Por Roberto F. Campos
De la redacción de Economía
Tomar fotos, pasear en familia o simplemente conocer de primera mano un hermoso paraje cargado de historia, representa para quienes lo visitan evento significativo de su conocimiento y contacto con la cultura de este país.
El 2025 depara mucho movimiento del turismo en Cuba y las fortalezas y los castillos de antaño, ocupan un espacio significativo en el programa de circuitos.
El Castillo de San Pedro de la Roca en la oriental y legendaria ciudad cubana de Santiago de Cuba es punto obligado de visita de viajeros tanto cubanos como extranjeros.
Construido como consecuencia de las rivalidades comerciales y políticas en la región del Caribe en el siglo XVII, la fortaleza santiaguera se compone de una serie de fortificaciones en un promontorio rocoso, con el objetivo de proteger el importante puerto de Santiago.
Ese intrincado complejo de fuertes, baluartes y baterías, es el ejemplo más completo y mejor conservado de la arquitectura militar española.
El conjunto fue incluido en la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 1997. El castillo sufrió daños por los terremotos de 1675, 1678 y 1679, pero reconstruido y consolidado de 1693 a 1695.
San Pedro de la Roca, con sus baterías conexas de La Estrella y Santa Catalina por el canal que conduce al puerto de Santiago de Cuba, y la batería de Aguadores en la cota sur, protegen la bahía de Santiago, y recibe al visitante para otorgarle una de las más bellas vistas.
Sus trabajos defensivos asociados son de un valor excepcional, porque constituyen el ejemplo más grande y completo de los principios de la ingeniería militar renacentista adaptados a las exigencias de las potencias coloniales europeas en el Caribe.
Su excepcional ubicación y su adaptación a la topografía lo sitúan en un grupo reconocido de tres de esas fortalezas diseñadas por los famosos arquitectos militares, padre e hijo, Bautista y Juan Bautista Antonelli. Las otras muestras son el Castillo de los Tres Reyes en La Habana y el Castillo de San Sebastián en San Juan (Puerto Rico).
La autenticidad del castillo santiaguera es alta porque hubo pocos cambios desde el siglo XIX, cuando abandonaron su uso, hasta la década de 1960, cuando comenzó el trabajo de restauración.
Con el crecimiento del transporte marítimo en el Caribe y la política de Felipe II de la fortificación de las colonias españolas, se instalaron allí, después de perder la supremacía naval en 1588, un revellín y batería entre 1590 y 1610 en la playa sur-occidental del promontorio.
Esa fortificación, edificada para proteger la entrada a la ciudad de Santiago de Cuba, se erige sobre un promontorio con acantilados que llegan a más de 20 metros de altura.
El terreno es tal, que los diversos elementos se construyeron en una serie de terrazas, uno encima de otro, y unidos por escaleras.
La parte más antigua del castillo es el Revellín La Lengua del Agua, donde la fortificación de este importante y estratégico promontorio comenzó en 1590.
Se encuentra en el nivel más bajo, justo por encima de la marca de la marea alta. Además, se construyó la plataforma de tiro fortificada, que consiste en un polvorín, un edificio de mando y un puesto de guardia.
Diseñada por el ingeniero militar italiano Juan Bautista Antonelli, comienza a construirse en 1638, durante el gobierno de don Pedro de la Roca y Borjas, de ahí su nombre.
Posee una larga cronología constructiva hasta el siglo XIX. Fue el eslabón fundamental del sistema defensivo costero de Santiago de Cuba durante la etapa colonial, que desde principios del siglo XVII impuso respeto a corsarios y piratas.
Durante la Guerra de Independencia, la fortaleza es considerada obsoleta desde el punto de vista defensivo y estuvo destinada por el gobierno español a prisión militar.
En sus celdas estuvieron prisioneros muchos patriotas cubanos, entre los que se encuentran los Mayores Generales Bartolomé Masó, Flor Crombet y Pedro Agustín Pérez, el General José Ramón Leocadio Bonachea, e intelectuales como don Emilio Bacardí Moreau y también mujeres que se integraron a la causa independentista, como Dominga Moncada.
El 3 de julio de 1898 el castillo fue testigo de la Batalla Naval de Santiago de Cuba, ocurrida entre la escuadra española comandada por el Vicealmirante Pascual Cervera y una escuadra norteamericana.
Ese fue un hecho histórico que puso fin al dominio colonial de España en América. Luego de concluida la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana, la fortaleza es ocupada por el ejército estadounidense, y en 1904 es registrada como propiedad del Estado Cubano.
Durante años la fortificación estuvo abandonada, hasta que se logró materializar su restauración en 1962, dirigida por el Doctor Francisco Prat Puig y el 23 de julio de 1978 se inauguró en su interior un Museo.
En 1979 fue declarado Monumento Nacional, por Resolución de la Comisión Nacional de Monumentos del Ministerio de Cultura.
El 6 de diciembre de 1997, en la XXI Sesión del Comité del Patrimonio Mundial en Nápoles, Italia, quedó inscripto en la lista del Patrimonio de la Humanidad, junto a otros componentes del Sitio Histórico.
En la actualidad, se trata de un punto inevitable para los viajeros que llegan desde todo el mundo a Santiago, y 2025 no será un año de excepción.
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