Por Antonio Paneque Brizuela
Corresponsal jefe en Costa Rica
Las instituciones comerciales y financieras del país centroamericano reaccionaron con visible inquietud cuando el 2 de abril recibieron el primer mordisco impositivo: Washington impondría un arancel mínimo de 10 por ciento a su fiel aliado junto a otros 184 países del planeta.
La orden ejecutiva del presidente Donald Trump estrenaba una arista en su política hacia San José al imponer la medida, bajo el argumento de un “superávit comercial”, junto a la habitual interpretación estadounidense de “amenaza para la seguridad y la economía nacionales”.
Pese a la tradicional cautela de San José en sus pronunciamientos hacia Washington, el gobierno pidió de inmediato a la Casa Blanca “una pausa” sobre la medida contra sus exportaciones hacia territorio norteamericano.
Las autoridades locales esperaban que el “time” solicitado al autor de la medida les permitiera implementar intercambios bilaterales, en la esperanza de aliviar la preocupación de sus productores y exportadores y diseñar una estrategia que permitiera “enfrentar el reto”.
LA “MORDIDA” SUBE AL 15 POR CIENTO
Pero las autoridades locales, aún sin reponerse del alcance de la primera medida, recibieron a principios de agosto desde la Casa Blanca la noticia sobre un aumento hasta en 15 por ciento de los aranceles contra el país, cuyo gobierno considera a Estados Unidos su “principal socio comercial”.
La estrategia fue explicada por Trump el 31 de julio como parte de su llamada política “de aranceles recíprocos”, destinados a corregir lo que Washington considera “desequilibrios perjudiciales de su comercio exterior”, comentó el periódico nacional Delfino.cr.
El incremento suscrito por el mandatario -recuerda el diario- integra una ofensiva arancelaria más amplia hacia decenas de países, entre ellos varios partenaires históricos de la nación norteña.
“He determinado –explicó Trump- que es necesario y apropiado imponer aranceles adicionales a bienes de ciertos socios comerciales, que fracasaron en alinearse suficientemente con los intereses económicos y de seguridad nacional de Estados Unidos”.
La nación centroamericana, por su parte, identificó enseguida posibles afectaciones contra productos vendidos en Estados Unidos como dispositivos médicos, café, piña, banano, jugos, cables eléctricos y componentes electrónicos.
“Somos conscientes de las preocupaciones que esto genera a nuestro sector exportador, declaró el ministro de Comercio Exterior Manuel Tovar, en un comunicado que apeló a “la confianza y la serenidad” de sus “socios” norteamericanos.
ACUERDOS REGIONALES EXCLUYEN A COSTA RICA
El presidente Rodrigo Chaves envió una carta formal a Washington para solicitar la referida “pausa” en la instrumentación de los aranceles, sin que hasta ahora la nación latinoamericana recibiera respuesta alguna.
Por el contrario, Costa Rica fue excluida el 13 de noviembre de ciertos entendimientos comerciales sobre el tema entre Washington y los países de América Latina Argentina, Ecuador, El Salvador y Guatemala.
Dichos acuerdos, que permiten disminuir el costo de productos como banano y café para los consumidores estadounidenses, comprenden, a cambio, la decisión de esos cuatro Estados de abrir sus mercados a productos estadounidenses.
Las exportaciones de esas cuatro naciones latinoamericanas hacia Estados Unidos, incluidas las agrícolas, quedaron fijadas mediante cuatro documentos por separado con cada una de ellas, publicados por la Casa Blanca en su página web.
Los citados intercambios con Estados víctimas de los impuestos del país norteño -agregan las fuentes- integran la más reciente estrategia de pactos alcanzados desde que el presidente Trump lanzó su hostil guerra arancelaria en abril.
Algo que, según otros medios, podría lesionar la ya frágil popularidad de Trump en su segundo mandato, pues los precios de productos como el banano y el café podrían subir en el mercado estadounidense, en medio del descontento por el aumento general del costo de la vida.
Los empresarios costarricenses cobraron ánimo cuando Trump exoneró de aranceles en septiembre a productos agrícolas como la piña, el banano y el café, pero luego se supo que la decisión era solo “para países socios alineados”.
PÉRDIDAS Y OTROS MALES PARA COSTA RICA
De acuerdo con expertos, el impacto económico de los aranceles de 15 por ciento causaría pérdidas anuales a la nación centroamericana superiores a los mil 100 millones de dólares.
Estados Unidos, además, recibe cerca de la mitad de las exportaciones costarricenses de un sector productivo nacional que genera 710 mil empleos directos. Los aranceles impactan en especial a sectores como el del café, la piña, los textiles y los dispositivos médicos, cuyos gestores advierten sobre un impacto directo en su competitividad en el mercado estadounidense, “en medio de un entorno global ya desafiante”.
Sin embargo, otra noticia acerca del asunto el 24 de noviembre insufló nuevos ánimos a los costarricenses, al anunciar Trump que retiraría los aranceles a rubros como carne de res, tomate, plátano y café.
La variante, en medio de los vaivenes sobre el tema exhibidos por la actual Administración, fue asumida en momentos en que Trump “está bajo presión para reducir el costo de la vida de los estadounidenses”, declaró el analista económico tico Daniel Suchar.
Para el estudioso, aunque la medida excluye nombres, se trata de “una noticia muy buena, que se abraza como país, más que todo, al recordar que el sector agroexportador manifiesta indicadores económicos incluso en terreno negativo”
“Esto bajaría muchísimo la ansiedad –subrayó el experto- y, por supuesto, brindaría mucha confianza a todos los exportadores para poder volver a esa relación comercial con Estados Unidos como nuestro principal socio”.
Relación que, según analistas, devela en otros flancos ciertas aristas contradictorias, pues para la política antidroga de Washington es demasiado visible el creciente aumento del narcotráfico en Costa Rica y su devenir como centro exportador hacia Estados Unidos y Europa.
Amén de algunos resquemores individuales por la retirada este año de visas turísticas estadounidenses a unas 14 figuras públicas nacionales cuestionadas por el actual gobierno, entre diputados, exfuncionarios, magistrados y hasta un expresidente, Oscar Arias.
Dichas disposiciones de Washington, impopulares o no, pero muy comentadas por los medios, tampoco anduvieron con “miramientos” hacia “viejas amistades”, por lo que despertaron quejas entre funcionarios como el líder del Congreso, Rodrigo Arias, quien declaró que la decisión de Estados Unidos de retirarle su visa le causó “una profunda extrañeza”.
El antigubernamental líder parlamentario expresó en una carta a los medios desconocer “alguna razón objetiva que ameritara la medida, siendo que toda mi vida he tenido una relación amigable y respetuosa con Estados Unidos”.
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