Por Boris Luis Cabrera
De la redacción de Deportes
Más allá de la emigración de muchas de sus principales figuras y la contratación de otras en ligas profesionales foráneas, que lógicamente disminuyen la calidad, la temporada cumplió su objetivo y mantuvo alta la pasión beisbolera en barrios y comunidades.
Los Leñadores de Las Tunas se robaron el show al titularse por segundo año consecutivo y reafirmarse como el mejor equipo en las últimas siete campañas, después de esperar cuatro décadas para subir al podio de premiaciones.
Desde el 2018, cuando sorprendieron a los expertos al ocupar el segundo escaño por primera vez desde su fundación en 1977, la llamada «Pesadilla Oriental» ha logrado tres campeonatos y dos terceros lugares.
Con una plantilla que no ha variado mucho en los últimos años, el éxito de este conjunto estuvo en la unidad y la disciplina lograda primero por el timonel Pablo Civil y luego por su sustituto Abeyci Pantoja, quien los llevó a la corona en las últimas dos contiendas.
Los Leñadores fueron creciendo durante la fase regular y después de concluir terceros, batieron en cuartos de final en un cerrado duelo que se extendió a siete pleitos a los Tigres de Ciego de Ávila, un elenco que en la segunda década de este siglo ganó tres coronas y amenazaba con reverdecer laureles.
A partir de ese momento los orientales tuvieron que enfrentar a dos equipos peligrosos y motivados como los Alazanes de Granma y los Vegueros de Pinar del Río, pero ya no había fuerza capaz de detenerlos.
En solo cinco pleitos batieron en semifinales a los granmenses, un conjunto con una historia similar a ellos al apoderarse de cuatro coronas domésticas de 2017 a 2022, después de esperar ocho lustros sin títulos ni podios.
También en cinco juegos dispusieron en la gran final de unos pinareños que llegaron con el cartel de favoritos, al dominar de forma aplastante la etapa clasificatoria con varios récords incluidos.
Los más occidentales le dieron mucho brío al campeonato con sus 50 triunfos, la marca implantada de cuadrangulares para un torneo de 75 juegos (87) y el dominio que ejercieron contra sus rivales al vencer en todos los duelos particulares, hazaña que ningún otro equipo había logrado en el pasado.
Sin embargo, la victoria de Las Tunas fue contundente al fabricar casi el doble de las carreras que sus contrarios, dejarlos con un promedio ofensivo de .263 y aceptar solo 1.76 anotaciones limpias cada nueve entradas.
De forma general la temporada 2024 del Campeonato Cubano de Béisbol, donde participan 16 equipos en representación de todas las provincias, evidenció el desnivel entre ofensiva-pitcheo y continuó marcado por una gran cantidad de errores y fallas en el pensamiento táctico.
Los bateadores, aprovechando que la media de velocidad de los serpentineros ronda las 85 millas por hora, promediaron para .299 con 809 vuelacercas (uno cada 48.6 visitas oficiales al plato) y anotaron 6 mil 882 carreras en 594 partidos.
Por su parte, los lanzadores, con una efectividad de 5.29 anotaciones limpias por juego, concedieron cuatro mil 965 bases por bolas en nueve mil 927 episodios, para concluir con un alto promedio de rivales embasados en cada capítulo (Whip) de 1.68.
La defensa fue una de las más deficientes de las últimas décadas con un bajo .967 de average colectivo, al cometerse la friolera de mil 459 errores, sin contar los que no van a los libros.
Todo esto está dado por múltiples factores que no mejorarán en los próximos años, porque más allá del flagelo de la emigración -aumentado por la ruptura del acuerdo con la Mayor League Baseball (MLB)- y de las contrataciones de los mejores exponentes en otras ligas, hay daños em la pirámide deportiva.
A consecuencia de la crisis económica del país se juega muy poco en las categorías menores, suspendieron o aplazaron torneos y cada vez es más complicado comprar implementos para desarrollar jugadores y el mantenimiento de los estadios.
Todos esos elementos negativos los causa, en gran medida, el bloqueo de Estados Unidos sobre Cuba desde hace más de 60 años.
Las campañas beisboleras y esta última no fue una excepción, siguen llamando la atención de los aficionados que, entre críticas y vítores, mantienen pasión por el béisbol y defenden los colores de sus provincias y aclaman a sus ídolos.
En esta temporada varios fueron los nombres que robaron cintillos de prensa con el madero en ristre o con sus actuaciones monticulares, como el granmense Alfredo Despaigne, quien lideró los cuadrangulares (20), el promedio de embasados (.575), el slugging (.744) y el OPS (1.319).
Otros también dejaron su huella a la ofensiva como el espirituano Rodolexis Moreno al comandar los imparables (107), el pinareño William Saavedra con su liderato de bateo (.411) y el matancero José Noroña, máximo anotador e impulsador (79) y segundo en bambinazos (19).
Desde la lomita de los martirios destacaron el avileño Rachel Duquesne al liderar los acápites de victorias (9) y ponches (72), el espirituano Yankiel Mauris en juegos salvados (12) y el granmense Leandro Martínez en Whip (1.14).
El también avileño Ediel Ponce fue elegido Novato del Año, gracias a su efectividad de 2.15 carreras limpias permitidas por desafío completo, líder en ese departamento.
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