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jueves 14 de noviembre de 2024
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Encantos del 28 Festival Internacional de Ballet de La Habana

La Habana (Prensa Latina) Ni el paso de un huracán por el occidente de Cuba consiguió opacar el brillo del 28 Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso, una cita que atrajo artistas de los cinco continentes.

Por Martha Sánchez

Periodista de Prensa Latina

El nivel de cada una de las galas del evento reafirmó su elevada calidad y el respeto que sienten bailarines, coreógrafos y directivos de todo el mundo por esta capital y por la impronta del Ballet Nacional de Cuba (BNC), compañía organizadora de una fiesta de la danza ya legendaria.

Los rusos Irina Perren y Marat Shemiunov, del Teatro Mijailovsky, de San Petersburgo, cautivaron a la audiencia con soberbias interpretaciones de Aguas primaverales y Espartaco; sin embargo, no dejaron de manifestar admiración por los bailarines cubanos y la posibilidad de contactar con la naturaleza del Caribe.

No salvamos vidas pero quizás podamos cambiar algunas si hacemos una gran presentación en el escenario, aseveró la artista estadounidense Emily Bromberg y ella misma lo demostró en una linda creación propia, Hotel room, sobre música del italiano Ezio Bosso.

Bromberg se esmeró además en Diamantes, junto al austriaco Rainer Krenstetter. Tan valiosa pieza de Balanchine pertenece a su ballet Joyas, exponente de un estilo de profundas raíces en Norteamérica.

Si algo caracterizó a la 28 edición del Festival fue la amplia diversidad estilística y, aunque el eminente Carlos Acosta no pudo llegar a su país natal en esta época, su nombre apareció con idolatría en boca de muchos de los participantes extranjeros y el director del Birminghan Royal Ballet dispuso la exhibición aquí de una obra asombrosa.

El bailarín de esa compañía dirigida por Acosta, Tzu Chao Chou, originario de China, contó que fue idea del cubano la representación de Interlinked, del creador brasileño Juliano Nunes, y que él asumió junto a Brandon Lawrence, del Ballet de Zurich, Alemania, con un lirismo y soltura de muy buen gusto.

Conjuntos artísticos como Anajnu Veatem-Compañía de Danza Judía en México y la colombiana Incolballet, cada una con sus propias singularidades, actuaron junto a numerosas formaciones de esta isla caribeña.

En tanto, Mathilde Froustey y Riku Ota, del Ballet de Burdeos, Francia, deleitaron en Delibes Suite, una creación de José Martínez (actual director del Ballet de la Ópera de París) que permite mostrar la herencia de la escuela francesa, con su aplomo y técnica depurada, incluso ciertas pinceladas de humor.

Los franceses Verity Jacobsen y Antoine Dubois dibujaron poesía en el romántico dueto de Le Parc, coreografía de Angelin Preljocaj, sobre música de Mozart, cuyo icónico beso sirvió de publicidad a la aerolínea Air France durante años; mientras Tzu Chao Chou se creció como intérprete en Liebestod, del ruso Valery Panov.

El público pudo apreciar otra versión del dúo de Espartaco, llevada a escena por Rachele Buriassi y Esnel Ramos, de Les Grands Ballets Canadiens, quienes incluso estrenaron en Cuba el pas de deux Jeunehomme, del alemán Uwe Scholz.

Convocados por la dirección del Festival, arribaron a La Habana en calidad de ensayadores la británica Maina Gielgud, el ruso Azari Plisetski, el argentino Julio Bocca y los cubanos Víctor Gilí y José Manuel Carreño, estrellas sobre los escenarios y maestros de prestigio.

El paso del huracán Rafael por el occidente del país obligó a suspender tres jornadas y a concentrar en los dos días finales varias piezas pospuestas.

Aún sin electricidad y sin agua en algunos barrios de la capital, el público colmó los teatros Nacional y Martí deseoso de soñar otros universos a través de la excelencia danzaria.

Pese a las circunstancias, del 28 de octubre al 10 de noviembre se consiguió ofrecer un total de 20 espectáculos en 10 días de evento, que permitieron mostrar 36 nuevas obras, de ellas, seis estrenos y 30 coreografías expuestas por primera vez en Cuba, bien de manera parcial o total.

Los amantes del ballet se dieron gusto con la reposición del clásico más famoso del planeta, El lago de los cisnes, en cuyos protagónicos sobresalieron primeras figuras cubanas y foráneas.

A pesar de no constituir una costumbre en esta isla, dos funciones compartidas fueron muy agradecidas por la audiencia: la primera protagonizada por estrellas del BNC: Sadaise Arencibia y Ányelo Montero (acto 2 y epílogo) y Grettel Morejón (acto 3) junto a Yankiel Vázquez (acto 1 y 3).

En la segunda, los rusos Maria Iliushkina, de la compañía del Teatro Mariinsky, y Semyon Chudin, del Bolshoi, asumieron los actos primero y segundo, mientras los portugueses Margarita Fernandes y Antonio Casalinho, solistas del Ballet Estatal de Baviera, Alemania, abrazaron los roles principales en el acto tercero y el epílogo.

La experiencia de los primeros bailarines Anette Delgado (BNC) y Patricio Revé (Queensland Ballet, Australia), así como de Viengsay Valdés y Ányelo Montero, fue notable en sus respectivas noches, mientras Dani Hernández bordó con su habitual entrega la presentación junto a Ksenia Ovsyanick, del Ballet Estatal de Berlín, Alemania.

En las distintas Galas del Festival igual destacaron la mexicana Elisa Carrillo, los españoles Joaquín de Luz y Patricia Donn, el brasileño Marcelo Gomes, el ruso Mijaíl Kaniskin, la japonesa Ayaha Tsunaki y el británico Joseph Gray, integrantes del Dresden Semperoper Ballet, de Alemania.

La relación con otras artes resultó patente desde las actividades colaterales, que incluyeron exposiciones de fotos y presentaciones de libros, hasta la presencia del renombrado director y cellista ruso Nikolay Shugaev y del director de orquesta venezolano Daniel Gil.

Virtuosos músicos de Cuba igual compartieron la escena con danzantes, como el pianista Aldo López Gavilán, la flautista Niurka González y el pianista Marcos Madrigal, director del Festival Habana Clásica, evento que colaboró por primera vez con el Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso.

Una vez más, la capital de Cuba consiguió convertirse en vitrina de la danza mundial y un punto de referencia para profesionales y amantes de la manifestación, un abanico de estilos, artes y emociones.

arb/mml/msm

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