Por Raixa Llauger*
Colaboradora de Prensa Latina
En diversas ocasiones la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lo ha reiterado: las frutas son vida, porque nos proporcionan varios de los nutrientes que nuestro cuerpo necesita.
Pero, además, representan el principal medio de vida de miles de personas; esos agricultores y agricultoras cultivan frutas para su comercialización y, con ello, garantizar la seguridad alimentaria de sus familias.
En contraste con esto, la FAO ha indicado que, en un contexto general de oferta muy favorable a escala mundial, la preocupación por los fenómenos meteorológicos adversos y la propagación de enfermedades de las plantas siguen afectando negativamente a los productores en determinados casos y lugares.
Partiendo de esto último es que, en el marco del Día de la Fruta, deseo recordar la gran relevancia que tiene la sanidad vegetal para combatir aquellas plagas que ponen en riesgo los cultivos de miles de fruticultores. Tal es el caso de la mosca de la fruta.
La Ceratitis capitata Wiedemann, conocida como la mosca del Mediterráneo (o mosca de la fruta), implica una amenaza para la fruticultura de la región por los daños directos que causa a la calidad de este alimento y las pérdidas en el rendimiento del sistema productivo.
Mantener los huertos libres de moscas es un requisito para poder exportar a muchos países. Un brote de este insecto podría dar lugar a estrictas restricciones de cuarentena en el comercio de frutas y hortalizas, con enormes repercusiones socioeconómicas para el país exportador.
A esto se suma que el control convencional de estas moscas de las frutas puede resultar muy costoso para el productor, y adicionalmente con frecuencia dañan la calidad, lo que afecta a la competitividad de los productos para el consumo local y para la exportación.
Por ello se afirma que esta plaga es, a nivel mundial, uno de los 10 problemas fitosanitarios de mayor importancia para la agricultura.
Esta situación es preocupante tomando en cuenta que, según la Política Agropecuaria de la Región del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) 2019-2030, durante el 2016 las frutas estaban entre los 10 productos exportables de mayor importancia en Centroamérica, siendo las principales frutas cultivadas en la región el banano, la naranja, el plátano, la piña, el coco, el mango, el melón, el aguacate, el limón, el marañón, la sandía y la papaya (lechosa).
Numerosas familias dependen de las frutas, y resultan de gran importancia las estrategias de manejo de plagas para garantizar la sanidad vegetal de estos cultivos.
Ante este contexto y la gran importancia que tiene la fruticultura en nuestra región, la FAO se encuentra trabajando junto al Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (Oirsa), y con los Gobiernos de los países en la capacitación y asistencia técnica a sus servicios fitosanitarios.
Esto, con vistas a la atención de brotes de moscas no nativas de importancia cuarentenaria, así como para la formulación de Planes de Contingencia para la erradicación de la incursión de estas moscas.
Recordemos que de la salud de las plantas depende la seguridad alimentaria; y, por tanto, la salud humana, animal y medioambiental.
La FAO seguirá, bajo el enfoque de Una Sola Salud, aunando esfuerzos con diversos socios y países para trabajar en los sistemas integrados de prevención y alerta temprana, bioseguridad y gestión de riesgos de amenazas fitosanitarias, a fin de mejorar el comercio, la inocuidad de los alimentos y la seguridad alimentaria.
Nuestro compromiso es lograr una mejor producción, mejor nutrición, mejor medio ambiente y mejor vida para todas las personas, sin dejar a nadie atrás.
arb/ga/rll
*Oficial de Agricultura de la FAO para Mesoamérica