Por Edgar Amílcar Morales
Corresponsal en Chile
Atrás dejó ideas impulsadas en sus anteriores candidaturas, como la reducción de garantías para las mujeres, la prohibición del aborto, del matrimonio entre personas del mismo sexo o su derecho a adoptar hijos.
Su enfoque actual es identificar a la migración irregular con el aumento del crimen en el país, por lo que se dispone a levantar muros en las fronteras, abrir zanjas y desplegar miles de militares, así como la construcción de cárceles al estilo de El Salvador.
Para ello visitó el país centroamericano y conversó con el presidente Nayib Bukele, con el objetivo de conocer a fondo esa experiencia.
Es, además, favorable a que la población tenga armas en su poder y él mismo reconoció poseer un revólver y asistir a prácticas de tiro y, en su último debate televisivo, aseguró que quienes van a tener miedo en el futuro son los narcotraficantes, el crimen organizado y los terroristas.
A quienes están en situación irregular, su mensaje es escueto: recojan sus cosas y váyanse, sin entrar a considerar a personas vulnerables, como niños en edad escolar, adultos mayores y mujeres. Si no lo hacen, dijo, los vamos a buscar para expulsarlos.
En la primera versión de su programa de trabajo publicada en mayo, afirmó: “Hoy estamos peor que Liberia o Botsuana en percepción de seguridad. El narco controla barrios, impone toques de queda y organiza funerales armados. La frontera está desbordada y la autoridad ha desaparecido”.
La respuesta, según él, es una declaración de guerra, con una fuerza de tarea conjunta policial y militar en las comunas afectadas y en las áreas colindantes con las líneas de demarcación, sobre todo en el norte.

Para la economía, las propuestas no son menos brutales.
El candidato por el Partido Republicano, creado por él mismo en 2019 como plataforma para impulsarlo hasta La Moneda, está decidido a aplicar un modelo en línea con los conceptos más tradicionales de la doctrina neoliberal: adelgazar al Estado y dejar la economía en manos del mercado, o sea, del gran empresariado.
Con tal propósito, Kast anunció un recorte en el gasto fiscal de seis mil millones de dólares en sus primeros 18 meses de gobierno, sin precisar cómo llevará a cabo esta operación, lo cual levantó inquietud sobre una posible afectación en programas de beneficio social.
Ante las críticas, el candidato guardó silencio en debates y presentaciones, pero no lo eliminó de su programa.
El tema volvió a surgir cuando uno de sus principales voceros calificó de “parásitos” a los empleados públicos y se desató la polémica por un eventual despido masivo de trabajadores estatales, como una vía para ahorrar una parte del plan de recortes.
Otra propuesta clave es la reducción del denominado Impuesto de Primera Categoría a las grandes corporaciones, que bajaría del 27 al 17 por ciento, así como eliminar los tributos a la reinversión de utilidades, excepto para las pequeñas empresas.
La reducción drástica de los ingresos tributarios, más la eliminación de seis mil millones de dólares en el gasto fiscal provocarían un enorme déficit presupuestario, que dejaría al Estado en una situación inviable.
Esta es la tercera ocasión en que José Antonio Kast intenta llegar a la presidencia de Chile, luego de su primera candidatura en 2017 como independiente, con el apoyo del partido en formación Unidos por la Fe, cuando quedó en cuarto lugar en la primera vuelta.
Ya con su propia formación política, se inscribió para los comicios de 2021 y obtuvo la primera mayoría en la ronda inicial, si bien perdió el repechaje frente a Gabriel Boric.
De cara a los comicios del 16 de noviembre, el también abogado y exdiputado, hijo de un exsoldado nazi, está entre los favoritos, pero en las últimas encuestas antes de la veda, estaba perdiendo terreno en la intención de voto.
En los últimos días fue objeto de críticas, tanto de la derecha como en el progresismo y la izquierda, por aparecer en un mitin de campaña rodeado por un escudo de cristal irrompible.
Su principal rival en la contienda, Jeannette Jara, señaló que si un candidato a la presidencia desconfía del pueblo, quizás sea hora de que la gente comience a desconfiar de él.
arb/car/eam





