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martes 8 de octubre de 2024
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Carlos Alberto Cremata, un cubano feliz

Washington (Prensa Latina) Trascurrieron 34 febreros desde que nació La Colmenita, entonces Carlos Alberto Cremata, su fundador y director, acariciaba los mismos sueños de hoy: lograr a través de esta compañía infantil de Cuba un teatro humanista y martiano.

Por Deisy Francis Mexidor

Corresponsal jefa en Estados Unidos

Su máxima a lo largo de más de tres décadas de trabajo permanece intacta. Así lo constató Prensa Latina en esta capital durante un diálogo con Tin, como cariñosamente le llaman en la isla caribeña.

Anticipó que de regreso a casa, después de la gira por Estados Unidos, se prepararán para el estreno de una obra en ocasión de aniversario 65 del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, que se cumple el 23 de diciembre.

“Le tenemos mucha fe, se llama Una colmena encerrada y trata de explicar desde los niños cuán criminal es el bloqueo contra Cuba”, explicó.

Además, recién estrenamos otra “que es como La Edad de Oro turca, que se llama ‘La nube enamorada’ del gran poeta Nâzim Hikmet, quien es un poco el Martí de los turcos y es una obra que de una forma poética tiene mucho que ver con la injusticia del bloqueo y con lo que está pasando en Palestina”.

¿Y sobre lo vivido entre el 25 de septiembre y el 3 de octubre en la cuarta visita de La Colmenita a Estados Unidos?, preguntó la reportera.

“Esta ha sido una visita absolutamente especial, primero el participar en la inauguración de un edificio de 127 habitaciones en la ciudad de Tampa, dedicado íntegramente a José Martí, es algo sencillamente increíble”, dijo al señalar que en cada apartamento hay un Verso sencillo, hay salas de estar dedicadas a La Edad de Oro, a Los Zapaticos de Rosa.

El edificio Martí está en el vecindario de Ybor City, donde se gestó un excelente proyecto que intenta rescatar la memoria y la historia, en este caso la conexión del Apóstol con Tampa.

Recordó Cremata -un martiano por excelencia- que fue en el Liceo Cubano en Tampa donde el Héroe Nacional ofreció en 1891 dos de sus más brillantes piezas de la oratoria: Con todos y para el bien de todos (26 de noviembre) y Los Pinos Nuevos (27 de noviembre). Y lo que presentaron tuvo que ver con eso.

También en el edificio Martí hicieron la versión de La Cenicienta según Los Beatles, una divertida pieza de Tin en versión del cuento original.

“Tampa para Martí era un lugar sagrado como también lo fueron Cayo Hueso y Nueva York”, añadió el director general y artístico de La Colmenita.

Luego les estaba esperando Nueva York “nada más y nada menos que con el teatro Apollo, la catedral sobre todo de la cultura y la música afroamericana”, subrayó Cremata.

Se refirió a la gran emoción suya y de la veintena de niños del elenco por pisar “el escenario donde antes actuaron Ella Fitzgerald, apodada Lady Ella, la reina del jazz; Duke Ellington, Michael Jackson, Aretha Franklin o Las Supremas”.

Cuando tuvimos delante nuestro el Apollo, los niños decían que estaban muy nerviosos, con muchas ganas de llorar, pero eso pasa en el teatro, uno siente los fantasmas que flotan, la mística y es algo impresionante, relató.

Y qué lindo el público -enfatizó-, “sobre todo el público más lindo que puede existir, el de la solidaridad”.

A Nueva York “llegaron personas de gran parte de Estados Unidos para apoyar a Cuba en su lucha contra el bloqueo genocida, criminal; también respaldar al pueblo de Venezuela y la Revolución bolivariana sometida a un asedio implacable, así como a Palestina y Líbano”, añadió.

Vicente Amor, uno de los coordinadores de la actual gira, afirmó que los niños trajeron un huracán de alegría, que contrarrestó el otro huracán, Helene, cuando el 26 de septiembre tocó tierra en territorio estadounidense en una región de Florida.

HABLANDO DE PÚBLICO

Justo el espectáculo en la icónica sala de Harlem se tituló ‘Libando las mieles de la solidaridad’. Sobre la función la activista política Jodie Evans confesó que su “corazón al principio del día estaba destrozado de dolor por lo que está pasando en el mundo, pero ahora está lleno de alegría por estos niños”.

Productora de documentales y cofundadora de la organización pacifista CodePink, Evans afirmó que “los niños son lo más valioso del planeta” y en ese sentido destacó la libertad de la cual goza la niñez cubana. Acotó que vio sobre el escenario a niños que “conocen la verdad y la comparten a corazón abierto y maravillosamente”.

“Creo que los chicos tienen mucho talento y también un mensaje muy poderoso sobre cómo tenemos que extender solidaridad al pueblo cubano y a todas las personas en el mundo que están sufriendo bajo el imperialismo y la opresión”, comentó, por su parte, Joe Tache, un joven de Boston.

Mientras Gabby Ballard, de Filadelfia, expresó que “La Colmenita es una de las mejores actuaciones infantiles que he visto nunca”.

“La energía, el dramatismo y el entusiasmo fueron preciosos, son muchas voces de niños y me encanta ver en ellos sus rostros sonrientes y el lindo y positivo mensaje que compartieron con todo el público. Estupendo”, subrayó.

Embajadora de Buena Voluntad de la Unicef, La Colmenita fue en Nueva York el cierre del acto ‘Latinoamérica habla Solidaridad vs. Imperio’, un evento que tuvo previamente entre sus oradores a los ministros de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, e Yván Gil, de Venezuela.

Allí La Cucharachita Martina en versión colmenera hizo igualmente de las suyas en una actuación en la sede la Misión de Cuba en la ONU. La alegría contagió y muchos salieron bailando.

Otro público que emocionó a Cremata fue en una escuela religiosa que se llama The Learning Tree (El Ábol Aprendiz). “Para mí resultó una de las presentaciones más hermosas de la historia de La Colmenita”, narró.

Eran “niños muy disciplinados, estaban muy calladitos al principio con Cucarachita Martina, como muy asombrados, y de pronto se produjo lo mismo que pasa en las escuelas cubanas, en los barrios cubanos, en los campos cubanos”, acotó.

Aquellos niños -dijo- empezaron a bailar con nosotros y se creó la química esa que nunca falla, aunque no hablaban nuestro idioma y, sin embargo, como siempre, se entregaron unos a otros.

En el teatro Imagination Stage, de Bethesda, Maryland, fue tremendo. “Dudo que exista un teatro mejor para hacer esta puesta en escena de La Cenicienta según Los Beatles”, afirmó Cremata, quien describió que allí el ambiente está dispuesto para que “el niño crezca dentro del teatro, dentro de ese universo”.

Lo que ocurrió “fue un nivel de complicidad, de intimidad, que yo estoy seguro que Los Beatles se habrían sentido muy bien, porque ellos dejaron de hacer esos espectáculos grandototes para compartir de verdad compartir la música de corazón a corazón y eso nos pasó a La Colmenita en un escenario de sueños”.

Ana Joa, una cubana residente en Estados Unidos, fue a ver al elenco liderado por Tin con sus cuatro nietos: “No podía perderme esto”, apuntó.

“Martí dijo que los niños son la esperanza del mundo y viendo a estos niños maravillosos actuando en La Colmenita definitivamente la esperanza está ahí, en las futuras generaciones, en la continuidad de un mundo mejor”, argumentó.

La última actuación en Estados Unidos fue en el amplio salón de la Embajada de Cuba en Washington DC, el mismo lugar adonde 13 años atrás (cuando aún era oficina de intereses) trajeron su arte.

Cremata recordó la cruzada de amor a favor de la libertad de los luchadores antiterroristas cubanos, prisioneros entonces injustamente en cárceles federales, y recordó la sincera y hermosa amistad que unió a Gerardo Hernández con la desaparecida activista Alicia Jrapko. Sobre su vida, Tin resumió que es un hombre absolutamente feliz “por mi familia, por mi infancia, tuve la edad de oro y hoy vivo rodeado de niños, y los adultos que comparten conmigo ese día a día están también un poco contagiados de eso”, confesó el artífice del grupo de teatro fundado el 14 de febrero de 1990.

“Yo le digo a todo el mundo que realmente siento que tengo el síndrome de Peter Pan, eso de no crecer nunca, la felicidad que da no solo vivir entre niños sino sentirse Tom Sawyer (personaje principal de la novela de Mark Twain) y convocar siempre a Huck Finn y a Becky Thatcher para entrar a la cueva de la infancia, de la cultura, del arte, de la alegría, de la felicidad”.

arb/mml/dfm

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