En más de una década de una guerra multifacética sin precedentes, la inseguridad alimentaria afecta a más del 60 por ciento de los sirios, resultado del saqueo del petróleo, trigo y algodón, unido al alza de los precios de los alimentos en el mundo, según datos de Naciones Unidas.
El pan, principal fuente de alimento, se ve afectado por la producción de trigo y al menos un millón y medio de toneladas anuales se importan actualmente desde Rusia para cubrir las necesidades de una nación que antes de 2011 producía unos cuatro millones de toneladas anuales para el consumo interno y la exportación.
Según la secretaria general adjunta de las Naciones Unidas, Joyce Msuya, Siria se encuentra entre los 10 países con mayor inseguridad alimentaria del mundo.
Msuya señala en el informe presentado ante el Consejo de Seguridad de la ONU que en el año en curso alrededor de 14,6 millones de sirios dependieron de la ayuda humanitaria, con un aumento del nueve por ciento en comparación con 2021 y del 32 por ciento con 2020.
A su vez, el secretario general del ente internacional, António Guterres, advirtió sobre la agudización del problema de manera irreversible, al alertar que el 90 por ciento de los pobladores de esta nación árabe vive en la pobreza y el 60 de ellos enfrenta insuficiencia alimentaria.
Del mismo modo, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) confirmó que alrededor de 12,4 millones de personas padecen de inseguridad alimentaria y se despiertan cada día sin saber si lograrán conseguir su próxima comida.
Informes internacionales sobre la crisis alimentaria advierten que la mayor catástrofe aún está por ocurrir, especialmente por la impotencia y las carencias que enfrenta la ONU en este sentido. Al respecto, el director del PMA, David Beasley, calificó la situación como sumamente preocupante.
Por otro lado, los precios de los alimentos en todo el país alcanzaron cifras récords; sólo en marzo de 2022 aumentaron un 24 por ciento, luego de un incremento del 800 por ciento durante 2020 y 2021, de acuerdo con los reportes del ente internacional.
La organización, que brinda una asistencia alimentaria a más de cinco millones de personas cada mes, se queja de las graves restricciones financieras pues las cifras actuales sólo cubren el 27 por ciento del plan del año en curso, lo cual conllevó a reducir los alimentos de la canasta mensual.
CAUSAS DEL DETERIORO AGRÍCOLA
Antes del conflicto, Siria se consideraba uno de los países agrícolas más prósperos del Medio Oriente; el 40 por ciento de su población laboraba en la agricultura, ganadería y avicultura.
Mantenía producciones que cubrían las necesidades de alimentación nacional y era un importante exportador de trigo, frutas y otros productos agrícolas a países ricos como los del Golfo Pérsico.
Fue un sector con sufrió severos daños en los primeros años de guerra debido al desplazamiento de cientos de miles de agricultores, quienes huyeron de los combates contra los grupos terroristas, unido al sabotaje a instalaciones de riego e instituciones agrícolas.
Tras la liberación de la mayor parte del territorio nacional en 2018, se observa una relativa recuperación de la agricultura, pero el bloqueo de Estados Unidos, endurecido por la llamada Ley César, frenó la recuperación al obstaculizar, entre otros, la importación de fertilizantes y redes de riego.
En repetidas denuncias el ministro de Asuntos Exteriores, Faisal al-Mekdad, enfatiza que las medidas unilaterales impuestas de manera ilegal e inhumana por Washington y la Unión Europea impiden la recuperación del país.
“Siria se habría convertido en un modelo para toda la región en la recuperación y el fomento tal como lo era antes de la guerra si no fuera por el bloqueo, la ocupación, la agresión y el saqueo de sus riquezas por parte de Estados Unidos”, afirmó el canciller al respecto.
Mientras, la región de Al-Jazira, en el nordeste del país y principal productora de trigo, cereales y algodón, sigue ocupada por las fuerzas del Pentágono, que impiden a los agricultores entregar sus cosechas al gobierno y saquean los camiones del cereal.
El jefe de Departamento de Agricultura en Hasakeh denunció la quema por las fuerzas de ocupación de miles de hectáreas sembradas de trigo con el propósito de agravar aún más la situación alimentaria y acusar al Gobierno de incapaz.
Mientras, el Ministerio de Agricultura reveló que la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) entregó tres mil toneladas de semillas de trigo a los agricultores en Hasakeh (una de las 10 ciudades más pobladas del país), pero análisis posteriores demostraron no ser aptos para la siembra.
Su alto porcentaje de nematodos, superior al 40 por ciento, representa una gran amenaza para la agricultura de la región debido a que las plagas contenidas provocan efectos nocivos a los cultivos.
La escasez de agua para el riego es otro factor causante de la inseguridad alimentaria, pues Turquiye redujo el flujo del río Éufrates hacia el territorio sirio, lo cual afectó la producción de alimentos en las provincias orientales de Hasakeh, Raqa y Deir Ezzor.
El acuerdo firmado en 1987 obliga a ese país a pasar 500 metros cúbicos de agua por segundo a Siria, pero hoy apenas envían 200, lo cual provocó la extinción del río Khabur y sus afluentes, así como la desertificación de amplias extensiones de tierras agrícolas.
AGRICULTURA EN TIEMPOS DE GUERRA
En medio de la devastadora guerra, el Gobierno asignó 600 millones de dólares para la compra del trigo y destinó para el año en curso otros 400 millones destinados al subsidio del pan, el cual se vende al cinco por ciento de su costo.
Paralelamente, las autoridades aprobaron varios planes de emergencia como la siembra de tres millones de hectáreas de tierras agrícolas con cultivos considerados estratégicos para la seguridad alimentaria.
De acuerdo con el proyecto, se sembraron 1,5 millones de hectáreas con trigo, 1,4 millones con cebada y 90 mil hectáreas de papas, maíz, algodón, tabaco y remolacha azucarera.
El Ejecutivo anunció un paquete de facilidades a los agricultores para cumplir el plan a pesar de los limitados recursos como consecuencia del conflicto armado.
“Garantizamos buena parte de lo que necesitan los campesinos de combustible, semillas y fertilizantes, además de la compra de los cultivos a precios próximos o por encima del mercado mundial”, precisó el ministro de Agricultora, Hassan Qattna.
Ese plan permitió a los agricultores sirios producir un millón y medio de toneladas de trigo, 800 mil toneladas de aceitunas, más de 30 toneladas de algodón y 20 mil de azúcar refinado de la remolacha azucarera.
Mientras, la producción de maíz superó las 700 mil toneladas, una cifra superior a la de antes de la guerra.
Por otro lado, el Consejo de Inversiones aprobó un abanico de medidas para incentivar los proyectos en el sector agropecuario con el fin de reducir la dependencia del exterior y garantizar la seguridad alimentaria.
De acuerdo con la estrategia aplicada, esas actividades se benefician de las facilidades y extensiones de impuestos que estipula la Ley de Inversiones número 18 de 2021.
El primer ministro Hussein Arnos comentó que esas medidas están encaminadas a impulsar la producción, reforzar la seguridad alimentaria y reducir la factura de importación de productos.
Arnos reclamó, además, que se deje de politizar la labor humanitaria y obstruir la recuperación y la reconstrucción; esos indicadores no se logran con incrementar la ayuda humanitaria, sino poniendo fin a la ocupación extranjera y dejando de apoyar el terrorismo.
Los resultados, aún en medio de la guerra y el bloqueo, demuestran que los sirios, expertos en agricultura desde hace miles de años, son capaces de devolver a su país la abundancia y el esplendor del que alguna vez hizo gala, siendo su pueblo ejemplo de dedicación en el Medio Oriente.
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