Gustavo Espinoza M.*, colaborador de Prensa Latina
En el contexto concreto- parece decir- no hay otro camino que las armas. Después de todo, con ellas ganará no quien tenga la razón, sino la fuerza. Y claro, él piensa que Estados Unidos es en este continente, el Matón del Barrio. El habrá de ganar. Si estamos de su lado, también ganaremos, parece ser su conclusión facilista.
Esta no es una opinión aislada, ni personal. Si le preguntamos al Alcalde Lima, dirá que está de acuerdo. Y responderán lo mismo varios Congresistas de la República, y diversos dirigentes de Partidos representativos de lo más rancio del pensamiento conservador peruano. Y, Luis Gonzales Posada- reiteradamente señalado como agente de la CIA- sustentará la misma idea que, con entusiasmo respaldará Fernando Rospigliosi quien, como se sabe, trabajó también a sueldo para la embajada USA.
Rascando un poco, podremos ver incluso a candidatos presidenciales, como Keiko Fujimori o Hernando de Soto, con la misma iniciativa. Y es que ella revela no sólo el pensamiento de un segmento definido del escenario político, sino también la desesperación que cunde en ciertos ámbitos cuando sus iniciativas van de fracaso en fracaso, de derrota en derrota, de caída en caída. Ya no pueden más, y gritan su desesperanza pensando en quienes estén dispuestos a sacarles las castañas del fuego.
Porque hay que estar claros: si hay intervención militar contra Venezuela, habrá guerra. Y no local, sino continental. Por lo demás, donde hay guerra, habrá muertos. Estos no serán los Romaña que escriben, ni los López Aliaga que defraudan al fisco. Tampoco los Gonzales Posada ni los Rospigliosi. Menos los Fujimori ni los de Soto. A ellos, no se les contará entre los muertos. A esa nómina macabra pertenecerán otros, los soldaditos de a pie que no tengan padrino que los libre de ir a la guerra.
La “argumentación” del señor Romaña, es pintoresca: “América se fundó sobre los cimientos de la Democracia Occidental liberal”. Por tanto, todo aquello que se oponga a eso, será destruido. En otras palabras- el Santo Oficio en los años de la Inquisición- debe primar a toda costa “la civilización occidental y cristiana” y debe ser barrido todo lo que marque una ruta diferente. Y eso, hay que hacerlo desde ahora, porque ya llegó la hora de las armas, ¿Incitación a la violencia, podría llamarse a eso? ¿Apología del terrorismo, quizá? La cosa no es nueva. Franco gobernó 35 años España bajo un símbolo igual: la cruz y la espada. Y hoy los “hispanistas” añoran esos años sea porque se sienten españoles, o porque aspiran a vivir en una colonia. Por ahora baten palmas porque el virrey dispuso el retorno de Pizarro a “Lima Cuadrada”.
En todo caso, hay otras expresiones de esta misma concepción. Recientemente pudo establecerse un hecho que se intuía, pero del cual no existían hasta hoy evidencias sólidas. En nuestro país, los sicarios que asesinan cotidianamente matan con balas del ejército. Por lo pronto, se ha podido establecer que más de 60 mil municiones fueron sustraídas en cinco ocasiones en el transcurso del 2024 de la Villa Militar, en la capital peruana. Por lo pronto, un Subteniente y un teniente asoman como los principales implicados en el hecho. Pero la gente se pregunta: ‘¿Los arsenales del Ejército pueden estar libremente en manos de oficiales de tan bajo rango, o habrá otros de mayor graduación ya comprometidos?
Porque usualmente se han denunciado actos de ese signo, pero “las autoridades” se ha encargado de proteger a los acusados y encubrir las investigaciones. La “Prensa Grande” ha callado cuando eso ha ocurrido. Del mismo modo se ha protegido a los oficiales de la Policía implicados en crímenes de diverso tipo, incluidos feminicidios. Y claro, la señora Boluarte ha designado para “servicios en el exterior”- muy bien remunerados, por cierto- a todos los que, en su entorno, le sirvieron dócilmente.
Pero hay otras acciones que provocan conflicto en este escenario prebélico que algunos alientan con entusiasmo. Recientemente el ex Premier Alberto Otárola, el actual ministro Julio Demartini y el “Vocero Presidencial” Fredy Hinojosa, se salvaron de la cárcel no por ser inocentes, sino gracias a las observaciones del Ejecutivo a la Ley de Detención Preliminar, que la tornan inoperativa. Como se ve, hay diversas formas de aplicar concepciones bélicas y hacer sonar tambores. Pero desvergüenza mayor como la que estamos espectando ahora, difícilmente resulta superable. Los precarios inquilinos de Palacio han batido todos los récords en esta materia.
Cometer delitos y no dar la cara, “pasar a la clandestinidad” o esconderse, esperar apelaciones en instancias superiores “más controladas”, o declarar la guerra a la Fiscalía, como hace el ministro Santivañez; parece ser una práctica institucionalizada en el Perú de hoy en el que se baten palmas para agredir a hermanos y usar bayonetas para oprimir pueblos.
Si pensamos en Venezuela y quisiéramos “tranquilizar” ese escenario podríamos pedir que se programe la transferencia del poder. Es decir, que Juan Guaidó entregue la Presidencia que ha venido ejerciendo a Edmundo Gonzalez. Y que el nuevo “Mandatario” busque sede de su gobierno. Kansas City podría ser.
En un nivel más alto, a partir del lunes 20, los planes guerreristas marcharán marcialmente al compás del Tamborilero Mayor, Donald Trump, el Supremo Director del Concierto de Tambores y Misiles que amenaza América.
Rmh/gem
*Profesor y periodista peruano