Por Germán Ferrás Álvarez
Corresponsal jefe/Moscú
La consulta fue ordenada a la dirección central del multinacional estado y a las autoridades de las repúblicas integrantes de la unión, en un intento desesperado por frenar el colapso del país. Los resultados fueron aplastantes: el 76,4 por ciento de los ciudadanos votó a favor de preservar la Unión. Y a pesar de que la inmensa mayoría de los ciudadanos se pronunció a favor de preservar la URSS, la historia demostró que la opinión del pueblo no se tuvo en cuenta y nueve meses después de la votación, la Unión Soviética dejó de existir.
Como antecedentes de los hechos, ya desde principios de la década de 1980 la URSS experimentaba una crisis generalizada, que afectaba de forma aguda la economía, y sobre todo la sociedad y la dirección política del país.
El camino emprendido por el primer y último presidente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, que según él estaba orientado a la democratización y la transparencia de la sociedad, y según otros, al desmontaje del sistema social, condujo al debilitamiento de las bases sobre los que se había basado la Unión desde su formación.
PROCLAMACIÓN EN CASCADA DE SOBERANÍAS
Ya en el año 1988 inició en los que denominaron desfile o cascadas de pronunciamientos de soberanía dentro de la URSS. Algunas de las repúblicas de la unión, incluida Rusia, adoptaron declaraciones de soberanía que amenazaron con el colapso del multinacional estado.
Estonia fue la primera en declarar su soberanía, tras la cual y al unísono lo hicieron Lituania y Letonia.
Ya a finales de 1990, 14 de las 15 repúblicas habían declarado su soberanía y cuatro de ellas: Armenia, Letonia, Lituania y Estonia, incluso, habían declarado su independencia.
Las contradicciones surgidas entre la dirección de la Unión y las autoridades de las repúblicas llevaron a una crisis de gobernabilidad.
También en la URSS hubo un crecimiento de los sentimientos nacionalistas y separatistas, lo que condujo a conflictos interétnicos.
La dirección central comprendió que el país estaba literalmente al implosionar, y quedarse de brazos cruzados sería la peor solución.
Por tal motivo en diciembre de 1990, el Congreso de los Diputados del Pueblo adoptó una resolución para celebrar un referéndum sobre la cuestión de la preservación de un Estado unificado. El iniciador de esta decisión fue Gorbachov.
El histórico referendo fue apoyado por nueve repúblicas de la Unión y de las 15 repúblicas de la Unión, nueve participaron en el referéndum. Las autoridades de las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Armenia, Georgia, Letonia, Lituania, Moldavia y Estonia se negaron a celebrar la votación.
Abjasia y Osetia del Sur, que formaban parte de Georgia, así como Transdniéster y Gagauzia, que se encontraban dentro de Moldavia, si aceptaron realizar la consulta.
A pesar de la oposición de las autoridades de esas seis repúblicas, alrededor de 2,2 millones de sus ciudadanos emitieron sus opiniones en el referéndum en los centros de votación organizados por entidades locales y en unidades militares del Ministerio de Defensa o del Interior.
En la votación participaron 148,5 millones de ciudadanos, que significó el 79,5 por ciento del número total de votantes.
La pregunta principal era si apoyaban la preservación de la URSS “como una federación renovada de repúblicas soberanas iguales”. A favor de mantener la unión votaron 113,5 millones de soviéticos (76,4 por ciento).
LA VOLUNTAD DE MILLONES ECHADA AL OLVIDO
Cuatro días después de histórico referendo, el 21 de marzo de 1991, el Soviet Supremo de la URSS resumió los resultados y por resolución ordenó a los dirigentes de la Unión y a las autoridades de las repúblicas seguir la decisión del pueblo soviético y también “continuar con mayor energía la tarea de completar el trabajo sobre el nuevo Tratado de la Unión”.
Un mes después, el 23 de abril de 1991, los jefes de las nueve repúblicas de la unión que participaron en la votación adoptaron una declaración sobre acciones para preservar la unidad del país, pero en un formato actualizado.
El 15 de agosto de 1991 se publicó el proyecto de Tratado sobre la Unión de Estados Soberanos, y su firma se fijó para el 20 de agosto de 1991.
Pero el 19 de agosto de 1991, representantes de la élite gobernante del estado soviético, encabezada por el vicepresidente de la URSS, Gennady Yanayev, anunciaron la creación del Comité Estatal para el Estado de Emergencia.
Esos acontecimientos, que pasaron a la historia como el “putsch de agosto”, impidieron la firma del Tratado de la Unión y también enterraron definitivamente la autoridad de los dirigentes del país a los ojos del pueblo.
La falta de control y la debilidad manifiesta de Gorbachov sobre la situación y la imposición del entonces presidente de Rusia, Boris Eltsin, sobre los cuadros dirigentes de la unión, dijeron mucho: el Estado multinacional estaba viviendo sus últimos días.
En la madrugada del 8 de diciembre de 1991 los presidentes de las repúblicas soviéticas de Rusia (Boris Yeltsin), de Ucrania (Leonid Kravchuk) y Bielorrusia (Stanislav Shushkévich) se reunieron en secreto para firmar el conocido como Tratado de Belavezha por el cual se disolvió la Unión Soviética.
Sólo tres de los presidentes de las 15 repúblicas que componían la URSS igualmente dieron paso a una unión voluntaria conocida como la Comunidad de Estados Independientes (CEI).
Esos Acuerdos de Belovezha que se firmaron en la mansión del gobierno bielorruso en Viskuli, el 8 de diciembre de 1991, sepultaron, de un plumazo, la historia de 69 años de gobierno de la Unión Soviética.
Y un grupo de tres políticos trasnochados echó por tierra la voluntad de decenas de millones de soviéticos.
El 21 de diciembre, 13 días después de Belavezha, en el encuentro de la otrora capital del Kazajstán soviético, los presidentes de 11 de las 15 repúblicas de la Unión Soviética (salvo Georgia y los tres estados bálticos) ratificaron la creación de la CEI mediante la firma del Protocolo de Almá-Atá.
Ante esos hechos e incapaz de hacer frente a los acontecimientos, Gorbachov renunció a su cargo y la Unión Soviética dejó de existir formalmente el 25 de diciembre de 1991.
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