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jueves 21 de noviembre de 2024
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ESCÁNER

ESCÁNER: JFK, sentencia de muerte (II y Final) (+Audio +Foto +Info)

La Habana (Prensa Latina) La teoría del complot y de que no fue un pistolero solitario prevalece en el criterio de los estudiosos, seis décadas después del asesinato del entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy (JFK).
Por:
Deisy Francis Mexidor
Jefa Redacción Norteamérica
Ivette Fernández Sosa
Redacción Norteamérica

Incluso encuestas públicas arrojaron durante mucho tiempo que la mayoría de los estadounidenses están incrédulos respecto al hallazgo oficial de la Comisión Warren (1963-1964), de que el mandatario demócrata fue ultimado por un hombre que actuó solo, Lee Harvey Oswald.

Para matar a JFK fue necesario “organizar un grupo de al menos 10 hombres y hubo al menos tres puestos de tiradores”, afirmó en exclusiva con Escáner el general de división retirado Fabián Escalante, el oficial cubano de mayor experiencia que estudió a profundidad el magnicidio.

A las 12:30 pm, hora local, del viernes 22 de noviembre de 1963, Kennedy fue mortalmente herido por disparos mientras circulaba en el coche presidencial en la Plaza Dealey, en Dallas, Texas.

“Aquel día había, de acuerdo con las investigaciones, unos supuestos agentes del Servicio Secreto que después nadie encontró”, explicó el también autor de varios libros, entre ellos JFK: los archivos de Cuba (2006).

Según el experto, quienes ejecutaron la acción debían tener una forma escape, porque “asesinar al presidente del país más poderoso de la tierra y quedarse esperando no tiene sentido, es decir, tenía que existir un mecanismo para salir” de la escena.

¿Quiénes eran los que tenían en ese momento el derecho, el interés, los medios y las posibilidades de ejecutar ese crimen? ¿Quiénes eran en esa época el Al-Qaeda o el Estado Islámico de la actualidad?, se preguntó.

A juicio Escalante, fundador de los Órganos de la Seguridad del Estado en Cuba y su jefe en el periodo de 1976-1996, el mecanismo que Estados Unidos tenía para asegurar eso eran “precisamente las fuerzas contrarrevolucionarias de los elementos cubanos que radican en la Florida, entrenados para matar, fueron entrenados para asesinar al líder cubano Fidel Castro en reiteradas ocasiones”.

Un grupo de estos cubanos, se supo, llegaron a Dallas el 18 de noviembre y se alojaron en un hotel y, además, tenían armas, argumentó.

DESARROLLO DE LA TRAMA

Tras el crimen, la trama de Oswald se reinició. A los pocos minutos de una manera inexplicable apareció un boletín de la policía con la descripción suya y una orden de detención, de acuerdo con los testimonios recogidos.

Como está documentado -apuntó Escalante- Oswald trabajaba en una librería que estaba a varios metros de donde se produjo el crimen.

“Poco tiempo después es capturado en un cine de Dallas, al que entró sin pagar, con un revólver encima y cualquiera diría que él hizo eso para que lo detuvieran, pero pocas horas después fue asesinado”, recordó.

Para Escalante, el autor intelectual del magnicidio de Kennedy “fue el gobierno invisible que gobierna Estados Unidos, las grandes trasnacionales, el complejo militar industrial”.

¿Qué significa para este último que se cerraran bases militares, que se llegara a un acuerdo con la Unión Soviética para prohibir los experimentos de armas nucleares y desescalar la guerra en Vietnam?, preguntó al referirse al escenario de entonces.

“Estaba también el trato con Cuba de alguna manera, no por bueno, sino porque era pragmático, se daba cuenta de que había que buscar otras formas para expandir el imperialismo, algo parecido a lo que pretendía hacer Barack Obama”, añadió.

Es decir, la lógica para Obama era que, si la política contra Cuba no daba resultado, resultaba necesario poner otra en práctica, pero el objetivo seguiría siendo el mismo: derrotar a la Revolución, y eso, de alguna manera, era lo que pretendía hacer Kennedy, opinó quien fuera también vicetitular del Ministerio del Interior.

Los que tienen la responsabilidad de investigar quién apretó el gatillo -puntualizó- son las autoridades norteamericanas, pero sí puedo decir que había un grupo de la contrarrevolución cubana que era experto.

“Hablamos de Orlando Bosh, Luis Posada Carriles, de norteamericanos que habían participado en la guerra contra Cuba como Frank Sturgis y Howard Hunt y grupos de ellos estaban allí, habían llegado el día 18 a Dallas. No se sabe qué hacían porque nadie los interrogó”, apuntó Escalante.

¿Cómo asesinaron a Kennedy? Ya está claro que no fue un solo disparo, subrayó.

LA MADEJA

Por cierto, Oswald estuvo en la desaparecida Unión Soviética, vivió allí un par de años, se decía comunista y supuesto simpatizante de Fidel Castro, recordó.

“Había formado un Comité Pro Justo trato a Cuba. Creímos que ahí había un gato encerrado, seguimos la pista del señor y vimos que se relacionaba con la CIA”, comentó Escalante.

Hay un testimonio básico de un contrarrevolucionario cubano, agente de la CIA, recientemente fallecido, Antonio Veciana, que a principios de septiembre de 1963 vio a Oswald, pero su identidad la conoce cuando lo identifica asociado con el asesinato de Kennedy.

Veciana se entrevistó en esa fecha con David Atlee Phillips, el oficial de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que lo atendía y que llegó a ser jefe de la división del hemisferio occidental de la agencia.

Consta que una vez terminada su cita con Veciana, se encontró con el hombre que resultó ser Lee Harvey Oswald.
“No se sabe con precisión qué estaba haciendo allí, lo que sí se conoce es que de allí Oswald viajó a México, con la intención de obtener una visa cubana ¿Con qué propósito? No se sabe”.

Sí sabemos que se le negó esa visa, relató al comentar que al no poder viajar a Cuba para documentar su estancia, regresó a Dallas.

Pero Oswald sí estuvo ligado al magnicidio -aseguró-, por eso lo asesinaron dos días después de Kennedy y también estuvo vinculado desde al menos el mes de mayo de ese año, 1963, al proyecto contra Cuba.

“Él fue parte de todo este mecanismo que creó la CIA porque era uno de sus agentes de manera probada”, acotó el exoficial cubano.

A Kennedy lo mataron con cinco disparos. Dos fueron de frente: uno le dio en la garganta, otro en la cabeza y uno que le dio en la paletilla derecha, detalló el estudioso del tema.

Un cuarto disparo -explicó- le dio al gobernador de Texas John Connally Jr., que estaba sentado al lado de él y hay un quinto que no alcanzó blanco.

Esa es la escena en que se produjo el magnicidio, no fue un asesino solitario porque “las investigaciones oficiales tienen pruebas fehacientes de que se disparó en cinco ocasiones para asesinar a Kennedy”, reiteró Escalante.

MINUTOS DESPUÉS DE LA TRAGEDIA

Apenas 99 minutos después del magnicidio, Lyndon B. Johnson (1963-1969) prestó juramento a bordo del avión presidencial, Air Force One, como sucesor de Kennedy en la Casa Blanca.

Lo primero luego de asumir el cargo fue “borrar las huellas del crimen, desde mandar a lavar al limusina donde fue asesinado Kennedy hasta secuestrar el cadáver y llevárselo para que le hicieran la autopsia en Washington, cuando eso estaba prohibido por las propias leyes del estado de Texas”, opinó.

De inmediato -agregó Escalante- el trigésimo presidente de Estados Unidos decidió romper con la política de su asesinado antecesor y la guerra en Vietnam y contra Cuba.

Jamás se conocerá lo que pasó en realidad porque una orden de asesinato no se escribe, y mucho menos un gobierno, un Estado, este tipo de documento jamás se va a encontrar, reflexionó el exjefe de los servicios de seguridad cubanos.

Escalante sostuvo que Kennedy concitó numerosos enemigos, internos y externos, con sus políticas, que en todo caso pretendían “modernizar” el imperio de cara al siglo XXI.

Las conclusiones del Comité del Congreso de Estados Unidos que en 1978 investigó el magnicidio, arrojó que entre sus adversarios más peligrosos estaban el complejo militar industrial; los magnates del acero y la mafia, hostigada por las investigaciones sobre sus actividades.

Además, estaban los racistas opuestos a los derechos civiles de los negros; los militares que apreciaban los acuerdos con la Unión Soviética sobre el control de los armamentos; los críticos de la reducción de sus bases en el extranjero y de la eventual detención de la guerra en Vietnam y que lo veían como un proceso para debilitar el poderío mundial norteamericano.

Y como ya había mencionado, el exilio cubano, que le responsabilizaba de las derrotas sufridas.

“Lo acusaban (a Kennedy) de no haber bombardeado cuando la invasión de Playa Girón en 1961, de no haber involucrado a las fuerzas armadas estadounidenses” y a ello le atribuyen, en menos de 72 horas, la primera gran derrota de Estados Unidos en América Latina, dijo.

Un año después, en 1962, durante la Crisis de Octubre esos mismos sectores reaccionarios de la emigración cubana culparon al demócrata de no haber ejecutado un bombardeo masivo en ese momento.

En abril de 1963 un denominado Consejo Revolucionario Cubano, encabezado por José Miró Cardona, quien fue profesor en la Universidad de La Habana, y el (tristemente célebre) Orlando Bosch, en Nueva Orleans, catalogaron a Kennedy de comunista, un rojo y “había que sacarlo de la Casa Blanca”.

PAPELES DESCLASIFICADOS

Los Archivos Nacionales publicaron en diciembre del pasado año miles de documentos previamente clasificados que fueron recopilados como parte de la revisión del gobierno acerca del magnicidio del Presidente 35.

El conjunto de más de 13 mil documentos es el segundo de los dos registros de archivos relacionados con la muerte de JFK que el mandatario Joe Biden ordenó en 2021, cuando la Casa Blanca aplazó un lanzamiento público debido a la pandemia de la Covid-19.

La profunda tragedia nacional del asesinato del presidente Kennedy -dijo en un memorándum la mansión ejecutiva- continúa resonando en la historia estadounidense y en la memoria de tantos ciudadanos que fueron testigos de ese terrible día.

El general Escalante se preguntó: “¿Qué tienen de importante los documentos que se desclasifican? Que aparecen los elementos de la guerra contra Cuba. ¿Y por qué aparecen? Porque el caso cubano es el caso que precipitó este acontecimiento”.

Por lo demás, 60 años después del magnicidio en Dallas, aflora como verdad de Perogrullo que JFK fue asesinado mediante un complot, en el cual estuvieron involucrados elementos clave del Estado y el poder real en Estados Unidos, que además pretendía inculpar a Cuba del crimen.

Los ejecutores fueron aquellos que entonces tenían las motivaciones, los medios y el elemento humano entrenado para ello.

arb/dfm-isf

Colaboraron en este trabajo:
Amelia Roque
Editora Especiales Prensa Latina
Laura Esquivel
Editora Web Prensa Latina
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