sábado 27 de diciembre de 2025

Cuba enfrentó huracán Melissa sin muertes gracias a su modelo

La Habana (Prensa Latina) Pese a ser uno de los huracanes más intensos en décadas, Melissa no causó víctimas mortales en Cuba gracias a un sistema de Defensa Civil sólido y una cultura de protección colectiva arraigada desde la base comunitaria.

Por Melissa King Smith

De la redacción Nacional

El ciclón, de categoría 3 en la escala Saffir-Simpson, cruzó el oriente del país el 28 de octubre de 2025 con vientos sostenidos de 200 km/h y lluvias superiores a los 400 milímetros en menos de 24 horas, con afectaciones severas en las provincias de Santiago de Cuba, Granma, Holguín y Guantánamo.

El fenómeno meteorológico también azotó Las Tunas, donde causó daños materiales cuantiosos: 116 mil 100 viviendas impactadas, cultivos estratégicos destruidos y redes de servicios básicos interrumpidas durante varios días.

Santiago de Cuba resultó la más golpeada, con 93 mil inmuebles dañados, muchos de ellos con techos colapsados o estructuras comprometidas por la caída masiva de árboles, mientras que los desbordamientos del río Cauto, en Granma, y otras cuencas aislaron temporalmente comunidades rurales y urbanas, complicando el acceso inmediato a zonas críticas.

Sin embargo, el saldo humano fue nulo, un resultado atribuido por las autoridades al accionar anticipado de los sistemas de alerta, la disciplina de la población frente a las evacuaciones y la eficacia de una estructura de respuesta que opera desde el consejo popular hasta el Estado Mayor Nacional.

El primer secretario del Comité Central del Partido Comunista y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, destacó en el XI Pleno del órgano que “la percepción del riesgo lograda y la disciplina del pueblo” fueron decisivas para preservar vidas.

La evacuación de más de 735 mil personas se realizó con apoyo de megafonía barrial, transmisiones constantes en medios nacionales y coordinación local, y se evitó el caos que suele acompañar a fenómenos de esta magnitud en otras regiones del Caribe.

La movilización no fue improvisada: responde a protocolos ensayados durante años y a una red de participación ciudadana que incluye a los Comités de Defensa de la Revolución, organizaciones de masa y estructuras de gobierno local.

La Defensa Civil como sistema de vida y no solo de emergencia

En las semanas posteriores, las autoridades cubanas aceleraron la recuperación en las cinco provincias orientales afectadas por el huracán, con énfasis en la entrega inmediata de materiales para techos y la reparación de viviendas y servicio.

El primer ministro Manuel Marrero subrayó que “no existe justificación” para que los recursos se acumulen en almacenes sin llegar a la población.

Según reportes de la Presidencia de la República, en Santiago de Cuba, la más golpeada, se han recuperado más de cuatro mil viviendas, mientras el servicio eléctrico alcanza ya el 99 por ciento, el agua el 98 y las comunicaciones el 96,4.

En Granma, se han rehabilitado más de 15 mil 300 hectáreas agrícolas y mil 394 viviendas, además de entregar más de 10 mil colchones; en Holguín, los servicios están prácticamente al 100 por ciento y se han reparado más de dos mil 200 techos parciales, con capacidad para atender otros cinco mil.

Asimismo en Guantánamo, 59 familias permanecen en albergues estatales y solo 30 clientes aún carecen de electricidad, cifra que disminuirá conforme se restablezcan los accesos. En Las Tunas, se han recuperado 411 de las 538 viviendas afectadas, y el foco está en reactivar la producción de alimentos.

En todos los consejos populares se levantaron planillas de daños con participación directa de los vecinos, y se organizaron jornadas colectivas para reparar techos, limpiar escombros y reactivar la agricultura mediante siembras de corto ciclo.

Solidaridad internacional frente al cerco unilateral

Mientras tanto, la solidaridad internacional se materializó en donaciones y equipos técnicos provenientes de Venezuela, China, Colombia, México, España, Corea del Sur, la Cruz Roja Internacional y el ALBA-TCP, cuyo buque humanitario arribó al puerto santiaguero con cargamentos vitales, en un gesto que subraya la capacidad de cooperación entre naciones del Sur frente a los desastres.

La respuesta de Cuba al huracán Melissa fue acompañada desde sus primeras horas por el Sistema de Naciones Unidas, cuyo coordinador residente, Francisco Pichón, reafirmó el respaldo del organismo multilateral al Estado cubano y destacó la eficacia del modelo nacional de Defensa Civil, que permitió salvar todas las vidas humanas pese a la magnitud del desastre.

Junto a Darío Álvarez, de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), subrayó que la solidez del sistema cubano de gestión de riesgos, con la Defensa Civil como eje, constituye un ejemplo de respuesta oportuna, humana y profundamente organizada.

Antes del impacto del ciclón, el Sistema de la ONU activó mecanismos de acción anticipatoria en coordinación con las autoridades nacionales.

Gracias a un financiamiento de cuatro millones de dólares del Fondo Central para la Respuesta a Emergencias (CERF), se preposicionaron en zonas de alto riesgo plantas purificadoras de agua, alimentos para centros de evacuación, kits de higiene y generadores eléctricos, evitando crisis secundarias y acelerando la recuperación inicial.

Este marco anticipatorio, desarrollado en diálogo técnico con el Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera (MINCEX) y otros organismos, marcó un hito en la cooperación humanitaria en la región.

Tras el paso del huracán, se lanzó formalmente el Plan de Acción en respuesta al Huracán Melissa, instrumento coordinado por 11 agencias del Sistema de la ONU, de las 23 presentes en Cuba, y orientado a seis sectores críticos: vivienda y albergue, seguridad alimentaria, salud, educación, agua y saneamiento, y logística.

Con una meta de financiamiento de 74 millones de dólares, el plan busca asistir a al menos un millón de personas afectadas.

El paso de Melissa puso a prueba no solo la infraestructura, sino también la cohesión social y la capacidad institucional de Cuba.

Melissa en el Caribe: dos realidades ante una misma tormenta

El huracán, que el 28 de octubre de 2025 azotó simultáneamente el oriente de Cuba y el oeste de Jamaica, dejó un rastro de contrastes dramáticos que ilustra no solo la creciente violencia de los fenómenos climáticos, sino también las profundas desigualdades en la capacidad de respuesta estatal y en la resiliencia institucional en la región.

En Cuba, pese a su categoría 3 y vientos de 200 km/h, el ciclón no causó una sola víctima, gracias a un sistema de Defensa Civil; en Jamaica, en cambio, Melissa tocó tierra como un huracán de categoría 5, con vientos potenciados por el cambio climático, y provocó una destrucción generalizada, pérdida de vidas humanas y un colapso logístico que aún paraliza servicios esenciales.

Según un análisis satelital del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la tormenta generó más de 4,8 millones de toneladas de escombros en Jamaica, equivalentes a unos 480 mil camiones, bloqueó carreteras y aisló comunidades enteras en parroquias como St. Elizabeth y Westmoreland, donde hasta el 90 por ciento de las edificaciones resultaron dañadas.

El modelo del PNUD basado en inteligencia artificial estima que al menos 32 mil 500 personas fueron desplazadas internamente, y que la remoción de escombros es hoy la condición previa para restablecer el acceso a hospitales, escuelas y mercados.

Detrás de esa intensificación de los ciclones está el cambio climático causado por el ser humano.

Un estudio de atribución rápida del Imperial College de Londres concluyó que el calentamiento global incrementó la velocidad de los vientos de Melissa en un siete por ciento (18 km/h), lo que elevó los daños en un 12 .

Otro análisis de Climate Central estimó un aumento aún mayor: 10 % en los vientos, vinculado directamente con las aguas del Caribe que, en octubre de 2025 estaban 1,2 grados Celcius por encima del promedio histórico, un calentamiento que, según los científicos, tiene hasta 900 veces más probabilidades de ocurrir por la acción humana que por variabilidad natural.

Científicos del Instituto de Meteorología de Cuba advierten que fenómenos como Melissa ya no son excepciones, sino la nueva normalidad en una región que, pese a contribuir mínimamente a las emisiones globales, enfrenta las consecuencias más brutales del colapso climático.

La lección del Caribe no es solo meteorológica: es política, ética y profundamente humana.

arc/mks

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