jueves 13 de noviembre de 2025

Sin Cabinda la independencia de Angola no habría sido la misma

Luanda (Prensa Latina) Mientras en Luanda se proclamaba la independencia, el 11 de noviembre de 1975, en Cabinda angoleños y cubanos continuaban bajo el fuego de las armas para que Angola permaneciera tal y como la conocemos hoy.

Por Karina Marrón González

Corresponsal jefe en Angola

“Una independencia sin Cabinda no sería lo mismo, no tendríamos el mismo orgullo que tenemos y sería muy difícil luchar para tomarla de nuevo, pues geográficamente está en una posición muy complicada”, dijo a Prensa Latina el escritor y combatiente Nicolau Sebastião da Conceição.

Kudijimbe, como es conocido, recibió el pasado mes de julio la medalla conmemorativa por los 50 años de la independencia nacional en su Clase Independencia, un reconocimiento a su participación en esas luchas, a las que se sumó cuando aún era un estudiante.

Su vínculo con las ideas anticoloniales lo llevaron a ser prisionero de la policía política portuguesa, por lo que sus padres decidieron alejarlo de Luanda y enviarlo a Cabinda para continuar estudios.

Sin embargo, estando allí estalló la Revolución de los Claveles en Portugal (25 de abril de 1974), un acontecimiento que relanzó las esperanzas independentistas y lo motivaron a incorporarse al Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) de António Agostinho Neto.

En noviembre de 1975, con solo 20 años, Kudijimbe ya había transitado por la preparación en el llamado Congo Brazzaville y la lucha armada en la provincia de Huíla.

Entonces, nuevamente en Cabinda, se convirtió desde su puesto de combatiente en uno de los protagonistas de la batalla que tuvo lugar allí entre el 8 y el 12 de noviembre, durante la cual defendieron la soberanía del país, incluso antes de que hubiese una bandera o un himno.

VIEJAS APETENCIAS Y NUEVOS ALIADOS

En 1975, cuando ya se avizoraba que Angola sería independiente tras la firma de los Acuerdos de Alvor del 15 de enero, la entonces República de Zaire, hoy República Democrática del Congo, dio rienda suelta a las apetencias por tomar Cabinda y anexarla a su territorio.

Parte de su estrategia fue alentar el resurgimiento del Frente para la Liberación del Enclave de Cabinda (FLEC), que no había desempeñado papel alguno en la lucha por la independencia, pero aprovecharon su condición de angoleños para que su líder, Auguste Tchioufou, exigiera la “inmediata y plena independencia” del enclave. “Había un complot para que sucediera en Angola como había ocurrido en Namibia, que los sudafricanos aprovecharon el momento y la debilidad militar para tomar por asalto la región y anexarla a su país”, comentó Kudijimbe a Prensa Latina en entrevista meses atrás.

“Occidente sabía que en cuanto las tropas portuguesas se retiraran, el país quedaría desguarnecido y sería la oportunidad para apoderarse”, añadió.

Recordó que en Cabinda comenzaron a verse movimientos de fuerzas extrañas, al igual que en el sur del país, lo que llevó al presidente del MPLA, Agostinho Neto, a solicitar ayuda al líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro.

Los avances de Zaire por el norte, vinculados con el Flec y al Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA) y de Sudáfrica por el sur, junto con la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (Unita), ponían en riesgo la proclamación de la independencia. Pero la agudeza de Neto y la determinación de Fidel Castro de ayudar a Angola cambiaron el curso de los acontecimientos, pues la contribución cubana fue esencial para la preparación de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (Fapla), que sería clave en la defensa del territorio.

En la primera semana de agosto de 1975 llegó a Angola, bajo el nombre de Domingos da Silva, el comandante Raúl Díaz-Argüelles, quien sería el enlace entre las fuerzas revolucionarias angoleñas y la nación caribeña.

Posteriormente, arribaron a Puerto Amboim, en la provincia de Cuanza Sur, y Punta Negra, en el Congo, barcos cubanos con especialistas militares para crear los llamados Centros de Instrucción Revolucionaria (CIR), que tenían la misión de formar a los combatientes de las Fapla.

Uno de esos centros estaba en Cabinda.

“Nosotros veníamos de una guerra de guerrillas de casi 14 años y estábamos completamente desgastados, Zaire tenía un regimiento de tropas debidamente preparado, organizado, disciplinado y decían que tomarían Cabinda en 72 horas”, recordó Kudijimbe.

La llegada del personal militar de Cuba marcó un punto de giro, pues en poco tiempo lograron organizar dos batallones con todas sus especialidades: la artillería, la defensa antiaérea, las comunicaciones, los transportes, tanques, carros blindados, explicó el autor del libro La Batalla de Cabinda, una contribución para la historia de Angola (2023).

“Los propios instructores cubanos reconocieron que los angoleños en poco tiempo estábamos listos para defender la ciudad”, rememoró, y también la participación cubana en la estrategia de defensa de la región.

UNA PELEA MUY FUERTE

El asalto al enclave se produjo el 8 de noviembre y en él participaron unos mil zairenses, apoyados por alrededor de 150 mercenarios norteamericanos, franceses y portugueses, junto a unidades del Flec entrenados por Zaire, que sumaban otros mil soldados

Iban reforzados con blindados AML-90, morteros de 81 milímetros (mm); ametralladoras de 12,7 mm; obuses de 105 mm, y cañones de 85 mm, entre otros armamentos.

“Se sentían confiados, tenían incluso preparada la fiesta por la victoria, pero ‘el tiro les salió por la culata’, bromeó Kudijimbe, quien consideró que los invasores menospreciaron a las fuerzas angoleñas por no tener ejército, armamento y formación.

“Los combates fueron terribles, mas aquello que ellos pretendían no lo pudieron alcanzar, fue una victoria de las Fapla y sus aliados cubanos”, sostuvo.

Las acciones se extendieron hasta el 12 de noviembre, cuando la contraofensiva de las fuerzas de las Fapla, con alrededor de mil hombres; 191 asesores cubanos del CIR de Cabinda y unos 40 artilleros de los que habían salido de Cuba como parte de la Operación Carlota, infligieron una derrota aplastante al enemigo.

Triunfaron sobre una fuerza superior en números y armas, a la cual le hicieron perder a mil 600 de sus integrantes y, con esa victoria, consolidaron la independencia angoleña, reafirmaron su soberanía y resguardaron la integridad territorial.

Cabinda, una porción de tierra que parecía flotar en medio del Congo y el antiguo Zaire, aparentemente desligada de Angola por su singular geografía, quedó atada para siempre no solo por los lazos culturales e históricos, sino también por el valor de quienes la defendieron, incluidos los cubanos.

arc/kmg

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