jueves 11 de septiembre de 2025

Sudáfrica: lucha contra el VIH/Sida con menos recursos

La Habana (Prensa Latina) Ante recientes recortes en la ayuda internacional en Salud realizados por los Estados Unidos, Sudáfrica intensifica sus esfuerzos para asegurar recursos internos y redefinir estrategias en la lucha contra el VIH/Sida.

Por Manuel Vázquez

Redacción África y Medio Oriente

Según explicó el vicepresidente sudafricano, Paul Mashatile, durante la 12 Conferencia nacional sobre el Sida, en ese contexto de reducción significativa de la financiación extranjera, principalmente por la suspensión de aportes del Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del SIDA (Pepfar), de Estados Unidos, Sudáfrica encara el desafío de preservar los avances alcanzados en la respuesta nacional al VIH.

“El impacto de los recortes en la financiación estadounidense es significativo, pero el Gobierno está comprometido con proteger y avanzar en los logros alcanzados”, dijo el dirigente.

Aunque los avances sudafricanos en la lucha contra esa enfermedad pueden estar momentáneamente en riesgo, agregó Mashatile, quien también preside el Consejo Nacional Sudafricano para el Sida (Sanac), las metas del país aún son alcanzables “con determinación y trabajo conjunto”.

Según recuerdan funcionarios de Salud de Sudáfrica, Pepfar ha sido, hasta hace poco, una fuente crucial para muchas organizaciones no gubernamentales que colaboran estrechamente con los ministerios provinciales de Salud, facilitando pruebas masivas, tratamiento y seguimiento de personas con VIH en todo el país.

La disminución de esa ayuda obliga a Sudáfrica a intensificar el financiamiento doméstico y buscar nuevas alianzas estratégicas con socios internacionales, en particular con los países del bloque Brics y el sector privado, para mitigar el impacto y garantizar la sostenibilidad de sus programas sanitarios.

El lema de la conferencia, “Unidos para el Cambio – Empoderar Comunidades y Redefinir Prioridades para el VIH/Sida”, reafirma la necesidad de abandonar los llamados “enfoques top-down” centrados en clínicas e instituciones, y promover una estrategia comunitaria, inclusiva y centrada en los derechos de los más afectados.

“Empoderar a las comunidades significa transferirles recursos y autonomía para gestionar su propio bienestar y participar activamente en la prevención y atención del VIH/Sida”, subrayó Mashatile.

En línea con ese enfoque, el Plan Estratégico Nacional para VIH, Tuberculosis y Enfermedades de Transmisión Sexual (2023-2028) establece como pilar fundamental el acceso universal a servicios de Salud integrales, educación continua, sensibilización y lucha contra la estigmatización social.

Esas acciones son esenciales para avanzar hacia el objetivo de cero nuevas infecciones y mejorar la calidad de vida de quienes viven con el virus.

En sus palabras, el vicepresidente también indicó que, aunque Sudáfrica ha realizado progresos significativos para alcanzar las metas mundiales 95-95-95 definidas por el Programa Conjunto de la ONU sobre el VIH/Sida (Unaids) -95 por ciento de personas que conocen su estado, 95 por ciento de ese total en tratamiento, y el 95 por ciento de ellos con supresión viral- persisten desafíos, especialmente en la retención y adherencia al tratamiento.

Los datos actuales de Sudáfrica reflejan un cumplimiento del 96-78-97, con la brecha mayor en el segundo 95, que corresponde a los pacientes en tratamiento antirretroviral.

Para abordar esa población aún sin tratamiento, el Ministerio de Salud lanzó a inicios de 2025 una campaña masiva a fin de detectar y vincular a tratamiento a 1,1 millones de personas, en paralelo a una iniciativa para la erradicación de la tuberculosis, que prevé pruebas para cinco millones de personas durante el periodo 2025-2026.

Sudáfrica, según cifras oficiales, ostenta la mayor carga del VIH y tuberculosis en proporción a su población a nivel mundial, con un impacto especial sobre jóvenes y adultos entre 15 y 49 años.

Según la OMS, las adolescentes y mujeres jóvenes de 15 a 24 años constituyen el grupo con más nuevas infecciones cada semana, motivo por el cual los programas dirigidos a la juventud son prioritarios.

Como algo positivo, la OMS ha reconocido públicamente la capacidad de Sudáfrica para adaptar sus políticas ante las adversidades financieras.

Así, recientemente el director general de la OMS, Tedros Ghebreyesus, felicitó a Sudáfrica por su respuesta decidida frente a los recortes dramáticos en la ayuda internacional.

“Han demostrado rapidez en analizar impactos, diseñar planes de contingencia a nivel provincial y comprometerse a fortalecer el financiamiento interno para VIH/Sida y tuberculosis, asegurando la continuidad de los servicios”.

En ese contexto, la OMS resalta cómo la sostenibilidad financiera de esos programas es vital para mantener los avances globales y regionales. También recalca la importancia de integrar servicios, promover el acceso universal y combatir la discriminación para alcanzar las metas de erradicación a largo plazo.

Frente a esos retos, la resiliencia sudafricana emerge como un ejemplo en la gestión de epidemias complejas, estiman expertos del sector de la sanidad.

La combinación de estrategias nacionales renovadas, cooperación regional y apoyo internacional, aun cuando limitado, representan una ruta sólida para transformar la batalla contra el VIH/Sida en una victoria duradera.

Como concluyó Mashatile en el evento, “somos un país resiliente con un historial brillante en el manejo del VIH. Unidos, podemos construir un futuro donde esta epidemia sea solo un recuerdo distante, reflejo de nuestra fuerza y determinación compartidas”.

Ese compromiso se traduce en políticas públicas reforzadas, mayor involucramiento comunitario y una visión integrada que busca garantizar salud y justicia social como derechos fundamentales para toda la población sudafricana.

Actualmente, de acuerdo con cifras oficiales de entidades internacionales como ONUSida, el VIH/Sida continúa siendo uno de los principales desafíos sanitarios y sociales en África, región que concentra la mayoría de las personas afectadas a nivel global.

Según datos recientes de la OMS y ONUSida, más de dos tercios de todas las personas que viven con el virus se encuentran en el continente africano, con especial incidencia en África subsahariana.

Esa alta prevalencia genera un impacto profundo en términos de mortalidad, calidad de vida y desarrollo socioeconómico, afectando especialmente a grupos vulnerables como mujeres jóvenes y adolescentes.

Entre las naciones más afectadas, mas allá de Sudáfrica, sobresalen Zimbabwe; Nigeria, que posee la mayor población del continente y una alta carga de infecciones; Kenia, que ha avanzado en programas de prevención pero aún enfrenta desafíos significativos; y Mozambique, con una de las tasas de prevalencia más elevadas en la región.

Ante esa realidad, los países africanos enfrentan retos significativos para mantener el acceso universal a servicios de prevención, prueba diagnóstica y tratamiento antirretroviral, en un contexto marcado por limitaciones financieras, desigualdades sociales y dificultades estructurales en sus sistemas de salud.

A ello se suma la dependencia histórica de la ayuda internacional para financiar programas contra el VIH/Sida, que pone en riesgo la sostenibilidad de esos servicios frente a recientes recortes en la cooperación externa.

Además, la persistencia del estigma social y la discriminación dificulta la adherencia a tratamientos y la búsqueda temprana de atención médica.

En naciones como Zambia y Uganda, por ejemplo, el estigma continúa siendo un obstáculo crítico, a pesar de los esfuerzos para expandir la educación y el acceso a la salud.

En respuesta, gobiernos africanos están impulsando estrategias orientadas a fortalecer la financiación doméstica, promover campañas de educación comunitaria y mejorar la integración de servicios de salud.

Organismos multilaterales y regionales, incluyendo la OMS, resaltan la importancia de enfoques inclusivos que empoderen a las comunidades afectadas y garanticen la equidad en el acceso.

En el continente, países como Botswana y Namibia destacan por sus innovadores programas de respuesta integral, combinando políticas públicas con participación comunitaria activa.

No obstante, a pesar de los avances, la epidemia continúa siendo una prioridad sanitaria central con muchas deudas acumuladas, que requiere coordinación, innovación y compromiso sostenido para avanzar hacia su control definitivo en el continente.

arb/mv

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