Por Fausto Triana
Corresponsal jefe en España
La novela despierta pasiones exacerbadas en los dos bandos, defensores y detractores, pero es considerada una de las mejores obras del autor británico. Me vino a la mente al aterrizarla, intencionadamente, en el Museo de la Cuchillería de Albacete, Castilla La-Mancha, España.
Ante una suerte de sinfonía de cuchillos, navajas y tijeras, el propio recorrido histórico se antoja un encuentro con la impronta de la humanidad a lo largo de los siglos y, también, de la evolución de las sociedades, tendencias y modas.
Entonces, como en realidad filosóficamente y al mismo tiempo nos reconocemos en vidas enfrentadas a riesgos y desafíos, la frase Al filo de la navaja se convierte en una suerte de curiosidad del pensamiento en que derivó la obra de Somerset Maugham.
Visto en perspectiva y con esa devoción por los metales, Albacete, sin aspavientos, puede ufanarse de contar con una joya, un tesoro de enormes potencialidades en el Museo de la Cuchillería.
No puede faltar en tiendas de artesanías la oda permanente a Don Quijote y a su fiel escudero Sancho Panza, pero la preponderancia es de navajas y cuchillos, junto con tijeras.
Tampoco estarían ausentes los famosos quesos manchegos, una variedad significativa de buenos vinos y la competitiva creación culinaria, atributos según los cuales la urbe, capital de la provincia homónima, exhibe razones para proyectar una multifacética imagen turística.
El Museo fue inaugurado el 6 de septiembre de 2004 en un antiguo edificio de fachada gótica y azulejos verdes, conocido como Casa de Hortelano, construido en 1912 por el arquitecto Daniel Rubio.
Si nos detuviéramos en el nombre del antiguo edificio, saltarían otras razones para remitirnos a los proverbios populares. Y aparecen “En casa del hortelano, siempre es más gordo el marrano”, o “Como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer”. Pinceladas de España que recoge con guante de seda Albacete al rehabilitar la mansión y al mismo tiempo contar en el centro de la ciudad con un museo donde conserva su herencia histórica, su patrimonio cultural y la artesanía que la hace universal.
Como difunde el Museo de la Cuchillería con sano orgullo, podemos hallar en sus instalaciones un recorrido histórico y geográfico con navajas de todos los tiempos, de la Edad del Hierro, de Roma en Hispania y de los visigodos.
Una suerte de galería mundial de 600 piezas exquisitas de España y Francia, fundamentalmente, y Argentina, Alemania, Italia enmarcadas en la Colección Rol, fue inaugurada recientemente por el alcalde de Albacete, Manuel Serrano.
La exposición temporal “Navajas con Historia: Colección Rol”, que permanecerá abierta durante los próximos dos años, es propiedad de los hijos del ya desaparecido coleccionista holandés Will Rol, además de incluir en sus vitrinas 104 navajas albaceteñas.
INTIMIDAD FILOSA
Manuela Azorín, integrante del staff del Museo de la Cuchillería, detalló a Prensa Latina que la instalación se inauguró en 2004, “como sede de todas las piezas de importancia que acopiamos en Albacete”.
-Nuestra ciudad era muy conocida por su tradición cuchillera; había numerosos artesanos que elaboraran piezas de notables características con estándares internacionales.
-En Albacete tenemos la navaja clásica, la típica, de mayor producción; luego, a finales del siglo XIX y principios del XX se fijan los estilos, la tipología de la hoja con una función u otra, entre ellas, agricultura, ganado, artesanías (…); y finalmente la industria se amplió a cuchillos, tijeras y espadas.
A otras preguntas de Prensa Latina, Manuela Azorín completa sus comentarios de forma pormenorizada.
-La tradición en verdad viene del siglo XVII o incluso antes, con un marcado origen árabe por la forma de elaborar las piezas, el tipo de filigrana en la decoración y también del cabo o del mango.
-En cuanto a la Colección Rol, está dividida por procedencia, pero la mayor parte de las piezas son de Albacete, que ofrecen muchísima información con los lemas de las hojas y los grabados, hablan de artesanos, de los materiales, dónde estaban sus talleres, y luego los perfiles de determinadas zonas de producción como Thiers, en Francia, o de Italia.
-La impronta de Albacete en estos menesteres se piensa que es más por su tradición y valor artesano decorativo, visual, y lo práctico, con piezas que eran verdaderas obras de arte, sobre todo en el siglo XVIII.
-Se mantiene la tradición, aunque los materiales varían, en la forma y el diseño. Encontraremos en el museo navajas de espejillos, de origen árabe; navajas de cierre secreto, que sólo las podían abrir su dueño o francesas, el país más reconocido de Europa entonces en esta industria.
-De las tijeras, hay un espacio reservado desde la Edad del Bronce y cuando en la Edad Media toman un cuerpo y una forma idénticos a las actuales. Ya en el siglo XV empiezan a fabricarse en acero.
Como colofón, numerosas pequeñas esculturas, fotos de épocas, grabados y pinturas, en los que aparecen vendedores de cuchillos, navajas y tijeras en una ciudad –ahora con cerca de 200 mil habitantes-, apacible, amistosa y abierta.
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