Sergio Ferrari*, colaborador de Prensa Latina
Oportunista, la ultraderecha agazapada, muestra sus dientes y entrena sus músculos. Sin embargo, una respuesta popular superlativa se protagoniza en las calles a partir del 14 de enero contra los planes “secretos” y xenofóbicos de esos sectores conservadores.
La movilización como principal protagonista
Más de 200 mil personas salieron a la calle el sábado 20 de enero en varias ciudades de Alemania para protestar contra la extrema derecha. Diversas fuentes de prensa señalan la realización de casi un centenar de movilizaciones este tercer fin de semana del mes. Al menos 35 mil manifestantes en Fráncfort. Número similar (siempre según fuentes oficiales de la policía) en Hannover, Dortmund y Hamburgo. Y más de 10 mil en Kassel, Nuremberg y Erfurt. Este domingo continúan las protestas callejeras en ciudades emblemáticas como Berlín.
Las concentraciones progresistas que se expanden en todo el país a partir del domingo 14 de enero ya figuran entre las más significativas de los últimos años. Arrancaron solo cuatro días más tarde que el colectivo Correctiv de investigación periodística informara, el pasado 10 de enero, sobre un plan secreto que la extrema derecha aplicaría en caso de llegar al gobierno de Alemania. Esas manifestaciones adquieren, además, un significado especial, en un país que en las semanas precedentes era escenario de importantes protestas del mundo rural y de diversos sindicatos, cada uno por sus propias reivindicaciones.
Crisis y jornadas de protestas antigubernamentales
El lunes 15 de enero Berlín se transformó de capital del país en una amplia granja, en la cual no menos de seis mil tractores cambiaron por algunas horas la fisonomía urbana. La histórica Puerta de Brandeburgo se vio bloqueada por miles de agricultores.
En esta protesta antigubernamental no faltaron algunos militantes de la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD). Sin embargo, los organizadores del tranque de Berlín, la Asociación de Agricultores Alemanes (DBV), se distanciaron formalmente de esa fuerza política.
Según dicha Asociación, se movilizaron a Berlín más de 30 mil agricultores, aunque las autoridades gubernamentales trataron de reducir significativamente dicha cifra. En todo caso, y como lo señalaron diferentes medios de prensa, fue una de las movilizaciones de este tipo más numerosas desde la reunificación alemana. Cerró, además, una semana entera de luchas descentralizadas y cortes de rutas en distintos lugares del país. Su principal reclamo reivindicatorio: que el Gobierno de coalición (socialistas, verdes y liberales), que encabeza el socialdemócrata Olaf Scholz, dé marcha atrás con los recortes de los subsidios para el sector agrario decretados a fines del año pasado. En diciembre, el Gobierno alemán se vio obligado a reducir el presupuesto del Estado para 2024 debido a una decisión del Tribunal Constitucional que no le autorizó relocalizar para el campo, la industria y la transición ecológica, partidas presupuestarias excedentarias no usadas durante la pandemia de Covid-19.
Como informó la Deutsche Welle, las protestas de los agricultores alemanes “están poniendo contra las cuerdas al Gobierno, que ya se retractó de algunas de las medidas, aunque mantiene por el momento el plan de eliminar por completo el subsidio al diésel agrícola hasta el año 2026”.
Según el cotidiano suizo Le Temps en un artículo del 15 de enero, “la movilización de los agricultores aumenta la presión sobre el gobierno, cuyo índice de aprobación nunca ha sido tan bajo”. La extrema derecha, en auge, sobre todo en la región oriental del país, intenta aprovecharse de la revuelta del sector rural. Ese mismo artículo refiere a una reciente encuesta realizada para el diario Bild, según la cual “el 64 por ciento de los alemanes afirmaron que les gustaría un cambio de gobierno”. En las últimas semanas, muy diversos sectores, desde la metalurgia hasta la educación y el transporte, organizaron protestas en un contexto económico de lento crecimiento y aumento de precios.
Por otra parte, la segunda semana de enero, en paralelo a las jornadas de protesta del mundo rural, también el Sindicato Alemán de Maquinistas (GDL) se lanzó a la huelga, paralizando entre el martes 9 y el viernes 12 de enero casi el 80 por ciento del tráfico ferroviario de pasajeros y de mercancías en el país. El impacto de la huelga se hizo sentir en toda Europa, ya que a través de Alemania pasan seis de los 11 corredores principales del transporte de carga del continente.
La medida de fuerza del sindicato, que reúne cerca de 10 mil miembros, planteaba dos reivindicaciones centrales: aumentos salariales para compensar la inflación y la semana laboral de 35 horas, concentrando el trabajo en solo cuatro días.
El complejo panorama sindical amenaza con nuevos vientos de tormenta para las próximas semanas. Los trabajadores de tierra de la empresa aérea Lufthansa, que transitan por una fase de discusión de su convención colectiva de trabajo, anticiparon posibles medidas de fuerza en caso de no lograrse acuerdos. Situación semejante a la de los empleados de comercios mayoristas y minoristas, que ya en diciembre habían realizado huelgas cortas de advertencia y que podrían lanzarse a una nueva etapa más radical de protestas en caso de que no se suscriban los nuevos acuerdos laborales con la patronal.
La línea de frontera entre protesta social (y antigubernamental) y capitalización política, como la concibe la ultraderecha, parece ser hoy muy estrecha en un país polarizado y con evidentes problemas económicos. Esto también lo comprenden amplios sectores de la población que ven con preocupación el crecimiento acelerado de las fuerzas reaccionarias en el país.
Plan secreto de la extrema derecha
El 10 de enero, la red Correctiv de investigación periodística develó la existencia de un preocupante Plan Secreto. En caso de que la Alternativa para Alemania gane las próximas elecciones, ese Plan concibe la expulsión del país de miles de extranjeros o de origen extranjero. Correctiv elaboró un trabajo periodístico muy bien documentado que parte del 23 de noviembre del año pasado, día en el cual en la propia ciudad de Potsdam se reunieron miembros de esa fuerza política y representantes de grupos neonazis junto con potentes empresarios y aliados austríacos. Según la red, en esa reunión planearon nada menos que la expulsión de millones de personas de Alemania”.
Conmovidas por esa revelación, miles de personas se movilizaron el domingo 14 de enero en distintas ciudades alemanas, aunque fue en Potsdam, a escasos 40 kilómetros al sur de Berlín, donde se realizó la principal convocatoria a iniciativa del alcalde socialdemócrata Mike Schubert. En la misma también estuvo presente el canciller Scholz, acompañado de varios dirigentes de primera línea de la alianza gubernamental. Scholz se pronunció contra “los extremistas”, advirtiendo que la extrema derecha intenta explotar las movilizaciones sociales, sobre todo las de los agricultores. El lunes 16, un día después de la protesta en Potsdam, se realizaron nuevas movilizaciones contra la ultraderecha en Leipzig, Essen y Rostock. A partir de entonces, las protestas contra la ultra derecha se han multiplicado y expandido durante toda la semana en las principales ciudades del país. Indirectamente, le da aire político al Gobierno de Olaf Scholz.
Explota la indignación antifascista
Esa denuncia periodística cayó como una bomba en Alemania y se convirtió en noticia prioritaria en numerosos medios europeos de información. Además, tal como informa Euronews, “los resultados de la investigación provocaron indignación entre todos los demás partidos políticos del país y han reabierto el debate sobre la eventual ilegalización de Alternativa para Alemania. Para estas fuerzas políticas, los planes de la extrema derecha recuerdan el capítulo más oscuro de la historia alemana”.
Por su parte, el cotidiano francés Le Monde comentó sobre la “onda de choque” que produjo dicha investigación. E informó en su edición digital del 14 de enero que, en la reunión de noviembre en Potsdam, el cofundador del Movimiento Austríaco de Identidad (IBÖ), Martin Sellner, compartió con sus pares alemanes un proyecto para expulsar hacia el norte de África a unos dos millones de personas. Básicamente solicitantes de asilo, extranjeros y ciudadanos alemanes considerados como “no asimilados”. Entre los miembros de AfD presentes en la reunión de noviembre, se encontraron, entre otros, Roland Hartwig, representante personal de Alice Weidel, presidenta del partido de extrema derecha; el diputado Gerrit Huy y el presidente del grupo parlamentario regional de AfD en Sajonia, Ulrich Siegmund.
Según Le Monde, estas revelaciones provocaron conmoción en el país en momentos en que las encuestas muestran una dinámica ascendente favorable para la AfD, con una intención de voto a nivel nacional del 21 al 23 por ciento. El partido ultraderechista incluso supera el 30 por ciento de intención de voto en los Estados de la antigua Alemania Oriental, como Sajonia, Turingia y Brandeburgo, donde durante la segunda mitad del año se celebrarán cruciales elecciones regionales.
Perspectiva económica preocupante
Si el 2023 fue especialmente sombrío para los alemanes, el 2024 no será mejor, según afirma el Instituto Económico IW. De hecho, este último prevé una caída del producto interior bruto (PIB) del 0,5 por ciento en este año. Los expertos han revisado significativamente a la baja sus previsiones desde el pasado mes de septiembre y siguen calculando un escaso crecimiento del 0,9 por ciento para el año en curso.
La caída de la economía alemana que pasó a números rojos en el 2023 se debió, particularmente, al coste elevado de la energía (corolario de la guerra Rusia-Ucrania), los altos tipos de interés y la desaceleración de la demanda externa, factores todos que debilitaron su fuerza industrial y sus exportaciones.
El periódico francés La Tribune, titulaba el pasado 16 de enero un análisis económico “Malas noticias en Alemania, tras la recesión se confirma el aumento de la inflación”. Y afirma que “los reveses de la economía alemana continúan. Tras confirmar el 15 de enero su entrada en recesión, la inflación aumentó el pasado mes de diciembre hasta el 3,7 por ciento, según el instituto de estadística Destatis. Las perspectivas para 2024 tampoco son muy optimistas”.
País en crisis, sociedad movilizada, nación profundamente polarizada. La tensión entre la visible crisis económica y la provocación de la ultraderecha define un escenario muy particular, no exento de sorpresas políticas mayores.
rmh/sf
*Periodista argentino residente en Suiza
(Tomado de Firmas Selectas)