internacional muy tenso, con guerras, conflictos bélicos y amenazas climáticas, una reflexión que comparto con una personalidad muy experta.
-Siendo sincero, hubo agoreros, gente que declaró el fin del turismo en el mundo y que la pandemia terminaría por cambiar a la humanidad.
-Sin embargo, en lo personal, reflejado en mi libro en plena Covid-19, nos aventuramos a afirmar que nos íbamos recuperar rápidamente. Así fue, a partir de 2022 fue progresiva, y 2024 ratificó que estábamos ya en niveles de 2019, que fue el mejor año del sector internacionalmente.
-En las Américas, quedamos a un punto del rango de 2019, pero 2025 nos está dando que en el primer cuatrimestre el turismo en la región se encuentra creciendo cinco puntos más que el pasado año y no vemos que la tendencia varíe, con lo cual seguramente superaremos los valores de 2019.
Entonces, ¿hay razones para el optimismo?
-Absolutamente. Y esto pasa por una respuesta humana a lo fue la Covid-19. Pese al aumento significativo de precios de los pasajes aéreos, asimismo del alojamiento y pese a conflictos bélicos y a sucesión de situaciones que a priori debían hacernos pensar a la baja, se da la revancha de la vida.
-Es mi forma de calificar la situación, revancha de la vida, la respuesta que ha adoptado la civilización como ya la definió. Algo como que las nuevas generaciones no están dispuestas a dejar de hacer, porque entre sus principales aspiraciones está viajar, conocer, y esto se ha multiplicado.
O sea, la gente se rebela (…), le acoto.
-La gente, la sociedad misma, demuestra que a pesar del panorama en la Franja de Gaza, guerras, conflictos, igual quiere seguir viajando y se esfuerza por hacerlo, pese al alza de precios de las aerolíneas o el alojamiento.
Pongamos el foco en las Américas y más concretamente en Latinoamérica y el Caribe. Las estadísticas son halagüeñas, le deslizo. Sin tomar respiro, Gustavo Santos, haciendo gala del buen argentino, ofrece una variedad de argumentos.
-Hay una gran oportunidad en las Américas y especialmente en Latinoamérica y el Caribe. Al fuerte componente cultural, sol y playa todo el año, se suma además una riqueza natural extraordinaria. Tras el encierro por la Covid, se dio una búsqueda, con tendencia a la naturaleza en términos turísticos.
-América Latina somos el 15 por ciento del territorio mundial, pero dominamos el 42 por ciento de biodiversidad del planeta. Pensemos que solo la Amazonia absorbe el 30 por ciento total de la contaminación del orbe, somos la reserva de sostenibilidad del planeta.
Turismo, revancha de vida
LATINOAMÉRICA Y EL CARIBE
El director regional para las Américas de ONU-Turismo hace una breve pausa para beber un vaso de agua. Se acomoda en su asiento y le chispean los ojos cuando le coloco “la guinda a la torta”, dentro de su espacio preferido.
-Somos la reserva de emotividad del planeta. Latinoamérica y el Caribe resaltan sobre otras culturas y continentes que no tienen esa cuota de humanidad, de relación interpersonal, de pasión que nos caracteriza (…) y lo digo como un valor que va a tener precio en el cortísimo plazo.
-Porque en el mundo que se está dibujando de la Inteligencia Artificial (IA), el verdadero paradigma de transformación de la humanidad, donde no solo vamos a ver los cambios con la tecnología, sino a convivir con ella, lo humano-tecnológico va a invadir todos los ámbitos de nuestras vidas.
-Lo humano-humano va a tener un valor superior, será el nuevo lujo. Lo auténtico será el nuevo lujo interpersonal y en eso los latinoamericanos llevamos ventaja, porque bailamos, cantamos, nos abrazamos, reímos, disfrutamos, y esto es un valor agregado.
En el tintero se nos van quedando algunas aristas, como el cambio climático y el medio ambiente; los procesos de gentrificación, tan de moda en Europa; la inmigración o las políticas arancelarias de Donald Trump.
Con admirable poder de síntesis, Gustavo Santos repasa estos asuntos, aterrizando finalmente en una mirada llena de optimismo.
-El turismo debe suponer la libertad de viajar, las facilidades de los países a ser cada vez más flexibles con los visados. Nos concede la oportunidad de conocernos mejor, aprender y respetarnos, crear condiciones para la convivencia más armónica. Estudios han demostrado que las personas más abiertas y generadoras de empatías se concentran entre las de mayor movilidad y aproximación a otras culturas.
-Por otro lado, no concebimos el turismo sin la sustentabilidad. Así respetamos al planeta, favorecemos el medio ambiente y frenamos el calentamiento global de la atmósfera.
-Nuestra misión en ONU-Turismo es darle una oportunidad absoluta a la naturaleza para que nuestra industria sea también un compendio de valores, desde la ponderación de las energías renovables hasta potenciar todos los espacios interesantes en las comunidades, como posee Latinoamérica.
-Apelamos a la tolerancia a la que nos compulsa cada nuevo destino y a hacer realidad la filosofía de que el turismo es revancha de vida.
arb/ft