Por Ernesto Hernández Lacher
De la redacción de Europa
El hecho criminal tuvo lugar frente a la Casa de la Cultura de Bratislava, la capital, donde Fico se reunió de forma extraordinaria con su Consejo de Ministros, integrado por los populistas de izquierda del Partido Smer, al que pertenece, los ultranacionalistas SNS y los socialdemócratas de Voz (Hlas-SD).
Su victimario se nombra Juraj Cintula, un poeta de 71 años de edad residente en la pequeña ciudad occidental de Levice, en el suroeste del país, fundador de un club de lectura y con varios títulos publicados, según su página de Facebook. Fico regresó al cargo en octubre del pasado año y durante su campaña prometió no entregar ni una sola bala a Ucrania lo que lo ubica fuera de la línea oficial de la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sobre el tema.
Tiene 59 años y fue primer ministro en otros dos períodos (2006-2010 y 2012-2018).
La elección de Fico, partidario de buenas relaciones con Rusia, despertó cierto temor entre los miembros de la OTAN, pues evitó cerrar filas contra el presidente ruso, Vladimir Putin, en pleno conflicto en Ucrania.
Al ser investido encontró un país polarizado que luego vivió protestas multitudinarias contra decisiones gubernamentales como el cierre de la Fiscalía Anticorrupción o los planes para clausurar la radiotelevisión pública RTVS.
Tras el atentado, altos cargos del mecanismo regional se apresuraron a condenar el hecho de forma enérgica como es el caso de Ursula von der Leyen, presidenta del ejecutivo comunitario, quien estimó que “ese acto de violencia no tiene cabida en nuestra sociedad y socava la democracia, nuestro bien común más preciado”, acotó.
Igual reacción provino de otros líderes de la UE, quienes desearon pronta recuperación a Fico que, según el equipo médico, superó con éxito la intervención quirúrgica a la que fue sometido para extraerle los proyectiles alojados en su estómago y extremidades.
UN ALIADO DE FICO ASUME LA PRESIDENCIA
Calificado de aliado político de Fico, Peter Pellegrini asumió en junio la presidencia del país y se convirtió en el sexto jefe de Estado investido en esa nación centroeuropea.
Durante la ceremonia oficial ante el Parlamento, prometió “cuidar del bienestar nacional, de las minorías y de las etnias” y destacó que sus prioridades serían el Estado, la nación, la familia y el individuo, y defendió la paz como principio.
En cuanto a la proyección internacional, habló de “ser fuerte y proteger sus fronteras, cumplir con las necesidades nacionales y ocupar su lugar en la mesa mundial, donde se toman las decisiones importantes”. Mencionó, además, al Primer Ministro, quien, convaleciente, vio el acto desde su domicilio.
Pellegrini ganó la segunda vuelta de las presidenciales del 6 de abril con 53,1 por ciento de votos para imponerse al exministro de Asuntos Exteriores Ivan Korcok.
Antes fue primer ministro de 2018 a 2020 y su partido, Voz-Socialdemocracia, forma parte de la coalición de gobierno en la que también participa el partido derechista Partido Nacional Eslovaco.
DESTITUCION EN EL PARLAMENTO
En septiembre, el vicepresidente del Parlamento, Michal Simecka, líder de la formación opositora Eslovaquia Progresista (PS), resultó destituido en una votación promovida por los partidos integrantes del Gobierno.
Según Simecka, la decisión respondió a masivas protestas antigubernamentales en las que su partido participó, pero desde el ejecutivo se argumentó que su familia se benefició irregularmente de subvenciones, aunque sobre él no recayó ninguna imputación.
La moción de destitución logró 76 votos, los mínimos necesarios para salir adelante, en una votación en la que no participó ningún partido de la oposición.
Una auditoría en el Ministerio de Justicia detectó irregularidades en el proceso de autorización de subvenciones en el periodo 2020-2024, algunas a personas jurídicas vinculadas con el político.
Simecka fue europarlamentario por el progresista PS desde 2019 y se convirtió en el primer eslovaco en ocupar la vicepresidencia de la Eurocámara en 2022.
Así trascurrió el 2024 en Eslovaquia, donde el gobierno se pronuncia contra el rearme de Ucrania y de profundizar las medidas punitivas unilaterales de Occidente contra Rusia.
Tal postura marca una nota discordante en el discurso de la UE, mecanismo que enfiló sus cañones contra Bratislava como también lo hizo en su momento contra Hungría, ambos considerados “rebeldes”, pese a sus membresías en la OTAN y en el mecanismo comunitario.
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