Una simple omelette francesa o la deliciosa tortilla española, paellas, cocidos madrileños; confit de pato y coq au vin; caviar o foie gras; las exquisitas pastas y pizzas italianas; los asados argentinos, uruguayos, chilenos, colombianos, paraguayos; las salchichas alemanas, la feijoada brasileña, las alheiras de chorizos de Portugal (…).
O el ceviche, arroz chaufa, ají de gallina y lomo saltado peruanos; los tacos, enchiladas, quesadillas y guacamole mexicanos; el hummus, falafel o cuscus de los árabes; cerdos a la brasa de Cuba y Puerto Rico; pavos con salsa de arándanos estadounidenses: los patos laqueados de China; el Nem vietnamita; el bobotie y el brai sudafricano (…).
Y, claro, las infaltables hamburguesas.
Alguien decía que comer es un acto biológico, cocinar es inherente a nuestra cultura.
En 1990 un exitoso cineasta y productor británico auspició, por primera vez, el programa MasterChef en la televisión inglesa. La idea de promover la alta cocina con principiantes que aspiraban a consagrarse con una competencia de larga data, pegó en la teleaudiencia.
El rating fue de tal magnitud que MasterChef se difundió en Inglaterra durante 10 años consecutivos. Su prestigio y popularidad no pasó inadvertido entre sus vecinos europeos y la elegancia del arte culinario francés decidió adquirir la franquicia y la hizo patrimonio nacional, que se sumaría a otros programas sobre el tema.
Estados Unidos, con su enorme y arrolladora industria de televisión, ya había mostrado su visión comercial en otras iniciativas de similar estilo pero sin la pegada del MasterChef. Entonces se aventuró a probar suerte.
Lo hizo, sin embargo, con una franquicia novedosa en 2006, en el concierto de la moda de los Reality Shows. Los Top Chef, dedicados únicamente a los expertos de cocina en busca de un rango superior, ingresaron por la cadena Bravo TV el 8 de marzo de 2006.
No conformes, los productores estadounidenses lanzaron en 2014 los Top Chef Master, un nivel ya en la cúspide del arte culinario y con enjundiosas bolsas de premios.
La fiebre de los segmentos culinarios se expandió por el mundo, en especial a partir del inicio de la década de 2010. Se añadieron entre otros, Sudáfrica, España, Perú, Argentina, Chile, Australia, Italia, Venezuela, Japón y Corea del Sur.
Para resumir la importancia y reconocimiento que alcanza la cocina en el universo en los últimos tiempos, vale una reflexión del controvertido intelectual francés Michel Onfray, autor de libros provocadoras y originales, como La razón del gourmet y El vientre de los filósofos.
“Las sociedades consideran que hay bellas artes o sentidos nobles, relacionadas con la vista y el oído y otras menos nobles, vinculadas al olfato o el gusto. Difícilmente se da la posibilidad de oler o gustar a otro fuera de la intimidad. Mi propuesta consiste en que los cinco sentidos deben ser considerados de manera igualitaria, y que debe ser otorgado a la gastronomía el mismo status que a la pintura o la música”.
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COMIDAS Y REDES SOCIALES
¡Ah, las redes sociales!, fabulosas en muchas ocasiones. No diré que siempre, porque acumulan tanto material desechable que el vocablo mediocridad queda a mitad de camino. ¡Pero son imprescindibles!
Con el internet de las cosas, los I+D, las TICs de la informática y ahora las criptomonedas, ya ni siquiera los caminos hacia el conocimiento son tan expeditos.
La invasión de buenos consejos, sugerencias y aplicaciones nos colocan en un laberinto, también, a la hora de comer. Primero, los alimentos orgánicos y uno duda si en verdad son tan pulcros como prometen. Y los huevos Bio, de gallinas con un carnet de salud impecable.
Me gustó eso de escuchar a un médico especializado en nutrición cuando dijo, en un reciente programa de televisión internacional, que los huevos, blancos, coloreados, grandes, medianos o pequeños, al final tenían iguales virtudes.
Luego, los alimentos saludables, dietéticos y puros. La quínoa inscribe su nombre con cierto liderazgo y sobradas razones. La NASA la ha considerado indispensable para los viajes espaciales. ¡Es la reina de los superalimentos!
La explosión de recetas internacionales le dio más lustre a este diminuto cereal que se cultiva en Bolivia y Perú, fundamentalmente, y ahora extendido en Estados Unidos, Canadá, Polonia, Ecuador, Argentina y Chile, y en menor escala, Colombia y buena parte de Latinoamérica.
Pero hay muchos más actores en este novedoso concierto. La chía, una pequeña semilla de México y Centroamérica que, aseguran, contiene varias propiedades casi milagrosas igualmente se abre paso.
Contiene antioxidantes, Omega 3 en cantidades muy superiores a otras semillas y es una gran fuente de fibra, con 5 veces más calcio que la leche y potasio que el plátano (…).
La lista es interminable, cebada, té verde, aloe vera, ginseng, noni, espárragos, aceite de oliva virgen extra, spirulina, soja, papaya, algas en general, ajo, naranjas, arándanos, moringa (…).
OH, LA LA
Considerada excelencia de la cocina universal, Francia es la meca del “savoir faire” por los detalles y novedades que incluye en su quehacer en todos los niveles.
Podría contar numerosas anécdotas de mis experiencias en la tierra de Monet, Víctor Hugo y Molière, pero hay una que se antoja insuperable.
Andaba en viaje de trabajo con diplomáticos cubanos en Alençon, capital del departamento de Orne, 180 kilómetros al oeste de París. De regreso fuimos invitados a una cena especial en Mortagne-au-Perche.
Una pequeña comuna de Baja Normandía con edificaciones medievales, iglesias, castillos y la casa de Enrique IV de fines del siglo XVI, con la singularidad de ofrecer exquisitos platillos en restaurantes de la ciudad.
Entre hors d´ouvres, excelentes vinos y quesos, llegamos a la cena principal que nos sorprendería con una rareza al terminar el menú principal, cordero con salsa de mostaza a la menta rociado con vino.
En un pequeño pocillo nos colocaron lo que parecían caramelos. Tomé uno y apenas introducirlo en mi boca, sentí un estruendo en mi cabeza. Nadie hablaba -por temor al ridículo-, hasta que nos miramos todos y nos hicimos la pregunta del momento: ¿sucedió algo extraño…? Todos asentimos y nuestros anfitriones nos ocultaban sus sonrisas amplias, para luego llamar al chef de cocina.
Era “sucre pétillant”, azúcar con gas carbónico que al contacto con la saliva, crea un efecto de fuego de artificio en la boca y la cabeza.
“Es un producto sorprendente, que se ofrece a los comensales para romper el fuerte sabor a cordero o de cualquier plato de este tipo, y pasar a los postres como corresponde adecuadamente”, explicó la chef, una joven y esbelta rubia que había conquistado dos años atrás su primera estrella Michelin.
arb/ft
(*) Editor jefe de internacionales de Prensa Latina.
Este trabajo contó con la colaboración de Danay Galletti, jefa de la Redacción Cultura; Amelia Roque, editora; Liz Arianna Bobadilla, periodista de la Redacción Cultura; Alberto Corona, jefe de la Redacción de Economía y Rei Dani Hernández, webmáster.